El hecho de que producir reduciendo emisiones sea más rentable que hacerlo provocándole daños al planeta marcará un punto de inflexión, según quienes analizan el tema
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Guerras cruentas, incertidumbre geopolítica, el año más caluroso jamás registrado, récord de catástrofes climáticas: en el panorama global solo falta que, como decían Les Luthiers en su zamba “Añoralgias” (1981) “al atardecer lluevan meteoritos”.
“2023 fue un año de extremos a nivel global, con olas de calor intensas (julio marcó un récord), incendios forestales devastadores y lluvias torrenciales –apunta Agustín Schiavo, CEO de Mycorium, una empresa de biotecnología que transforma residuos en un material alternativo al cuero sintético–; en 2015 se establecieron los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, de los cuales se estima que recién se cumplió un 15%. En términos futbolísticos, nos estamos yendo al entretiempo perdiendo por goleada”.
Más allá de los programas gubernamentales, los economistas que siguen de cerca la agenda climática discuten hoy si estamos cerca o lejos del verdadero umbral de cambio: que producir reduciendo emisiones sea más rentable que hacerlo contaminando. “Los problemas de la crisis climática no se van a resolver con altruismo, voluntarismo o convicción, sino por las potenciales oportunidades económicas que surjan en una eventual transición a una economía con baja emisión de gases de efecto invernadero”, explica la economista Elisa Belfiori, especialista en esta agenda y profesora de la Universidad Di Tella.
El debate no es nuevo. En 2011 se publicó el libro Capitalismo Climático, de Hunter Lovins y Boyd Cohen, que justamente hacía énfasis en el nudo gordiano de un sistema de precios que no incorpora las externalidades negativas de la contaminación: “Nos hemos acostumbrado a consumir barato y producir caro”, es el resumen.
Para Belfiori, en la Argentina a nivel sectorial hay un ejemplo que refleja bien esta dinámica: “Aquí el cambio lo vemos más en la agricultura y menos en la industria, el transporte y la energía. El campo es pionero en técnicas sustentables porque se juega su negocio en no agotar los recursos de suelo y agua”.
A nivel global, la tecnología estrella de 2023, la inteligencia artificial generativa, también trae noticias perturbadoras para el medio ambiente: a pesar de las ganancias de eficiencia de los centros de datos, el MIT pronostica que para 2030 se devorarán un 21% de la electricidad mundial, contra solo un 1%/1,5% en la actualidad.
Cabezas caídas y miradas perdidas en el entretiempo, como decía Schiavo. ¿La goleada es irremontable? La mayor parte de los expertos y emprendedores vinculados al clima cree que el año, a pesar de sus sucesos extremos, trajo por primera vez algunas muy buenas noticias.
Por ejemplo, “por primera vez en los países desarrollados el PBI creció al mismo tiempo que se redujeron emisiones de carbono, algo que parecía imposible hasta hace poco tiempo”, dice a LA NACION. Tomás Ocampo, de Unblock Computing, una startup que entrena inteligencia artificial usando energía desperdiciada en Vaca Muerta. “Esto se ve ya en los países nórdicos, pero también en los Estados Unidos, donde, aun considerando la contaminación de las importaciones de China, están en el mismo nivel de emisiones de 1995. Esto es posible gracias a que varias tecnologías dejaron la etapa de research y laboratorio y empiezan a escalar”, sigue Ocampo.
Entre otras tecnologías, el especialista, que estudió en Stanford, menciona la energía geotermal (la empresa Ferbo Energy anunció que ya construye una planta geotermal comercial de 400 megas de energía), las iniciativas de reciclado de baterías y los avances que sigue habiendo en movilidad autónoma eléctrica.
Uno de los sectores en los que hubo un shock de optimismo en el último trimestre en materia de sustentabilidad es el de las líneas aéreas. El segmento es uno de los más contaminantes del mundo y sus campañas pro-medio ambiente recibieron acciones de clase de grupos ambientalistas por “engañosas”, a la par de que se descubrieron muchos fraudes en las empresas que se dedican a “compensar” las emisiones (plantar árboles por cada vuelo, etcétera).
La tormenta de relaciones públicas es tan intensa que hasta la cantante Taylor Swift tuvo que reconsiderar sus viajes en jet privado a todos lados, por las críticas de sus fans. El optimismo llegó en las últimas semanas a partir del anuncio de la asociación de Alaska Airlines con Microsoft y Twelve para volar con un combustible que surge de la recaptura de CO2, “E-jet”. Todavía esta alternativa es bastante más cara que el petróleo convencional, pero se cree que el precio bajará rápido y Alaska apunta a lograr cero emisiones en 2040.
El economista y ex trader de Wall Street Federico Wajnerman decidió volcarse de lleno a este negocio desde M4life, una firma de origen tucumano que provee soluciones amigables con el medio ambiente para la agroindustria. “Hasta hace no mucho tiempo, los impuestos por contaminar (pigouvianos) representaban monedas en comparación con los costosos desarrollos de productos biológicos, pero esto está cambiando radicalmente”.
¿Hasta cuándo seguirá la recesión de fondos de capital de riesgo? La especulación en el sector era que en la segunda mitad de 2024 iba a volver un panorama más benévolo, pero la suba de tasas hizo entrar este pronóstico en un cono de dudas.
Rubén Altman es CEO de Antom.ia y uno de los impulsores de la primera conferencia de ClimaTech Argentina, que se desarrolló la semana pasada en la Usina del Arte con varios jugadores del sector, cree que, a pesar de la recesión global de los VC, “las transformaciones requeridas en materia de mitigación y adaptación al cambio climático abren enormes oportunidades de negocios”.
Para Alexis Caporale, un ingeniero argentino asociado al World Fund (el mayor fondo de inversión en proyectos de clima del mundo, basado en Berlín) la reducción de fondos de riesgo “limpió el humo” de muchos proyectos. “2024 va a ser un año turbulento, por las guerras y por las elecciones en los Estados Unidos. Pero la ciencia y la tecnología de punta siguen avanzando, con lo cual el fondeo parta los proyectos con valor real seguirá fluyendo”, contó a la nacion.
El punto de inflexión es “que sea negocio”, y hoy la ecuación parece estar cambiando, aun para iniciativas que hace muy poco parecían de ciencia ficción. Un paper publicado el 16 de octubre por los economistas Luisa Corrado, Maureen Cropper y Akhil Rao, titulado “Exploración espacial y crecimiento económico”, concluye que los asteroides son muy ricos en los insumos necesarios para las energías limpias y que su minado será rentable en las próximas dos décadas. En materia de economía del cima, los meteoritos podrán servir para extraer metales de manera no contaminante y no para “llover al atardecer”, como en la canción de Les Luthiers.
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