Un país contra las cuerdas
El clima político y económico del principal socio comercial del país enfrenta nubarronespor donde se lo mire; desde la posibilidad de un pedido de juicio político a su presidenta,Dilma Rousseff, hasta la eventual pérdida del "grado de inversión" de su economía
SAN PABLO, Brasil.- Cuando amanece en la selva, el ciervo sabe que debe correr para no ser devorado por algún depredador. En el mismo amanecer, el león abre sus ojos, sabiendo que debe correr para conseguir cazar algún animal que le permita alimentarse. No importa en qué lugar de la cadena alimentaria uno se encuentre: lo importante es correr más que el otro.
Lo mismo le está pasando a los empresarios brasileños que, abrumados por los casos de corrupción y por los peores indicadores económicos de las últimas dos décadas, y con una Presidenta que no sabe cómo hacer para continuar en el cargo, deben encontrar opciones para llevar sus empresas a tiempos mejores, frente a la incertidumbre generada por los casos de corrupción que envuelven al Partido de los Trabajadores (PT) de Dilma Rousseff, y por la situación económica en general.
El caso lava jato (lavadero de autos) se inició por una investigación de venta de dólares ilegales y se constituyó en el escándalo de corrupción más importante de la historia brasileña.
Hay 35 políticos en actividad con fueros privilegiados siendo investigados (incluyendo los presidentes de las cámaras de Diputados y de Senadores, Eduardo Cunha y Renan Calheiros, respectivamente); más de 50 acusados sin fueros (28 de los cuales ya firmaron acuerdos judiciales como delatores), y el ex hombre fuerte del primer gobierno Lula y ex ministro jefe de Gabinete José Dirceu, que se encuentra detenido nuevamente, junto con su hermano y socio, y su ex socio. Vale la pena recordar que Dirceu se encontraba en prisión domiciliaria, con sentencia firme de 10 años y 10 meses, por el escándalo de corrupción denominado mensalão en que el Partido de los Trabajadores había organizado un estructura ilegal a fin de pagarle a congresistas para que aprueban propuestas de interés para el gobierno del PT.
Junto con esta importante lista de investigados y acusados se encuentran presos los principales ejecutivos de las más importantes constructoras del país y el tesorero del partido de los trabajadores, José Vaccari Neto, acusado de captación de recursos de forma ilegal y de enriquecimiento ilícito.
El petrolão, como está siendo denominado el caso, golpea cerca de la casa de Gobierno y específicamente al ex presidente Lula, quien, sin fueros privilegiados, podría ser llamado a declarar en cualquier momento.
La economía
La economía brasileña se mostró sólida y previsible en función del trípode económico que estableció el ex presidente Fernando Henrique Cardoso a fines de los 90.
Por un lado estaba el superávit fiscal. El gobierno debería controlar sus gastos para que la necesidad de financiación fuera la menor posible y de esta forma poder ofrecer tranquilidad a los inversores del exterior. En algún momento se propuso que Brasil imponga la meta del superávit nominal (en que debería sobrar dinero aún después de pagar los intereses de la deuda).
Luego, la libertad de cambio. El dólar oscilaría en función de la oferta y la demanda y el gobierno intervendría sólo en casos extremos para contener ataques especulativos o elevada volatilidad (la llamada flotación sucia).
Y por último, la meta para la inflación anual, fijada en 4,5% (con margen de 2%, para arriba y para abajo).
Mantener estos tres elementos le permitió a Brasil recomponer el valor de su moneda (que el 22 de octubre de 2002 cotizó a R$ 3,96 y llegó a valer en agosto de 2008 R$ 1,56 por dólar); conseguir el "Grado de Inversión" (lo que derivó en que más de 40 millones de brasileños comenzara a consumir, aumentando la cantidad de demandantes de productos y de crédito), y que el índice de desempleo llegase al 4,9% (en alguno sectores se trabajaba con pleno empleo) entre otros logros.
A partir de 2011, se cambió la matriz económica y los números se deterioraron rápidamente.
Después de 18 años, Brasil volvió a tener el mayor déficit fiscal de su historia (R$ 20.000 millones, equivalente al 0,6% de su PBI).
Con una inflación en alza, el gobierno Dilma, preocupado por la posible pérdida del poder de compra de los brasileños, no dudó en aumentar consecutivamente la tasa Selic (tasa de referencia) hasta llegar a los actuales 14,25%, lo que transforma a Brasil en uno de los países con la tasa real más alta del mundo.
La suba permanente de la tasa de interés tenía como objetivo contraer la demanda y enfriar la economía, pero esto se transformó en un tiro por la culata porque la baja en la actividad económica contrajo la recaudación, y al mantenerse en expansión el gasto público, no se llegó al esperado (y proyectado) superávit fiscal del 1,1% del PBI. Por el contrario, generó nuevamente déficit en el primer semestre del 2015, por R$ 1600 millones.
A estas complicaciones económicas, muchos otros indicadores traen malas noticias para el mercado y para el gobierno:
- Las ventas de autos cayeron el 22,8% en julio. El peor resultado en 8 años.
- Está en el límite de la clasificación de riesgo. Si las calificadoras le rebajan la nota, Brasil dejaría de tener "Grado de Inversión" y pasaría a ser de grado "especulativo".
- Las ventas minoristas cayeron el 2,2% en el primer semestre del 2015.
- Brasil podría tener una reducción del PBI del orden del 2% en el 2015 (el peor resultado en los últimos 25 años).
- Este año perderá el lugar como 7a economía del mundo.
- Tiene un déficit nominal preocupante del 6,7% del PIB (el de Grecia es del 4,1%).
- La inversión del país cayó 4,4% en 2014 y este año lo hará en un 13%.
- La carga tributaria pasó del 24% del PBI en 1988 al 36% actual.
- El 47% de la economía real se basa en el sector público, a pesar de los pésimos servicios en seguridad, salud y educación.
- La inflación en 2015 llegará al 9,5%.
- Brasil está en retracción desde el segundo trimestre de 2014, que durará hasta la mitad del 2016 (configuraría 8 trimestres de retracción).
¿Y el dólar?
La apertura del primer día hábil de 2014 fue a R$ 2,3969 y se mantuvo en la misma cotización (con algunas oscilaciones) hasta el 13 de octubre de 2014, en época de las elecciones presidenciales. A partir de esa fecha, el escenario político dividió al país en dos partes prácticamente iguales y el dólar comenzó una dirección ascendente que nunca más abandonó: al cierre del 2014 cotizó a R$ 2,6562, una devaluación anual del 10,81%
En lo que va de este año, la desvalorización del real fue del 30% (en números redondos) y esto también es malo para el índice de inflación.
A la situación económica se suma la grave crisis política y el riesgo de juicio político para Dilma, que debe gobernar con apenas un 8% de aprobación, el peor indicador de un presidente desde el retorno de la democracia.
En las elecciones de octubre de 2014, el país se dividió claramente en los que no querían a Dilma en el gobierno y los que si la querían, que le dieron la victoria con el 51,65% contra el 48,35% de Aecio Neves. Quienes la votaron, lo hicieron por sus promesas de campaña: no aumentar la tasa de interés, no aumentar la tarifa de energía, no aumentar los combustibles y sobre todo, no retirar ni reducir beneficios sociales.
Antes de asumir su segundo mandato ya estaba haciendo exactamente lo contrario. Esto le retiró el apoyo de gran parte del país que la había votado.
En ese mismo momento, el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha -del partido aliado PMDB- se declaró opositor a Dilma y comenzó a votarle proyectos que aumentan el gasto público (aumentando el déficit fiscal) .
Cunha es el tercero en la línea de sucesión presidencial y quien asumiría interinamente en caso de juicio político o destitución de la fórmula Rousseff-Temer. También es quien debe aceptar un pedido de juicio político, que ingresa por la Cámara de Diputados
Ante esta complicada coyuntura, Dilma apeló a fortalecer al vicepresidente Michel Temer y al presidente del Senado, Renan Calheiros (ambos del mismo partido de Cunha) lo que podría darle más gobernabilidad pero también le proporciona un riesgo en el mediano plazo por el precio político que podría tener que pagar por este acuerdo.
Algunas conclusiones
Desde lo político, es posible -pero improbable- que Dilma pueda tener que enfrentar pedidos de juicio político (por la reprobación de las cuentas de 2014, o por la investigación del TSE sobre recursos ilegales en su campaña o por los casos de corrupción).
Como en política todo es posible, algunos acuerdos entre los aliados, y mucha liberación de cargos y recursos, podrían revertir la gravedad de la situación.
En el mejor de los casos, conseguiría llegar al fin de su mandato muy desgastada en lo personal y con un Partido de los Trabajadores totalmente deteriorado.
En la economía, Brasil crecería sólo en la segunda mitad de 2016 pero por su escala (200 millones de habitantes y US$ 200.000 millones de importaciones anuales) siempre será interesante para cualquier empresa que sepa encontrar oportunidades donde otros ven crisis.
Al final, lo importante es correr para seguir estando vivo.
Los autores son socios directores de Center Group y profesores de Relaciones Internacionales de la Universidad Paulista
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