
Por qué la AFIP reclamará para sí el otorgamiento de las DJAI
Cobra cada vez mayor credibilidad el trascendido de que la AFIP, por pedido de la Aduana, avanzará en el reclamo del control definitivo del otorgamiento de las DJAI, cuyos permisos arbitrarios recaen hoy en un laberinto informático primero, y en reuniones administrativamente indocumentadas después entre la Secretaría de Comercio y empresarios perjudicados, cuando por fortuna logran una audiencia.
La razón no sólo radica en que se trata de un control natural del organismo fiscal. Sino en los perjuicios que se vislumbran y que responsabilizan –y lo hará más en el futuro– al organismo de la calle Azopardo.
Los agravantes saltan a la vista. A principios de mes, el diputado Julio César Martínez (UCR-La Rioja) giró a la Comisión de Economía un proyecto de resolución solicitando al Ejecutivo que informe las DJAI aprobadas desde enero de 2013 (con los nombres de los despachantes, los importadores y la posición arancelaria del producto), otro listado de aquellas que hayan sido registradas con la ventaja informática de importaciones que no se realicen a título oneroso ("IMPONOTITONEROSO"), así como también el valor declarado en Aduana de éstas.
Además reclama: que la Aduana informe si permite registrar importaciones (cuyo destino es la donación) documentadas con DJAI y la ventaja IMPONOTITONEROSO (y en este caso, pide también listado completo además del valor declarado); que diga si aceptó certificados de donación sin visado consular y si participaron inspectores en la liberación a plaza para comprobar el destino de la mercadería, y que, por último, explique por qué esas importaciones no se tramitaron bajo el régimen que exime la presentación de DJAI, obliga a la presentación de visados y la comprobación de destino.
En la Secretaría, muchos despachantes argumentan ante una DJAI observada que se trata de una importación no onerosa. Explican: "donación". Obtienen las DJAI y se aprovechan del funcionario que ignora que no es necesario una DJAI para, por ejemplo las donaciones.
Pero no serían donaciones. Sería contrabando. Frente a los ojos de la Aduana. Y constan casos de asociaciones civiles sin fines de lucro que tramitaron donaciones y que, una vez nacionalizadas, las comercializaron en el mercado interno, burlando el fin benéfico por el cual gozaron de los beneficios administrativos.
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