Enseñar la historia del país
Figuras señeras como San Martín inspiran, con la lección de los hechos, el mejor de los ejemplos para evitar persistir en el camino de la degradación
Cada 25 de febrero, fecha del nacimiento del general San Martín , las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos rinden homenaje a su memoria. Lo hacen ante el monumento del Libertador emplazado en Washington . Es el único militar de este continente acreedor a una distinción de tal naturaleza.
En varios institutos de formación militar del mundo son materia de estudio las campañas del plan continental trazado por San Martín. Permitieron el arduo cruce de la cordillera por el Ejército de Los Andes, por él formado, para liberar a Chile, después, y lograr más tarde la independencia de Perú.
Hay un San Martín militar y además, como alguna vez señalamos, un hombre de Estado. Será siempre inolvidable la influencia fundamental que ejerció a través de insistentes reclamos a fin de que el Congreso de Tucumán se decidiera a declarar la demorada independencia de España. Tuvo de ese modo la visión estratégica de que sin un pronunciamiento de tal índole sus tropas serían consideradas irregulares y quedarían fuera de las normas del derecho internacional para las potencias centrales. Ya estaban de por sí comprometidas varias de ellas, en el ámbito de la Santa Alianza, con el apoyo a cualquier contraofensiva de la corona española. Desde luego que el hombre de Estado que encarnó San Martín en la epopeya americana resultó incomprensible para caciques locales obnubilados por la defensa de intereses menores y localistas.
A lo largo de los tres primeros lustros de esta centuria, pruebas internacionales comparadas sobre la formación de nuestros adolescentes han puesto en evidencia lo poco preparados que están para comprender lo que leen y realizar simples operaciones aritméticas. ¿Cómo podrían haber sido otros los resultados con la desvalorización habida de la calidad educativa y la pérdida de días y días de enseñanza como consecuencia de la irresponsabilidad consuetudinaria de sindicatos de docentes? ¿Cómo lograr la emulación de los más retrasados con los adolescentes más instruidos, si la demagogia política ha prohibido la difusión pública de los niveles de calidad de las diferentes escuelas y colegios?
Si como dijimos, un alto porcentaje de nuestros chicos no saben comprender lo que leen ni tampoco hacer operaciones matemáticas sencillas, ¿por qué habrían de conocer los hechos aleccionadores de nuestra historia? Basta estar informado, por si fuera poco, de la ideologización marxista y populista impuesta machaconamente sobre nuestros educandos. Véase esto otro: en los noventa se impuso, importada de Europa, la idea de que había que reducir las horas dedicadas al estudio de la historia en la educación media.
En el gobierno anterior se hizo un uso faccioso de la historia con distorsión de hechos y de documentos, y se denigró a una buena parte de los padres fundadores. No escapó a ello San Martín, a quien se le mezquinaron homenajes. Por su parte, el gobierno actual muestra bastante indiferencia por la historia nacional. Pareciera que para algunos funcionarios esta empezó hace unas pocas décadas, cuando en realidad constituimos un país cuyos principios se remontan al siglo XVI.
Digámoslo con todas las letras: no se percibe interés en los gobiernos de la Nación y de las provincias por los debidos homenajes al general San Martín. El feriado por su fallecimiento el 17 de agosto se corre en función de los intereses turísticos. Tal vez, como lo propuso días atrás un lector de este diario, sea mejor declararlo día laborable y hacer un minuto de silencio nacional a las 15, en coincidencia con la hora de su fallecimiento. Seguramente el general San Martín, que se caracterizaba por la austeridad del carácter y por su intensa laboriosidad, habría estado de acuerdo.
Nuestro país registró gracias al coraje de sus próceres grandes hazañas, como lo fueron la gesta de los Andes, la organización institucional después de Caseros y la construcción de una Nación moderna en lo que había sido un desierto.
En tiempos en que la Argentina debe encarar la empresa complejísima de revertir un largo proceso de decadencia y evitar que vuelvan a tomarla por asalto para corromper una vez más el manejo de los negocios públicos, figuras señeras como San Martín inspiran con el mejor de los ejemplos, que es el de la lección de los hechos, para evitar persistir en el camino de la degradación.