Niños que leen, adultos que piensan
Una infancia asociada a la lectura redundará en riqueza de vocabulario y será un enorme estímulo para una imaginación frondosa y un espíritu crítico
Ante el vertiginoso ritmo de cambio impuesto por el amanecer digital, los augurios de Nicholas Negroponte, fundador del Media Lab del Massachusetts Institute of Technology, lo convirtieron en profeta allá por los años 80. Sin embargo, no todos fueron aciertos. En 2010, predijo que al libro le quedaban escasos seis años de vida?
Afortunadamente, a la fecha, el libro continuó vivito y coleando, y de los adultos depende que esta maravillosa herramienta no pierda vigencia ni vitalidad. Motivos sobran.
En una cultura en la que predomina el sentido de inmediatez, con pantallas visualmente ricas y tentadoras para todo, es otro el lugar que hemos de construir para el libro. Los problemas de déficit de atención son parte de este escenario en el que fijar la vista y la concentración durante más de unos segundos demanda, diríamos, un entrenamiento. Una vez más, el rol que le cabe al ejemplo que pueden dar los adultos es insustituible, enajenados muchas veces también por esta tiranía digital que se suma a la falta de tiempo. Enseñar a andar en bicicleta, enseñar a comer o a lavarse los dientes, enseñar a escribir y enseñar a leer: es este último mucho más que un requisito pedagógico para pasar de grado. Incorporar la lectura a la rutina, compartirla con nuestros hijos, "leemos un rato y luego?". Establecer pautas, ser creativos, dedicando esfuerzo a encontrar materiales que despierten el deseo de leer en los más pequeños es fundamental. En consonancia con la edad, desde un cómic hasta un libro de pop ups que pueda llamar su atención, incluso libros de plástico como ahora los hay para leer durante el baño. Imprimir ese carácter lúdico a la lectura, asociarla al ocio y al placer será una enorme contribución a la construcción de esa personalidad adulta.
Una infancia asociada a la lectura redundará en una riqueza incomparable no solo en vocabulario o en el uso de la sintaxis, será pasaporte al conocimiento de vastos universos y al intercambio de información, significará una estimulación a la percepción, al desarrollo de una imaginación más frondosa, a la capacidad de conexión interior tan particular que dispara una lectura, entre muchas otras vertientes. ¿Quién no recuerda con especial afecto aquellas primeras e imborrables lecturas capaces de marcar nuestra infancia?
Los estudiantes exitosos poseen mejores habilidades de expresión, lectura y lenguaje si son lectores habituales, habiendo desarrollado también la capacidad de análisis e interpretación de los textos. "Leer abre puertas" es la campaña que lanzaron el Consejo Publicitario Argentino y la Fundación El Libro el año pasado para promover la lectura entre los jóvenes, invitándolos a viajar, a volar, a encontrar nuevos universos en las páginas de un libro.
Por su parte, la incansable Fundación Leer (leer.org/donar) se prepara para su maratón anual de lectura a partir del 27 de septiembre próximo, 17» edición, además de alentarnos a donar 10 pesos para que las poblaciones más vulnerables de nuestro país puedan acceder a un libro.
En estas vacaciones de invierno, hasta el 4 del mes próximo, con entrada gratuita, la 29» Feria del Libro Infantil y Juvenil constituye una atractiva propuesta en dos sedes: en el Centro Cultural Kirchner, en la Capital, y en el Pasaje Dardo Rocha de la ciudad de La Plata. Encuentro para editores y profesionales del libro infantil y juvenil, docentes y mediadores de lectura podrán visitar una muestra itinerante de ilustraciones de la Feria Internacional del Libro Infantil de Bolonia, Italia, que por primera vez llega a América Latina. Para los más chicos, talleres participativos de escritura creativa, de producción artesanal, de lenguaje artístico, así como entretenidos espectáculos teatrales y de títeres. Un programa habitual en Finlandia, donde las familias concurren los fines de semana a la biblioteca para estimular a los niños a sacar libros o escuchar un cuento contado. Los resultados que logran en las pruebas PISA hablan de estos beneficios.
No importan cuántos libros puedan coexistir en una nutrida biblioteca o en un simple estante si no llegan al contacto con un lector. Hay que educar en el deseo y en el disfrute de la lectura, hay que hacer efectivo el derecho de todos a acceder al conocimiento. Una nación que no forma y educa a sus ciudadanos para potenciar la construcción colectiva es una nación con un pobre futuro. Harán presa de ellos los intereses imperantes, deslumbrándolos con falsos espejos de colores, con promesas prebendarias y un sistema de clientelismos que saca partido de la falta de instrucción. Al plantar la semilla de la lectura nos aseguramos de que ese niño tenga la llave maestra del mayor de los aprendizajes: un niño que lee será un adulto que piensa.