La Argentina entre la desconfianza y el apoyo externo: ¿punto de inflexión o respiro pasajero?
El mercado llegó a descontar que el programa económico de Luis Caputo estaba agotado y llegó entonces el respaldo de los Estados Unidos
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Las últimas semanas estuvieron marcadas por un clima de incertidumbre y volatilidad. El mercado llegó a descontar que el programa económico estaba agotado y que el Gobierno enfrentaba desafíos políticos inmanejables.
El origen de esta percepción se vincula con un problema reputacional profundo: la Argentina ostenta el triste récord mundial de haber reestructurado su deuda pública nueve veces. A eso se suma un Congreso que, en lugar de acompañar la política de superávit fiscal, parece empeñado en desarmarla.
Cuando crece la incertidumbre, los agentes económicos dejan de consumir e invertir y buscan refugio en el dólar. El tipo de cambio escala rápidamente hasta el techo de la banda cambiaria, obligando al Banco Central (BCRA) a intervenir. La intervención oficial no logra disipar la tensión: en el mercado se instala la idea de que el Banco Central usa sus dólares para forzar un tipo de cambio que no refleja la realidad. El resultado es un círculo vicioso de ventas de activos y mayor demanda de divisas, aparentemente imposible de frenar.
Sin embargo, un repaso de los números permite matizar esa visión. El Banco Central aún cuenta con reservas suficientes para enfrentar una caída en la monetización de la economía hasta niveles mínimos desde la salida de la convertibilidad. Al mismo tiempo, la deuda de mercado en moneda extranjera representa menos del 20% del PBI, con superávit fiscal: un caso único en el mundo. Además, los vencimientos de 2026 equivalen apenas al 1,5% del PBI. A modo de contraste, Estados Unidos deberá afrontar compromisos por cerca del 30% del PBI.
En ese marco, Washington decidió intervenir, aparentemente por motivos geopolíticos, y dio un giro al escenario. Primero con mensajes en redes sociales y luego con anuncios formales que movieron al mercado durante dos semanas, hasta culminar el jueves con tres definiciones centrales: un swap de monedas por 20.000 millones de dólares para reforzar las reservas, la intervención del Tesoro estadounidense en el mercado cambiario adquiriendo pesos y la ratificación del esquema de banda cambiaria, definido como “adecuado para su propósito”.
La reacción fue inmediata: fuerte suba de los activos locales, baja en las tasas de interés, reducción del riesgo país y una reversión en el mercado cambiario. La pregunta clave es si esta intervención externa alcanza para revertir definitivamente la desconfianza. Probablemente no.
El mercado esperará los resultados de las elecciones legislativas de medio término en pocas semanas, y sobre todo evaluará la capacidad de negociación del Gobierno con el nuevo Congreso para avanzar en las reformas estructurales que permitan consolidar la estabilidad.
Por ahora, el apoyo norteamericano dio aire y tiempo. La incógnita es si la Argentina lo aprovechará para romper de una vez con su historial de promesas incumplidas.
El autor es economista y chief economist de BlackTORO Global Wealth Management
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