Previaje 3, disparate récord
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La cantidad de inscriptos para el Previaje 3 avanza aceleradamente a pocos días de su demorado lanzamiento, previsto para julio y concretado recién la semana pasada. Los cambios en Economía explicarían la tardanza, y las cuestiones presupuestarias, que la extensión sea más acotada. En esta etapa, el Ministerio de Turismo y Deporte apuntó a promover la ocupación de baja temporada limitando los viajes entre el 10 de octubre y el 5 de diciembre.
Solo en el primer día, más de 80.000 turistas compraron vuelos (42%), alojamiento (16%), contrataron con agencias de viajes (36%) y transporte terrestre (3%). La demanda fue tan notoria que el presupuesto estipulado se alcanzó antes de lo previsto y se resolvió que hoy será el último día para adquirir servicios. Que el monto máximo por recuperar sea solo de 70.000 pesos y no de 100.000 como en anteriores ediciones no parece haber desalentado a nadie.
Alojamientos, agencias de viajes, transporte, alquiler de autos, museos, excursiones son solo algunos rubros en los que gastar el dinero con un recupero de entre el 50 y el 70%. Los créditos computables surgen de compras a prestadores turísticos registrados. Al lunes pasado, unos 220.000 turistas ya se habían inscripto para visitar la Capital Federal, Bariloche, Iguazú, Ushuaia, Calafate, Salta, Mendoza, Puerto Madryn, Mar del Plata y San Martín de los Andes, entre los destinos más solicitados.
El programa Previaje, en su primera y segunda edición, benefició a unos seis millones de turistas con un impacto económico de 200.000 millones de pesos. Como ya hemos señalado, promover el turismo es muy beneficioso para el desarrollo regional y la recuperación económica de sectores que venían muy castigados desde antes de la pandemia. Lo que resulta a todas luces insostenible e inexplicable ante el actual estado de cosas es que el Estado continúe financiando a los pocos que pueden hacer turismo en la Argentina de hoy. Una vez más, el gasto público se aumenta con partidas que deberían ir a destinos necesarios y no superfluos. Populismo demagógico que, en este particular caso, ni siquiera llega a quienes más lo necesitan. Se desfinancian gravemente programas de asistencia a la minoridad y a la discapacidad, se ajustan los gastos en salud y en educación, entre muchos otros, para regalar esparcimiento y viajes a quienes aún pueden costearlos. Otro enorme disparate que habla de la falta de cordura y razonable planificación sobre el uso de los recursos públicos al que nos exponen quienes nos gobiernan.
LA NACION