Un folleto cambió para siempre la vida de Aliy Zirkle. Si no se hubiera cruzado, en su universidad, con ese papel que decía "¿Por qué estudiar biología en Philadelphia, cuando lo puedes hacer en Alaska?", esta joven estadounidense jamás se habría mudado a esa tierra helada, nunca se habría convertido en ídolo de las carreras de perros tiradas con trineos y tampoco habría sufrido su mayor desilusión deportiva.
Para conocer los orígenes de Zirkle hay que "viajar" hasta New Hampshire, en el noreste de los Estados Unidos, donde nació en el año 1970. Se crio en una familia de aventureros, por lo que cambió varias veces su lugar de residencia y vivió en Puerto Rico, Pennsylvania y Missouri.
"Desde muy chica, mostró un gran amor por los perros. Viviéramos donde viviéramos, siempre había perros que la seguían desde el colegio hasta casa", dice su hermana mayor, Kaz Zirkle, en el capítulo 6 de la serie Losers, que cuenta su vida y que está disponible actualmente en Netflix. Un día, Aliy ató una patineta a un grupo de perros y se armó un trineo, algo que resultó premonitorio.
Aliy siempre fue atleta y aventurera. Según se describe en SP Kennel, el sitio web que lleva el nombre de su perrera, jugó voleibol universitario y practicó lanzamiento de martillo. Fue invitada a las pruebas olímpicas de 1992 en los Estados Unidos y, ese mismo año, concretó una caminata de 2000 millas (3218,68 kilómetros) por el sendero de los Apalaches, que le insumió 4 meses y medio.
Pero sería en su etapa de estudiante de Biología en Philadelphia, cuando su vida cambiaría totalmente de rumbo: en la puerta de un laboratorio donde debía cursar una materia vio pegado el papel que incitaba a estudiar en Alaska. Como ella misma recuerda en la serie mencionada, quedó shockeada, se mudó al estado más grande y menos poblado de los Estados Unidos y descubrió que ese era su paraíso en la Tierra.
Al poco tiempo se fue a vivir a Bettles, un pueblo de apenas 35 habitantes, ubicado al norte del Círculo Polar Ártico. En ese lugar, alejado de todo, empezó a trabajar en un Refugio Nacional de Vida Silvestre Kanuti. "La única forma de llegar a este lugar es en avión o barco en verano, y en avión, moto de nieve o equipo de perros, en invierno", se destaca en su sitio web.
Pronto adoptó a su primer perro de la raza Alaskan Husky, luego otro y otro y otro... Construyó su propio trineo y ese fue el comienzo de una pasión deportiva que ya no se detendría: el mushing, como se denomina la carrera de trineos tirados por perros. Se anotó en una competencia de Navidad y salió penúltima, pero eso le sirvió para despertar su espíritu competitivo y a partir de ahí no la paró nadie.
En 2000, Aliy ganó la Yukon Quest, "La carrera de perros de trineo más dura del mundo" y se convirtió en la primera mujer en lograrlo. Después de eso, se enfocó en su máximo desafío: la Iditarod, que es el evento anual más famoso de Alaska y algo así como el Superbowl de las carreras de larga distancia en trineos tirados por perros.
La Iditarod transcurre a través de 1600 kilómetros y atraviesa el territorio de Alaska, desde Anchorance hasta Nome. Se recorren 214 kilómetros sobre el mítico río Yukón y se finaliza a orillas del Mar de Bering, luego de haber pasado por montañas heladas.
Aliy completó durante 17 años consecutivos esta carrera, una verdadera proeza para cualquier deportista. No solo eso, fue segunda en tres competencias consecutivas: 2012, 2013 y 2014, algo que no había logrado ninguna mujer hasta ese momento.
Luego de quedar quinta en 2015, se propuso que la Iditarod de 2016 sería su consagración definitiva; esta vez no se le podría escapar el triunfo. Como ella misma cuenta en Losers, la carrera iba muy bien y su equipo de perros estaba estupendo. Cuando faltaban unos pocos kilómetros, Aliy iba primera, sin nadie a la vista.
Aquella niña aventurera, que amaba el deporte y los perros, se había convertido ahora en ídolo de los aficionados, se había colgado infinidad de medallas y estaba a punto de convertirse en la primera mujer en ganar la legendaria Iditarod. Estaba en su mejor momento. Tocando el Cielo con las manos. Pero... siempre hay un "pincelazo" que estropea el final.
Aliy y sus perros iban solos en medio de la noche por un helado río Yukón, cuando de pronto ella escuchó el ruido de una moto de nieve a sus espaldas. Por lo general, las motos de nieve bajan la velocidad cuando se acercan a un corredor, pero esta hizo todo lo contrario: aceleró a fondo y embistió al trineo, por lo que Aliy y los perros volaron por el aire y cayeron sobre el suelo helado.
Ella no lo podía creer, pero lo peor fue cuando vio que la moto giraba, se ponía de nuevo de frente a ella y la encaraba a 60 kilómetros por hora. Logró esquivarla, pero el agresor intentó matarla una y otra vez, hasta que se cansó y se fue. Aliy salvó su vida y la de sus perros, pero perdió la carrera y quedó con un terrible trauma psicológico.
Ese loco, llamado Arnold Demoski, que luego se declaró culpable de todos los cargos y fue condenado a seis meses de prisión, le quitó para siempre la gloria de sus manos. Le cortó el triunfo aquella aciaga noche de 2016 en la que Aliy llevaba pegado en el pecho un número que para los supersticiosos lo dice todo: el 13.
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