Una empresa familiar lleva medio siglo exportando cítricos, peras y manzanas
Empezó a producir en 1885 y hoy vende a México, Estados Unidos, Unión Europea y Rusia
Después de don Agustín Raimondo, quien vino desde Italia y se dedicó a la producción de frutas en 1885, la empresa Trevisur ya va por la cuarta generación de productores y exportadores desde el Alto Valle de Río Negro. Las primeras dos comercializaron en el mercado interno, pero desde 1974, el nieto del fundador, Agustín vende al mercado externo. La firma destina al comercio exterior el 70% de las alrededor de 12.000 toneladas de manzanas, peras y cítricos.
Lourdes Raimondo cuenta que la mayor parte de la producción se concentra en Río Negro y Neuquén, mientras que mandarinas y naranjas son de Corrientes. También hacen algo de uvas en San Juan y cerezas en el sur. Cosechadas las frutas, la empresa se encarga de acondicionarlas y empacarlas en sus propios establecimientos, y distribuirlas directamente a los mercados a los que llegan en los que, en general, venden a los supermercados.
“Mi papá siempre dice que en sus épocas eran ‘cargadores’ -dice Raimondi-, la exportación en serio arrancó con la última generación porque en los ’70 se cargaban las frutas con hielo seco, había poca tecnología; iba a Europa pero en esas condiciones que eran las dominantes”.
El contexto -y no solo la tecnología- cambió mucho; cada vez son más los requisitos y las exigencias: “Eso ya venía pero con la pandemia se profundizó; el clima a veces no ayuda y la economía es cambiante; son muchas las variables que se pueden modificar. El plan anual casi nunca termina como empieza”, repasa la empresaria.
Las frutas llegan a Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea y México y en la mayor parte de los mercados van directo a góndola. Raimondo describe que a medida que se fueron consolidando avanzaron con esos canales de comercialización, que son “súper exigentes”, según define. “Hay análisis constantes, control de cómo viaja la mercadería, las etiquetas, los embalajes. Desde el campo hasta que se entrega, todo”. En pocos casos, optan por vender a un mayorista que distribuye.
“Encontramos mercado para todo; en el campo cada vez se trabaja más para que la productividad sea mejor y lo mismo pasa en industria -avanza-. Hoy se come mucho por los ojos aunque a medida que crece la tendencia a lo orgánico se empieza a comer por el sabor; la vida sana busca por otro lado”.
En el caso de Trevisur, crece “de a poco” en la producción orgánica; hoy representa el 10% del total. Raimondo enfatiza que con la pandemia hay más atención sobre los precios y ese tipo de producción tiene un extra costo. “El mundo está más pobre y ese es un segmento muy chico que venía aumentando pero se frenó un poco. Igual, cada vez es menor la diferencia porque exigencias son muy grandes para lo tradicional”, menciona.
Como todas las empresas argentinas, en pera y cítricos enfrentan la competencia fuerte de Sudáfrica que “crece con un costo menor; su logística es mitad que la de la Argentina; de la Unión Europea están al frente”. Para la manzana, la competencia es chilena.
“Nos adaptarnos a los mercados porque nuestra producción no se puede modificar; reinventarse no es fácil ya que lleva cinco o seis años un árbol, no es que se puede rotar. Hay que salir a buscar mercados, que nos los abran, que crean y conozcan”, aporta Raimondo y elogia la tarea de la Agencia de Inversiones que “realiza un trabajo muy eficiente y avisa de las oportunidades que surgen”.
Este año fue la reapertura del mercado de la Unión Europea para limones y naranjas (no hubo cierre para las mandarinas). De limones, por ejemplo, se esperan 1,1 millones de toneladas, 200.000 menos que en 2020; en el caso de las naranjas, la caída rondaría el 40%. Los precios, en cambio, están bien pero presionados por la mayor oferta internacional.
La Argentina es el primer proveedor de limones y el cuarto de naranjas de la Unión Europea; ese bloque es el primer destinatario de las producciones de noroeste y noreste. Los envíos con ese destino se suspendieron a mediados de agosto pasado hasta el 30 de abril último por el “inusual número de detecciones de Phyllosticta citricarpa”; se trata de la comúnmente denominada “mancha negra”.