Un delicado equilibrio para mantener caja y no afectar más la actividad
La oficialización de una nueva postergación forzosa de los pagos de la deuda en dólares emitida localmente a corto plazo en letras del Tesoro (Lete) y la oferta, en paralelo, de un bono en pesos para refinanciar los títulos que vencen en esa misma moneda reflejan dos mensajes:
1) El Gobierno buscará preservar los escasos dólares que tiene en caja para asegurar el pago de los vencimientos de capital e intereses del resto de los títulos de deuda en dólares (hasta abril próximo vencen US$2100 millones en bonos con ley extranjera, otros US$1000 millones en bonos emitidos bajo ley local más US$374 millones del FMI), mientras buscará avanzar en una renegociación general de esos pasivos.
De este modo, busca concretar lo que el ministro Martín Guzmán propuso en sus presentaciones antes de ser designado (las que le valieron precisamente ese nombramiento): mostrar que se buscará encarar esa renegociación manteniendo al día los pagos para entregar al mercado una muestra cabal de "buena fe" con la que se encara el proceso.
2) Evitará recaer en reperfilamientos forzados de la deuda en pesos para no afectar más la caja de empresas y compañías, que en agosto pasado sufrieron un muy duro golpe cuando la administración Macri les cortó la única fuente segura de ingresos que muchas de ellas habían logrado por esa vía, tomando en cuenta que el resto de las cobranzas se habían hecho cada vez más complicadas dada la magnitud que habían alcanzado la recesión y la caída del consumo.
En este caso, la apuesta apunta a evitar el riesgo de ahondar la caída de actividad tomando en cuenta que la primera meta que se fijó el ministro Guzmán fue precisamente "frenar la caída" de la economía.
Por esta razón, la estrategia de la Secretaría de Finanzas, que pasó a comandar el economista platense Diego Bastourre (secundado por su colega también platense Ramiro Tosi, hombre de las entrañas del mercado local de capitales), opta por un mix de pago y refinanciaciones de los vencimientos en pesos.
La prueba inicial de esa apuesta se comenzará a ver hoy con la colocación de una nueva letra del Tesoro en pesos a vencer en seis meses, que pagará a los inversores tasa Badlar privada más un margen que iría de 200 a 300 puntos, lo que implicaría un interés de entre 43,6% y 44,6% nominal anual.
Con la licitación el Tesoro buscará reabrir la última vía de financiamiento de mercado que quedó cerrada desde fin de agosto, tras aquel reperfilamiento.
El objetivo es rollear la totalidad o buena parte del vencimiento de una cuota de amortización del Bono de Política Monetaria (Bopomo) que supone un pago por $24.500 millones para evitar una mayor inyección de liquidez en la plaza.
En el mercado se descuenta que el primer paso ya ha sido negociado con el fondo de inversión Pimco (que tendría en su poder más de dos tercios de ese bono) y con los bancos locales a los que se pidió especial colaboración para comenzar a normalizar el mercado doméstico de deuda en pesos.
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