Consejos para administrar el dinero
Crisis, para la mayoría de los mortales, es crisis. Solo es oportunidad para muy pocos: para aquellos que estuvieron preparados, que tenían mucho resto o, simplemente, para los que tuvieron suerte.
Teniendo en cuenta que estamos, según mi criterio, en una crisis importante de credibilidad en el mundo, y obviamente también aquí, en nuestro país, y que va a llevar tiempo recuperarla, yo no me siento capacitado para aconsejar ni para adelantarme a lo que puede venir. Pero sí me animo a compartir con ustedes qué pienso hacer con mis ahorros por si alguno le sirve mi razonamiento incluso para hacer lo contrario si no lo comparte.
Leyendo los diarios financieros del mundo, uno siente que debería vender hasta el último de sus activos, pero, comparando los precios de esos activos en el mercado con el valor intrínseco que tienen estas compañías (medido a través de su historia, ventas, ratios, etcétera), uno debería asumir algo de riesgo, aunque sea por avaricia. Los premios son altos.
Soy consciente de que las cosas siempre pueden estar más baratas, pero en los grandes ciclos la diferencia entre barato y muy barato es un detalle marginal. Si pienso que el valor real de un activo finalmente va a ser de 25, es un detalle si ese activo lo compré a 15 o a 13. Creo que la discusión de estos días se mueve en torno a este punto.
¿Por qué estamos siempre en busca del próximo cisne negro? ¿Y si es blanco?... Entiendo que no se puede vivir siempre con miedo esperando el fin de un sistema. ¿De qué sirve buscar "refugios de valor", llámese oro, plata o cobre, bitcoins, si finalmente el sistema se "desintegra" y todo pierde valor? Pero ¿y si se equivoca la mayoría de los analistas y el sistema sale fortalecido? Acaso en ese escenario lo que más perdería valor, ¿no son esos refugios de valor ocasionales?
Por qué asumir riesgos
Estoy para asumir riesgo porque los mercados están bajando. Si los mercados estuvieran subiendo no existiría esta sensación de angustia en los inversores y, entonces, no podrían estar ahora discutiendo una baja del déficit y del gasto y una mayor moderación en el uso de los recursos públicos. Todas medidas que, tarde o temprano, generan mayor productividad para el futuro.
Estoy para asumir riesgos, porque hasta hace poco discutíamos el fin de la moneda tradicional y que las criptomonedas eran el nuevo refugio de valor, y hoy vemos a las monedas tradicionales solidadas y respaldadas. Hoy nos encontramos con uno de los mejores momentos del dólar y de la mayor suba en mucho tiempo de los bonos del tesoro americano. Como siempre, el mercado castiga los consensos.
Estoy para asumir riesgos porque hasta hace poco América Latina no era viable. Y hoy Brasil, Colombia, Perú, Chile e incluso la Argentina empiezan a discutir su problema estructural de déficit fiscal.
Ahora viene la parte más difícil: ¿dónde tomo esos riesgos? A continuación, mi proceso decisorio:
¿Dónde invertir? Cuando se construye un edificio, el que construye no podría asegurar que va a ganar plata, porque eso dependerá de muchos factores. Pero el que sí gana, seguro, es el que le vende los ladrillos, el vidrio, el plástico, el acero etcétera. Siempre el primero que factura es el proveedor de aquel al que le empieza a ir bien. Entonces, invirtamos en los proveedores de aquellos a los que les empieza a ir bien en esta pobre realidad económica argentina: los proveedores del campo, de la minería (litio), de la tecnología (hay que tener en cuenta que la industria de software ya factura tanto como nuestra producción de trigo y maíz) y también del turismo.
¿En qué invertir? Si uno predice recesión o crecimiento muy lento de la economía, la apuesta es por los instrumentos de renta fija, que aseguran una tasa de interés. Esto incrementa el capital y, en un escenario recesivo, mejora el poder de compra.
La mitad de la cartera de inversión jugaría al arbitraje peso/dólar/tasa. Creo que el dólar seguirá estable, con más oferta que demanda, a pesar del último movimiento, en el que volvió a coquetear con el valor de los 40 pesos. Será zona de trading. Cerca de 37 pesos será una oportunidad de compra, porque la banda de flotación sube al ritmo de 2% mensual. Cuando esté cerca de 40 pesos será oportunidad de venta, porque rinde más la tasa en pesos. Así de simple. Serán dos meses en los cuales la especulación no estará en una tendencia definida, sino en este sube y baja.
Más allá del dólar
Más preocupante que el dólar es el alto riesgo país. Los bonos de corto plazo rinden 3,5% anual en dólares, pero los que van más allá de 2020 rinden un 10% anual en dólares. Esto me muestra cierto riesgo político, que justifica mi párrafo introductorio. Yo asumo el riesgo y, por lo menos con el 30% de mis ahorros, tengo bonos que vencen en el año 2024. Rinden 12% anual en dólares, suficiente renta para que la avaricia le gane al miedo. Y para mayo, está previsto el cobro de un adelanto.
Cuando uno invierte en un bono juzga capacidad y voluntad de pago. La capacidad es un tema de gestión, y la voluntad un tema político. Fallan ambas.
¿Qué opciones existen para los ahorristas que son más arriesgados? Acciones ligadas a Vaca Muerta, al transporte y la producción de gas y a la ganadería (exportable a Estados Unidos) son una oportunidad interesante. Nunca llevaría a estas opciones más de 20% de los ahorros, cuestión de poder olvidarme y poder dormir sin seguir los precios día a día.
Por último, y a modo de conclusión usted se conoce como nadie y sabe qué riesgo puede soportar. El riesgo cero no existe, así que saber administrarlo es la consigna.
El empresario e inversor estadounidense Warrant Buffet decía: "Usted continuará sufriendo si tiene una reacción emocional a todo lo que se le dice. El verdadero poder es sentarse y observar las cosas con lógica. Si las palabras te controlan, significa que todos los demás pueden controlarte. Respira y deja que las cosas pasen".
No se deje llevar por las noticias diarias. El tiempo es un potenciador de las decisiones: si son malas, el paso del tiempo te arruina, pero si son buenas, el paso del tiempo te enriquece. Usted decide.
Secretario general de la Federación Iberoamericana de Bolsas
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