Devaluación. Por qué sube el dólar en la Argentina
El dólar hoy volvió a ser noticia esta semana. Con un salto mayor al 2,8%, el tipo de cambio aceleró la suba y el precio de venta al público llegó a $45 en algunos bancos, un nuevo máximo histórico para la divisa estadounidense.
Un conjunto de factores externos e internos explican este retroceso del tipo de cambio en la Argentina, que acumula una caída del 15% en el primer trimestre de 2019, luego de saltar un 100% en 2018. El movimiento devaluatorio de las monedas de países emergentes de América latina y otros continentes, junto a los desequilibrios internos que arrastra y aún no soluciona la macroeconomía local explican la volatilidad del mercado cambiario, que proyecta continuar hasta las elecciones.
Devaluación en el mundo
El contexto internacional es muy negativo para las monedas emergentes. Al igual que la semana pasada, hoy hubo fuertes devaluaciones en Turquía, Brasil, Sudáfrica o México, en un contexto de salida de capitales de esos destinos. El último disparador fue un menor reporte de producción industrial en Alemania y Francia, que debilitó al euro frente al dólar, y un menor ritmo de crecimiento del empleo en los Estados Unidos, que pronostica un menor crecimiento de la mayor economía del mundo.
La tendencia golpeó al peso, que hoy replicó ese movimiento en el inicio de rueda y se depreció inmediatamente a ritmo similar al de otros mercados, al igual que la semana pasada. El mayorista superó los $43,83, con una suba del 2,8%, mientras que el minorista llegó a $45 en algunos bancos.
La lira turca, una de las monedas que junto al peso argentino estuvo entre las más devaluadas de 2018, perdió casi un 1,9%, mientras que en Sudáfrica, el rand cae 1,2%. En América latina, el real brasileño pierde un 1,96%, al igual que el peso mexicano (1,1%), el uruguayo (1,2%), el chileno (0,4%) y el colombiano (1,1%).
Problemas para generar dólares
La economía argentina está expuesta y siente con mayor impacto cualquier shock externo. Así lo evidencian sucesos de los últimos años como el Brexit, la crisis cambiaria en Turquía, el movimiento de la tasa de interés de la Reserva Federal estadounidense o el movimiento de las monedas emergentes actual.
Uno de los factores más relevantes radica en las dificultades de la economía para generar dólares genuinos, y su dependencia por el financiamiento externo (endeudamiento) para cubrirlo. En ese escenario, cualquier movimiento que implique salida de capitales o encarecimiento del financiamiento golpea al mercado cambiario local.
Ese contexto marcó la dinámica económica en 2018, que terminó con una caída del 2,5% del PBI. Un golpe a mercados emergentes dinamizó la corrida cambiaria y llevó al Gobierno a pedir asistencia financiera al FMI , que avaló un préstamo record para el país que permitió frenar las expectativas de devaluación y mayor volumen de divisas para el pago de deuda.
Tras el salto del tipo de cambio, la recesión contribuyó a revertir el déficit comercial, con un desplome de las importaciones, y la salida de divisas por el consumo de argentinos en el exterior.
A su vez, el Gobierno decidió acelerar el ajuste fiscal, uno de los puntos claves del acuerdo con el FMI, para llegar al déficit primario cero este año. Según esta perspectiva, el equilbrio primario disminuirá la necesidad de financiamiento futuro de la Argentina.
"La estrategia macro del año electoral es acelerar el apretón monetario para subir la tasa, controlar el dólar y calmar las expectativas de inflación, pero el problema es que si eso sale bien en el corto plazo, se hace a costa de un deterioro del balance del Central, con lo cual, se termina poniendo en riesgo la consistencia intertemporal de la política monetaria y su eficiencia para coordinar expectativas", sostiene Federico Furiase, economista jefe del estudio Eco Go.
Inflación
Es el mayor problema de la macroeconomía argentina. Luego del 47,5% de 2018, la marca más alta en 27 años, no dio señales de desaceleración en los primeros tres meses de 2019, que arrojan índices por encima de las previsiones oficiales.
Tras el 2,9% de enero y el 3,8% de febrero, economistas privados ya estiman un piso del 3% para marzo, que arrojaría una suba de precios del 10% en el primer trimestre del año.
Luego del salto del dólar en 2018, la suba de la inflación erosiona la competitividad del tipo de cambio y empuja al alza al mercado al alza. Esta dinámica ilustra una paradoja: planchar al dólar permite frenar la suba de los precios (ancla cambiaria), aunque eso empeora las perspectivas para las exportaciones argentinas. A la inversa, la suba del tipo de cambio acompañando la inflación mantiene la competitividad pero implica mayor traslado a precios (combustibles, alimentos, tarfifas de servicios públicos, bienes importados, entre otros).
La tasa no alcanza
Con un dólar dentro de la zona de libre flotación definida en el marco del acuerdo con el FMI-hoy definida entre $39,29 y $50,84-, el Banco Central no puede vender divisas en el mercado y recurre a la tasa de interés como herramienta para contener la suba del tipo de cambio, aunque su efecto luce insuficiente para cumplir con el objetivo.
Luego de bajar a 43,94% el 14 de febrero, la tasa comenzó un recorrido ascendente a medida que el dólar comenzó a apreciarse en el mercado local. Hoy se ubica por encima del 67%, su valor más alto desde el 8 de noviembre, mientras el peso continúa devaluándose.
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