Dos objetivos difíciles y varias incógnitas
Los detalles del acuerdo al que finalmente llegaron el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional muestran, por si hacía falta aclararlo, el fin definitivo del gradualismo que había abrazado Cambiemos en los dos primeros años de gestión. Al riguroso ajuste fiscal ya anunciado al enviar el proyecto de presupuesto al Congreso (con la meta de déficit cero para el año próximo) se le agrega ahora un cambio de régimen monetario y cambiario cuyo objetivo prioritario es tratar de frenar el dólar y reducir la inflación.
Revelan, además, lo que todo el mercado y distintos observadores descontaban sobre las razones que provocaron la renuncia del ahora expresidente del Banco CentralLuis Caputo. En tren de preservar al único prestamista que, en la actual crisis, estaba dispuesto a financiar a la Argentina, el Gobierno aceptó la imposición del FMI sobre los límites del BCRA para intervenir en el mercado cambiario.
Caputo entendía que, en un mercado bimonetario como el argentino, donde el dólar también funciona como un activo de reserva de valor, dejar jugar libremente su cotización puede sumar problemas, por sus efectos sobre la inflación, el poder adquisitivo y el nivel de actividad.
El Fondo, tradicionalmente, apoya los regímenes de flotación libre, pero en el caso argentino aceptó un instrumento intermedio como el régimen de bandas cambiarias (o "zonas de intervención y de no intervención", como las calificaron ayer el ministro Dujovne y el flamante presidente del Central, Guido Sandleris ), mostrando una cuota de pragmatismo y de confianza en el equipo económico argentino, ahora consolidado en torno de la figura del titular de Hacienda. Nada se dijo, al menos en público, sobre por qué ahora habría de funcionar un instrumento como las subastas de dólares, hasta ahora infructuosas.
No se sabe si se discutió sobre esto en la negociación, pero nadie descarta que el Gobierno pueda intervenir en el mercado no a través del Central, sino mediante otros entes oficiales, como el Banco Nación o la Anses , o incluso el Tesoro (como sugirió Dujovne), especialmente en caso de que la cotización del dólar amenace romper el techo de la banda cambiaria.
La apuesta del Gobierno es que el mercado acepte su visión de que el nivel actual del dólar está al menos cerca del equilibrio, y que la fuerte devaluación de las últimas semanas contribuyó al mismo tiempo a licuar las necesidades fiscales.
Las señales más importantes que quisieron enviar a los mercados los firmantes del acuerdo son dos: una, que el Gobierno contará con los fondos suficientes para cumplir con todos sus vencimientos de deuda hasta el fin de su mandato (a lo que se suma la menor necesidad de dinero por la eliminación del déficit fiscal primario). Juegan en este sentido la ampliación del monto original del acuerdo de US$50.000 millones a US$57.100 millones y el adelantamiento a este año y el próximo de un total de US$18.800 millones que se habían previsto para los años subsiguientes.
Dos, que bajar la inflación es tan prioritario que se resolvió reducir a cero la emisión monetaria, en un esfuerzo que traerá aparejado que, en lo inmediato, la recesión se mantenga. Desde cuándo la economía comenzará a reaccionar fruto de la normalización es aún motivo de debate entre economistas y observadores.
"Si la inflación aterrizara rápido a un andarivel de 2,5% mensual a principios de 2019, la recuperación podría darse por mejora del poder adquisitivo en el margen. Eso ayudaría a salir de la recesión, pero hay que atravesar lo que queda del segundo semestre", estima Jorge Vasconcelos, director del Ieral.
En lo inmediato, anoche se calentaba el debate por adelantar cómo se moverá hoy el dólar, dado que los anuncios se conocieron tras el cierre de los mercados, con un tipo de cambio apenas al alza en $39,44 al público y en $38,55 a nivel mayorista.
Un expresidente del Banco Central veía anoche una tendencia al alza, "salvo que hubiera una sorprendente demanda de bonos argentinos".
"No estoy seguro", dudaba Vasconcelos. "La demanda de dólares está muy influenciada por el recorrido de la tasa de riesgo país y la tasa de los bonos parecía mejorar tras el anuncio", agregó.
La recesión imperante no solo disciplina a la inflación, sino también a la tasa de interés, otra de las variables en juego. "La demanda de crédito está caída por la recesión, lo que podría evitar que la tasa se dispare. Como el rescate de Lebac se habrá de completar, hay 300.000 millones en los próximos dos meses que habrán de testear el esquema", concluía otro analista.
Una vez más, las buenas noticias aún se demoran.
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