Por qué el salario es uno de los grandes desafíos que enfrenta Milei
Las paritarias jugarán un rol fundamental en los planes del Presidente, porque podrían conducir a una nueva inercia inflacionaria o a un deterioro del humor social; qué pasó en los últimos años con los ingresos de los trabajadores de diferentes sectores
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En 2023, los salarios perdieron frente a la inflación. Si bien hasta octubre los ingresos reales lograron sostenerse frente al avance de los precios de la economía, gracias a las constantes renegociaciones salariales, a partir de ese mes la dinámica cambió. En aquel entonces, el índice de precios al consumidor se aceleró a niveles que no se observaban desde la salida de la hiperinflación y el impacto se registró en la billetera de los trabajadores, quienes vieron cómo mes a mes se deterioraba su poder de compra.
De acuerdo con un análisis de la consultora Ecolatina, la aceleración inflacionaria del último bimestre llevó a que casi la totalidad de los sindicatos cerraran el año en rojo. De esta manera, se consolidó por sexto período consecutivo una caída del salario real. Frente al promedio de 2017, el último año de mejora de los ingresos de los trabajadores, el sueldo promedio acumuló una pérdida del 23% en ese lapso.
Hubo sectores a los que les fue mejor que a otros. Los trabajadores del sector privado registrado fueron testigos de cómo su poder de compra se evaporó un 17,8% frente a 2017 y los empleados públicos un 18,4%, de acuerdo con los últimos datos que publicó el Indec de octubre. En el caso de los trabajadores no registrados, los ingresos se depreciaron un 44,4%.
“Dada la inflación esperada para los próximos meses -que promediará 20% mensual entre diciembre y marzo-, para que el poder adquisitivo no se erosione, los salarios deberán correr al mismo ritmo. Si bien las ya aceitadas paritarias jugarán su papel en los próximos meses, morigerando el deterioro del poder adquisitivo, salir empatados de este proceso parece difícil: solamente el salto de la inflación en diciembre dejará perdidas del orden del 10% en términos reales”, pronosticó Santiago Manoukian, jefe de research de Ecolatina.
En el mismo sentido apuntó Claudio Caprarulo, director de Analytica Consultora, quien resaltó que aunque todavía resta conocer el índice de salarios del Indec de noviembre y diciembre, hay signos de alerta. Al observar otros indicadores laborales, junto con la aceleración de la inflación, permiten estimar que el año pasado los trabajadores más protegidos (los asalariados registrados) perdieron poder adquisitivo.
“De acuerdo con una muestra representativa de 15 convenios colectivos de trabajo de los sectores de Servicios (encargados de edificios, bancarios, sanidad, transporte de pasajeros, gastronómicos, comercio y camioneros) y de Producción (metalmecánica, textiles, minero, construcción, químicos, plásticos, alimentos y rurales), la cantidad de ajustes mensuales pasó del 22%, en el primer trimestre de 2018, a 75%, en el tercer trimestre de 2023. Esto es consecuencia de reducir el horizonte temporal de las revisiones, en línea con un régimen de alta inflación”, dijo Caprarulo.
En tanto, para la sociedad de bolsa GMA Capital, la “tendencia que duele” es que los salarios se van atrasando frente al resto de los bienes de la economía. Tomando como base la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (Ripte) de noviembre, los salarios habían acumulado una suba interanual del 143%, mientras que el valor de la canasta básica alimentaria aumentó 189% en el mismo período. Una pérdida de 46 puntos porcentuales.
“En los últimos 72 meses la Argentina tuvo una inflación promedio mensual del 5%. En el último año, tuvo una inflación promedio mensual del 10%. Esta elevada tasa de inflación destruyó el poder adquisitivo del salario de los trabajadores formales e informales”, coincidió Nadin Argañaraz, economista y presidente del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf).
Suponiendo que en noviembre y diciembre los trabajadores recibieron aumentos iguales a la suba del índice de precios al consumidor, en los 72 meses que transcurrieron entre enero de 2018 y diciembre de 2023 los trabajadores privados perdieron el equivalente a 10,4 sueldos; los públicos a 12,4 sueldos (más de un año de ingresos); y los informales, a 19 sueldos, según un estudio de Argañaraz.
En cambio, bajo la hipótesis de que en noviembre y diciembre los salarios aumentaron en un nivel equivalente a la mitad del índice de inflación, entonces los trabajadores formales recibieron, en el período de enero de 2018 a diciembre último, el equivalente a 10,5 sueldos menos; los públicos a 12,6 ingresos (más de un año de ingresos); y los informales, a 19,1 sueldos. “Esto significa que, si bien los trabajadores privados formales cobraron 72 sueldos, respecto al poder de compra de 2017 eso fue equivalente a cobrar 62 sueldos. En el caso de los empleados públicos, fue como cobrar 60 sueldos mensuales de 2017. Y en el caso de los trabajadores informales, fue equivalente a 53 sueldos de 2017″, explica el economista del Iaraf.
Un doble desafío para 2024
Las perspectivas para 2024 no son mejores. Para el presidente Javier Milei, la aprobación del mega DNU y la ley Ómnibus en el Congreso implicaría “de piso, multiplicar por tres los ingresos”. Sin embargo, los economistas no son tan optimistas y agregaron que lo que suceda con los salarios este año significará un doble desafío para el Gobierno.
En un extremo, si los ingresos se indexan de facto y logran no perderle pisada a los precios, habría un “latente riesgo” de una pronta espiralización de precios-salarios. “Este escenario de inestabilidad nominal primero minaría la popularidad del Gobierno -porque la inflación se estacionaría en niveles elevados, por encima del 20% mensual- y también su credibilidad para llevar adelante un plan de estabilización exitoso, en el que eventualmente resultaría más difícil desindexar la economía”, completó Manoukian.
Del otro lado, para Ecolatina, podría darse un contexto en el cual la recesión podría ser un factor contenedor de los precios. En este caso, la inflación se desaceleraría como resultado de una demanda agregada “débil”, consecuencia del desplome del poder adquisitivo.
Cuanto mayor sea la diferencia en la velocidad a la que corren los precios con respecto a los salarios, más grande será el efecto recesivo y la baja en el índice de precios al consumidor. La amenaza de desempleo y una eventual apertura comercial podría “mantener a raya” las demandas de recomposición de algunos sectores, condicionando el humor social a pocos meses de comenzar el mandato.
“Consideramos que el camino a desandar contendrá elementos de cada escenario. Pese a que el Gobierno no ha esbozado una pauta salarial, las demandas no se hacen esperar: habrá una combinación de paritarias bimestrales/trimestrales que buscarán ‘ganarle’ a los precios, con otras de ajustes mensuales -algunas virtualmente indexadas-, donde seguramente también proliferen las sumas fijas para compensar un alicaído poder de compra. Sin embargo, todo esto no será suficiente, y el poder adquisitivo de mínima perderá un 10% de su valor durante el verano, por lo que el efecto de la recesión -y el ancla salarial- también jugará su papel en estos meses”, agregó Manoukian.
De acuerdo con las proyecciones de Analytica, en 2024 los salarios volverán a caer en términos reales, aun por encima de la baja que se registró en 2019. En ese entonces, fue la variación negativa más alta de los últimos años.
“Aún no hay indicios de qué posición va a tomar el Gobierno frente a las paritarias. Más allá de que sea una negociación entre privados, tiene que, como se suele hacer en las crisis, coordinar para evitar desatar una carrera entre precios y salarios que espiralice la inflación. Entre otras cosas, porque es importante evitar que los ingresos de las familias sigan cayendo. De ser así, la merma en la actividad va a ser aún más alta. Un camino es tomar en cuenta la fuerte dispersión que tuvieron los salarios en los últimos años, tanto entre los registrados y los no registrados, como dentro de los que están en convenios colectivos de trabajo. Un estudio que realizamos da cuenta de que los trabajadores de servicios (camioneros, comercio, gastronómicos) perdieron más respecto a los que están en sectores productores de bienes (metalmecánica, textiles, construcción)”, dijo Caprarulo.
En el mismo sentido apuntó Argañaraz, quien remarcó que las discusiones salariales serán clave en los próximos meses, con trabajadores buscando compensar lo perdido en 2023 e intentando empatarle a la inflación en 2024, en un contexto de caída de actividad económica. “En el sector público se dará una caída real de ingresos fiscales, lo que llevará a muchas administraciones a limitar los aumentos salariales a las subas nominales de ingresos, independientemente del nivel que alcance la tasa de inflación”, cerró.
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