Kirchnerismo soft para la campaña electoral
La reconversión ideológica de Arturo Frondizi cuando llegó a la Presidencia, la sabiduría del teorema de Raúl Baglini y la metamorfosis del peronismo según pasan los años son algunas muestras de una colección histórica de la política argentina que ponen en evidencia cuanto pueden cambiar las ideas con las que un gobierno entra a la Casa Rosada en comparación con las que levanta al final del mandato. Desde hoy, la gestión de Mauricio Macri se sumará a la lista.
El Gobierno anunció la puesta en marcha de un paquete de medidas con el objetivo de profundizar la lucha contra la inflación y ayudar a reactivar la economía, según sus términos textuales. Allí surge la primera rareza: Cambiemos no está acostumbrado a anunciar la implementación de una batería de medidas económicas, algo que remite a los años de Domingo Cavallo en las gestiones de Carlos Menem y Fernando De La Rúa.
No hace falta rasgar demasiado en las 11 páginas difundidas por la Casa Rosada para encontrar medidas de inspiración kirchnerista. La principal apuesta para atenuar el impacto de la crisis en la población es la implementación de un acuerdo con empresas para mantener por al menos seis meses los precios de 60 productos esenciales y el congelamiento de las tarifas de agua, luz y gas.
En el primer caso, se trata del fortalecimiento del programa Precios Cuidados, que nació en enero de 2014, cuando Augusto Costa era el secretario de Comercio designado por Axel Kicillof.
En el segundo, puede compararse con el uso en miniatura de una de las herramientas que llevó al paroxismo el Kirchnerismo y denostó la oposición. Con números y criterio, los economistas y los políticos, entre los que estaban Mauricio Macri y su grupo de asesores, señalaron a esa decisión como una de las grandes equivocaciones que condujeron al cepo cambiario, al déficit fiscal y a la pérdida de reservas del Banco Central.
Las medidas que se anunciaron hoy no están en el ADN ejecutivo de Macri, y poco pueden hacer para normalizar la inflación según la interpretación que hacen las propias espadas económicas en las que más confía el Presidente. Son cosas que quedaron desplazadas por la inminencia de la carrera electoral y los fantasmas de Cristina Kirchner y Roberto Lavagna, que sobrevuelan la Casa Rosada guiado por el mapa que trazan las encuestas.
Precios Cuidados, por ejemplo, tuvo desde el principio una alta aceptación por parte de los consumidores, más interesados por encontrar un guiño desde la góndola del supermercado antes que sumergirse en las complejidades del Índice de Precios al Consumidor (IPC), la medición real de la inflación.
Hay más medidas que bien podría formar parte de las políticas identificadas con el kirchnerismo. Por ejemplo, más beneficios y créditos que serán dados por la Anses –de su caja se financió la AUH, una de las creaciones de mayor impacto implementadas por Cristina Kirchner- y un nuevo llamado para el Procrear, programa que tiene el mismo apellido.
Situar las medidas de hoy en el mismo renglón del kirchnerismo explícito, sin embargo, equivaldría a dar un gran salto al vacío que sólo podría corroborarse si se extienden en el tiempo. Se parecen más a la búsqueda de herramientas previstas en el manual de la política para dar respuesta a una necesidad que muestran los sondeos de opinión, según los cuales la primera preocupación de la gente es la inflación y la segunda, el nivel de empleo.
Las medidas principales que estamos lanzando (y que se detallan más abajo) son un acuerdo con empresas líderes para mantener por al menos seis meses los precios de 60 productos esenciales y la no disposición de nuevos aumentos de tarifas de servicios públicos para este año en la órbita del Gobierno Nacional.