"Es necesaria una política que genere previsibilidad"
-La economía argentina perdió competitividad. ¿Se la puede recuperar devaluando?
-No estamos en 2002; ahora las devaluaciones son licuadas en unos meses por la inflación. Es necesario dejar atrás las soluciones mágicas. El punto de partida es una política económica que genere previsibilidad. Tras una década perdida, la apuesta principal debe ser invertir en infraestructura, pero es un desafío de largo aliento. La baja de impuestos o "devaluación fiscal" es apenas un paliativo. Igual de importante es normalizar el comercio exterior, eliminando trabas burocráticas. Pero no todo es responsabilidad del sector público. Por ejemplo, la sofisticación de los negocios para adquirir mejores prácticas es una tarea básicamente privada. La dirigencia empresaria y sindical deberá trabajar para alinear incentivos y eludir la puja distributiva. El margen de maniobra inicial tendrá que llegar de sectores con fuertes ventajas como el agro, la agroindustria, la minería y la energía.
-¿Por qué el mercado local de capitales no financia el salto de la inversión?
-La inestabilidad macroeconómica y la inflación son estigmas que dificultan avances concretos. El punto de partida es volver a convencer a los argentinos, sobre todo a los que fugaron dólares, de que es buen negocio hundir capital en su país. Además de normalizar el entorno macroeconómico, es necesario un cambio cultural: educar financieramente a los ahorristas para que cuenten con más opciones de inversión. El dólar, el plazo fijo o los ladrillos no fueron ni son las mejores ni las únicas alternativas. Para las empresas, fundamentalmente las pymes, es necesario profesionalizar la gestión financiera. Para las grandes, el sector público deberá generar otros instrumentos. Un Banco de Desarrollo puede ser una herramienta y hay que pensar en soluciones de mercado, que sólo surgirán en un entorno predecible.
-¿Cómo combatir la asfixia de las pymes en una economía estancada?
-Muchas pymes han logrado crecer aprovechando los resquicios que dejaron las grandes empresas, principalmente extranjeras. El empresario local entiende la volatilidad, es flexible y tiene capacidad de reacción. Atributos que son muy buenos para despegar, pero que pueden ser insuficientes para "dar el salto". Cuando la economía crecía al 8%, todos los negocios eran rentables. Viene una etapa de concentración. El desafío es generar las condiciones para aprovechar el próximo ciclo de expansión antes de que vuelva la competencia por espacios perdidos. No todas las actividades cuentan con iguales oportunidades, pero es momento de invertir. Para financiar el proceso existen herramientas específicas para pymes, desde las sociedades de garantía recíproca hasta líneas públicas a tasas subsidiadas.
El autor es economista y director de la consultora Analytica
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