Las inversiones petroleras van a los países ricos
La estabilidad política e incentivos allanan el camino para ganancias más previsibles
WELLINGTON, Nueva Zelanda—En esta tierra de montañas y arroyos, Simon Bridges quiere ser el señor de las plataformas de petróleo. Como ministro de Energía y Recursos, Bridges es responsable de las aspiraciones del país de entrar a las grandes ligas. El funcionario recorre el mundo para promocionar a su país entre las empresas de exploración.
En el pasado, era una tarea difícil. Nueva Zelanda es un país remoto y está entre los lugares más caros del mundo para buscar crudo mar adentro. Las grandes petroleras la evitaron. Hoy, sin embargo, está experimentando un auge de exploración que forma parte de un cambio más amplio: después de décadas de enfocarse en naciones menos desarrolladas, las grandes empresas se vuelcan a países ricos en busca de petróleo y gas. Estos lugares implican mayores costos y regulaciones más estrictas, pero su estabilidad política ofrece flujos de caja más previsibles.
Gobiernos de países desarrollados como Nueva Zelanda intentan aprovechar el nuevo escenario. Hace cinco años, el gobierno decidió que la economía dependía demasiado de sectores como la cría de ovejas y el turismo inspirado por las películas de El señor de los anillos, cuenta Bridges.
El país vio una oportunidad en las petroleras que deseaban evitar zonas problemáticas, dice. En 2009, Nueva Zelanda anunció un plan para atraer a compañías exploradoras. En 2012, empresas del sector gastaron unos US$1.270 millones en exploración en Nueva Zelanda, según las cifras más recientes del gobierno, frente a US$346 millones una década atrás.
La campaña de Nueva Zelanda tiene lugar en momentos en que Royal Dutch Shell PLC y otras empresas evalúan su exposición a regiones inestables. Shell decidió hace unos siete años aumentar el gasto en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que agrupa a las naciones más ricas del mundo, a más de 60% de su capital de exploración y producción, indica Simon Henry, director financiero de la petrolera anglo-holandesa.
El año pasado, Shell destinó 67% de sus fondos para exploración y producción a estos países, frente a 57% hace siete años. "Sería bueno si la mayoría de nuestro flujo de caja proviniera de países de la OCDE", afirma su presidente ejecutivo, Ben van Beurden.
Durante décadas, las grandes petroleras apostaron a que valdría la pena invertir en países en desarrollo pese a los riesgos de violencia y corrupción. Los gobiernos con frecuencia alcanzaban acuerdos atractivos, la regulación era relajada y los costos laborales eran bajos. En los últimos años, sin embargo, la violencia, las tensiones con los gobiernos y los mayores requisitos que exigen las petroleras estatales han perjudicado las ganancias en África del Norte y Asia Central.
En 2013, las mayores petroleras privadas del mundo —las estadounidenses Exxon Mobil Corp. y Chevron Corp., además de Shell— destinaron 66% de sus presupuestos de exploración y producción a países de la OCDE, según Sanford C. Bernstein Ltd., frente a 49% en 2003. Eso se debe, en parte, a que las empresas asignan una mayor proporción de sus crecientes pre-supuestos a países desarrollados, y no porque estén retirándose en masa de mercados emergentes.
No obstante, en algunos casos se están yendo. Chevron vendió este año sus activos en Chad. Exxon se ha desprendido de participaciones en proyectos en Irak e Indonesia. Desde 2010, Shell ha vendido US$1.800 millones en activos en Nigeria y el año pasado inició negociaciones para deshacerse de cuatro bloques y un oleoducto en ese país, según fuentes al tanto.
Nueva Zelanda ilustra bien la nueva tendencia. El país ofrece una rareza: millones de hectáreas no exploradas frente a sus costas.
La industria petrolera es pequeña en el país, al generar un cuarto de las exportaciones, detrás de la madera, productos lácteos, carnes y vísceras, según cifras de 2009. Ese año, el gobierno publicó su plan para promocionar y desarrollar sus recursos petrolíferos.
Otros países como el Reino Unido y Canadá también han relajado sus regulaciones. La geología promisoria de Canadá y un gobierno estable, con el cual es fácil tratar, son atractivos, sostiene Anita Perry, vicepresidenta de asuntos gubernamentales en la región de la británica BP PLC. "Han fijado regulaciones buenas y claras con las cuales podíamos trabajar", dice.
En Nueva Zelanda, el gobierno tomó imágenes del lecho marino para atraer a compañías interesadas, realizó licitaciones de nuevas áreas de exploración y solicitó consejos de energéticas sobre cómo elaborar regulaciones. Los funcionarios "definitivamente nos respaldan", dice Garth Johnson, presidente ejecutivo de Tag Oil Ltd., que ha elevado el gasto en perforación en tierra. Agrega que "sus tasas de regalías son atractivas".
Un obstáculo en Nueva Zelanda han sido los medioambientalistas, que se oponen a las perforaciones. En 2010, generaron una polémica al publicar planes oficiales para permitir la exploración en áreas de conservación, tras lo cual el gobierno canceló la propuesta.
La brasileña Petrobras SA acordó en 2010 gastar US$118 millones en exploración marina, pero una flota de Greenpeace rodeó su buque de perforación. Finalmente se fue de Nueva Zelanda sin perforar nada. Una vocera de Petrobras explica que el trabajo de la empresa estatal "no mostró suficientes reservas de petróleo y gas". Dos funcionarios neozelandeses dicen que creen que los manifestantes fueron los responsables. Bunny McDiarmid, directora ejecutiva de Greenpeace en Nueva Zelanda, también piensa que los manifestantes influyeron en la decisión de Petrobras.
La partida de la brasileña fue un duro golpe y el gobierno redobló sus esfuerzos para hacer que las petroleras se sientan bienvenidas. Las iniciativas han incluido la compra de software e invitaciones a ejecutivos de 10 empresas a la Copa del Mundo de Rugby.
Más leídas de Economía
Son hermanos. Perdieron más de US$1 millón en un minuto por un raro fenómeno, no paraban de llorar y cuentan cómo saldrán adelante
Cambios. Siria: en retrospectiva, los hechos parecen inevitables
Polémica. El Gobierno analiza crear un cargo en las facturas de luz para financiar una obra de U$S1000 millones