Sequía: los problemas que genera vivir al límite
En tiempos de escasez de reservas en el BCRA, la falta de lluvias en las zonas agrícolas es la mayor preocupación de Massa porque pone en riesgo el flujo de dólares que provienen del campo
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Al tope de la agenda de trabajo del ministro de Economía, Sergio Massa, no figuran ni la moneda común con Brasil, ni el aporte de camioneros y piqueteros al monitoreo del programa de Precios Justos, sino la sequía.
La falta de suficientes lluvias no afectó a todos los campos por igual, pero cuando las estimaciones más conservadoras hablan de una caída de por lo menos 10% en el valor de las exportaciones, el problema es serio.
¿Problema para quién? En el sector privado, para los productores afectados y todos los que dependen de ellos. El Papa ridiculiza la teoría del derrame, pero tanto el derrame como la falta de derrame, existen; y si tiene dudas, que le pregunte a los sacerdotes a cargo de iglesias ubicadas en localidades rodeadas de productores agropecuarios. También los que venden tractores y autos sentirán el impacto.
En el sector público, la sequia les quita el sueño, principalmente, al secretario de Finanzas, y al encargado del Banco Central de asignar las contadas divisas que se negocian en el segmento oficial del mercado de cambios.
Concentrémonos en esto último. El Estado argentino carece hoy de reservas internacionales libres y posibilidad de endeudamiento externo voluntario por lo cual, no por ideología, tiene que “vivir con lo nuestro”. A nivel individual, en las épocas buenas guardamos para las malas; a nivel público, nunca lo logramos. China y Brasil prometen vendernos a crédito: ¿se aprobarán las SIRA provenientes de dichos países con más facilidad que las del resto del mundo?
¿La menor oferta de dólares proveniente de las exportaciones aumenta las chances de que el Banco Central no tenga más remedio que disponer un salto cambiario? Los modelos económicos más simplificados dicen que sí, pero la cuestión es si aquí y ahora constituyen una buena base decisoria.
Difícil. Rubinstein explicó la cuestión de manera nítida: “No provocaremos un salto devaluatorio porque si sale mal es un Rodrigazo”. En otras palabras, es lo último que van a hacer.
¿Y entonces? Cabe esperar mayor dificultad en conseguir dólares en el segmento oficial del mercado de cambios. Ojalá cumplan a rajatabla la prioridad de asignación para comprar medicamentos e insumos.
Última: los productores agropecuarios hacen cálculo económico, pero un salto devaluatorio no aumentaría de inmediato las correspondientes ventas al exterior: a lo sumo comprimirían la demanda interna.
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