Río Turbio: problemas con el manejo de residuos y la provisión de insumos
La central térmica debía funcionar a carbón, pero también usará gas; De Vido relativizó ayer ese cambio; no está armada la logística para el abastecimiento de cal ni para el retiro de las cenizas
Fue Néstor Kirchner el que decidió compensar la tragedia en la mina de carbón de Río Turbio, en la que perdieron la vida 14 mineros en 2004, con una central térmica que funcionara con ese mineral. Algo más de 10 años después, a poco de terminarse, no sólo que no habrá carbón necesario, sino que además no se proyectó cómo proveer otros materiales que se necesitan para la quema, así como tampoco qué hacer con los desechos de la combustión o cómo operar una verdadera central de última generación.
No se reparó en gastos al momento de proyectar la central que construyó la empresa Isolux. La adversidad del clima y los riesgos de contaminación ante la proximidad del glaciar Perito Moreno fueron dos de las razones por las que se decidió instalar en el último rincón continental del país una pieza donde se puede ver lo último de la tecnología mundial en generación con carbón. LA NACIÓN recorrió la zona, y un gasoducto que viene desde un pozo cercano (Las Boleadoras) ya pasa por la puerta de la central. Desde el Gobierno dicen que es para dar apoyo a la red de gas natural de Río Turbio. Otros, en cambio, consideran que el tamaño del caño que se colocó prevé una demanda de la central de 1,5 millones de metros cúbicos por día para que las calderas funcionen con ese combustible, a falta de carbón.
La usina consta de dos calderas fabricadas en los Estados Unidos, con la tecnología que se utiliza para las plantas más modernas del mundo. Los quemadores, preparados para combustionar con carbón, ya están instalados. Un filtro fabricado por Alstom (sólo hay dos en América latina) genera un proceso extra antes de que las chimeneas venteen los desechos. "Esto produce un doble filtrado, por lo que lo único que saldrá por la ventilación será vapor de agua", dice una fuente que conoce las máquinas que allí se instalaron. Un sistema de filtrado y reaprovechamiento del agua para no tomarla del río que pasa a metros, una subestación blindada (para proteger el corazón de la central del álgido clima de la zona) y cables de alta tensión subterráneos son algunas de las novedades tecnológicas que se instalaron.
A diferencia de las centrales a gas, la de Río Turbio necesita varios días para prenderse y algunos más para apagarse, por lo tanto, es de las llamadas de generación continua. Para que eso suceda al 100% deberá serle provisto sin interrupciones 1,2 millones de toneladas de carbón. Y allí viene la primera duda. Más allá de la renovación de la maquinaria para sacar carbón que se compró, Yacimiento Carbonífero de Río Turbio (YCRT) no puede asegurar que se llegue a ese volumen. Por ahora, produce no más de 100.000 toneladas por año.
Hace unos meses, varios funcionarios con injerencia en la provisión se reunieron. Sucede que la mina de carbón tiene recursos para abastecer la central por 800 años. Pero la poca demanda del producto en los últimos tiempos hizo que la gran mayoría de los empleados haya perdido la gimnasia que significa extraer el mineral. Se pensó, incluso, en contratar miles de empleados nuevos de otros lugares del país, especialmente del Norte, para que, atraídos por un buen sueldo, hicieran el trabajo pesado que nadie está dispuesto a hacer. "Carbón hay, lo que pasa es que no lo sacan", dijo una fuente que conoció las propuestas de aquella reunión. Hay una agravante. Los planos de las calderas se hicieron con los datos que YCRT dio sobre su carbón. Pero a poco de terminarse la obra, se conoció que el mineral tiene menos poder calórico. El consejo del fabricante es que se lave el carbón a la salida de la mina y se lo riegue con un químico que mejora sus cualidades. Esto, a su vez, genera un desperdicio; por lo tanto, en vez de tener que producir 1,2 millones de toneladas deberán ser más para suplir esa merma. Se optó por el gasoil.
Se construyó un tanque de almacenamiento de 1,6 millones de litros. Pero, claro, además del costo de un combustible que la Argentina ya importa, la central consumiría 7000 litros por hora. La logística de llevar el gasoil en camiones hizo que se pensara en la última opción: gas.
Pero eso no es todo. Para que la combustión sea limpia, la central necesita mezclar el carbón con un 30% de cal. Es decir, si la central quema 1,2 millones de toneladas de combustible, pues se deberán meter en sus hornallas 360.000 millones de toneladas de cal. Pero el asunto es que la caldera más cercana queda en Comodoro Rivadavia. Según los planes originales, este complemento llegaría en barco hasta Punta Loyola y desde ahí se embarcaría en el tren (que se utilizó alguna vez para embarcar el carbón) que lo llevaría a la central. En los vagones vacíos luego se embarcaría la ceniza que dejan las calderas (también un 30% de lo que se quema) y que es muy cotizada para diversos usos en la construcción, como las placas de yeso.
Pero esa logística no está armada. Los trabajos en el puerto no empezaron y tampoco se han colocado las grúas de desembarco. Por ahora, según las instrucciones que se han dado, la ceniza se deberá acumular en un terreno contiguo para hacer una explanada que servirá de base de una eventual expansión de la usina. A falta de planificación, planes faraónicos.
"99% a carbón"
Ayer, el ministro de Planificación, Julio De Vido, habló en C5N sobre la nota publicada por LA NACIÓN, en la que se informó que la planta a carbón funcionará a gas. "El 99 por ciento del tiempo [funcionará] con carbón, y en ocasiones que sean necesarias; también se podrá quemar gas a precio reducido", dijo el funcionario sin especificar cuáles serán esas ocasiones y menos aún cuál será el "precio reducido" del gas, un bien escaso que hoy la Argentina importa. "La central tiene tecnología para consumir carbón y también decidimos, ya que Río Turbio está a 50 kilómetros de uno de los yacimientos de gas más grandes del país, darle la posibilidad de que sea dual", agregó.
Para el final, el capítulo que De Vido siempre incluye en sus aclaratorias: la descalificación personal. "La nota [de LA NACIÓN, que publicó ayer este cronista] tiene un nivel de ignorancia y grosería que llama la atención porque, a pesar de las diferencias profundas que tengo con el diario, tiene un determinado nivel mantenido durante 100 años y no se merece un periodista con tan bajo nivel de capacidad para analizar y escribir", dijo, y cortó, claro está, sin que la periodista le hiciera una sola pregunta.
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