Pragmatismo, aquí y ahora ¿Adecuación o piedra libre?
Cabe esperar que Milei vuelva a la carga con el proyecto de ley ómnibus, pero teniendo en cuenta las objeciones válidas que se le hicieron a partir del funcionamiento concreto de ciertos mercados
Las políticas económicas “pragmáticas”, como las reformas “integrales” y los cambios “estructurales”, lucen muy atractivos para quienes prefieren la música a la letra; pero desde el punto de vista práctico, pueden resultar parte de la solución o del problema. A la luz de recientes recomendaciones, vale la pena analizar la cuestión del pragmatismo.
La relación entre la teoría y las doctrinas económicas, por una parte, y la política económica, por la otra, no es única. Si meto en una computadora las obras completas de Friedrich von Hayek y Ludwig von Mises, y les agrego los objetivos de la política económica, no salen ni el DNU 70/23 ni el proyecto de ley ómnibus. En este sentido, el pragmatismo es fundamental, porque posibilita pasar de los primeros principios a las decisiones concretas a la luz de las circunstancias políticas y económicas, y las enseñanzas de la historia.
Pero el pragmatismo es un inconveniente cuando genera inconsistencia temporal, idea por la cual en 2004 Finn Kydland y Edward Prescott recibieron el premio Nobel en Economía. Al respecto reproduzco el inmejorable ejemplo que Guillermo Calvo publicó en Mercado, el 8 de noviembre de 1979, para ilustrar los límites del pragmatismo. En sus palabras: “Un padre quiere que su hijo estudie economía; al hijo la economía no le interesa nada, pero quiere fumar. Para que el hijo estudie, el padre le hace la siguiente propuesta: si aprobás la materia, te dejo fumar. Para poder lograr su objetivo, el hijo estudia como un loco y obtiene la calificación máxima. Habiendo logrado su objetivo, el padre, pensando en la salud de su hijo, no lo deja fumar. ¿Cuántas materias aprobará el hijo con este método? Sólo una”.
¿Qué cabe esperar en el nombre del pragmatismo aquí y ahora? Que el presidente Milei vuelva a la carga, con el proyecto de ley ómnibus –vía una o varias iniciativas–, pero teniendo en cuenta las objeciones válidas que se le hicieron a partir del funcionamiento concreto de ciertos mercados.
¿Qué no cabe esperar por parte del titular del Poder Ejecutivo Nacional? Que en función de las presiones afloje en materia fiscal y monetaria. Porque a la luz de las pocas herramientas con las que cuenta, y teniendo en consideración sus pronunciamientos anteriores, aflojar en las referidas materias implicaría convertirse en un pato rengo al comienzo de su período presidencial. Esto no es pragmatismo, sino suicidio.
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