Ley de primer empleo: es necesaria, pero insuficiente
Los jóvenes enfrentan mayores obstáculos que la población adulta para su inserción en el mercado de trabajo. La tasa de desempleo de la población joven es 2,15 veces mayor a la de la población general. Y una vez que se incorporan en el mercado laboral, los jóvenes tienen mayor probabilidad de encontrar trabajos de mala calidad o en condiciones de informalidad. La diferencia en la tasa de informalidad entre la población total y la de los jóvenes es de 11 puntos porcentuales (42 por ciento versus 31 por ciento). Según la Encuesta Joven para la Ciudad de Buenos Aires, el 63.5% de los jóvenes que obtienen un empleo por primera vez lo definen como precario, y el 36,5% dice que su primer trabajo fue decente.
El primer empleo es un evento central en la trayectoria laboral de los jóvenes, así como su calidad y la posibilidad de mantenerlo: si el primer trabajo ocurre en condiciones de formalización laboral mejora en al menos 50% las condiciones de trabajo posteriores. Ante este panorama, surge la pregunta inevitable acerca de cuál es la mejor manera de abordar con políticas públicas esta situación que castiga mayormente a los jóvenes.
El proyecto de ley sobre primer empleo que impulsa el Poder Ejecutivo y se presentó en la Cámara de Diputados otorga un incentivo económico al sector empleador, a través de exenciones impositivas para fomentar la contratación de jóvenes. La experiencia y lecciones aprendidas indican que las medidas como las que propone el proyecto suelen ser beneficiosas, pero no para todos los jóvenes con problemas de empleo. Son los jóvenes que cuentan con mayores probabilidades de obtener un empleo quienes se verán más favorecidos por este tipo de medidas. En este sentido, el sexo y el nivel educativo juegan un papel clave. Dos evaluaciones de impacto realizadas por la Corporación Andina de Fomento (CAF) de programas similares (“Aprendices” en Chile y “Programa Primer Paso” en Córdoba) demostraron que quienes vieron incrementadas sus posibilidades de conseguir empleo fueron los varones con secundario completo.
Además, como indica la Organización Internacional del Trabajo (OIT), no existe evidencia empírica de que la reducción de costos laborales per se pueda aumentar la demanda de mano de obra.
El núcleo duro
La expansión de los planteles de ocupados se genera en contextos de aumento de la productividad en las empresas. Por lo cual esta medida puede no resultar un incentivo suficiente. También hay que saber que la importancia que adquiere el primer empleo para el itinerario laboral posterior de los jóvenes, indica que se debe intervenir previamente generando condiciones favorables para ello, previniendo el abandono escolar, mejorando la educación básica, y fomentando el acceso a la formación profesional.
Por último, es importante un abordaje al empleo contemplando factores de la demanda. Esta mirada requiere complementar enfoques sectoriales para promover aquellos sectores que pueden crecer y generar empleo, conjuntamente con un enfoque territorial que identifique oportunidades y nichos de empleo allí donde esos sectores no son relevantes.
Resulta imperativo conocer quiénes son los y las jóvenes que potencialmente se beneficiarán de una iniciativa como la ley del primer empleo y quiénes deberán ser alcanzados a través de otras medidas. Y también es necesario saber que hay jóvenes desafiliados estructuralmente del mercado laboral que conforman un “núcleo duro” de desempleo, a los cuales se debe llegar de manera más activa y que requerirán de un Estado que salga a buscarlos y los acompañe de cerca en el camino hacia su primer empleo.
Investigadora principal del programa de Protección Social, Cippec
Gimena de León