La burocracia ataca: ¡simplifiquemos!
Sabemos que el déficit fiscal es un problema, que no se pueden subir impuestos y que nadie quiere/puede/sabe cómo bajar el gasto. Sabemos que en la Argentina hay más de 90 impuestos con múltiples tasas de diversas jurisdicciones y organismos con mil trámites. Un verdadero laberinto impositivo y regulatorio.
Tengo una propuesta: ¡simplifiquemos! Que los diversos organismos definan un único trámite para cada actividad. Las personas/empresas afrontan no sólo los impuestos, sino también el tiempo dedicado a cumplir con normativas que parecen perseguirnos desde la colonia.
Trámites múltiples, que deben replicarse en cada municipio, horarios reducidos u oficinas nacionales como la Anses o el Senasa, cada una con su propio librito, implican que el empresario no esté dedicado a producir, sino a cumplir con tales tareas burocráticas. Tampoco podrá estar pensando en adelantos tecnológicos, mejoras en productividad ni expansión de su mercado, ya que la estrategia para el largo plazo desaparece ante la urgencia de cumplir con papeles y papelitos.
Si no pueden simplificarse los trámites, al menos facilitemos hacer cada uno de ellos. Tal parece ser el camino inverso al elegido por la AFIP para sus cobros a través de los VEP, utilizando Tokens y clave fiscal que requiere previamente haber tomado una huella digital. ¿Habrá que agregar un círculo al Infierno de Dante? Si el lector no reconoce lo que describo, es cuestión de esperar... ¡Ya llegará!
En momentos en que crece exponencialmente el crédito hipotecario y moviliza a todo el sector (con cada préstamo se arma una cadena que permite la compra de varias propiedades), los trámites para venta y registro de una transacción son caros y lentísimos. Los registros de propiedad no se han modernizado y el escribano sigue siendo la figura más expectable en cada pueblo.
Hace poco, el empresario y economista Gustavo Lázzari publicó "La odisea de transportar una simple bondiola", un artículo donde describe los 21 documentos al día que implica trasladar una bondiola entre municipalidades contiguas. Es cómico hasta que se piensa en el brutal costo que eso implica.
Un paso cuántico se da con la VUCE: Ventanilla Única de Comercio Exterior. Es insuficiente, tiene vueltitas, pero comparado con lo que había es un gigantesco primer paso. Es llamativo lo difícil que es simplificar: ha llevado muchos meses lograrlo, desde que las autoridades se abocaron al tema. Bueno sería que pudiera hacerse en muchísimas otras áreas.
Eliminar o simplificar no reduce los impuestos, pero sí libera tiempo y evita disgustos, trampitas, sanciones y algunas picardías de un inspector avivado. Y disminuye enormemente las tareas que se cumplen en cada oficina o institución, con lo cual sus miembros podrán abocarse a otras funciones que realmente ayuden a la sociedad.
Economista de la Universidad del CEMA
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