¿Activista exitosa o villana? Las dos Meghan Markle, según el país en donde estés
La esposa del príncipe Harry es reconocida por su labor en EE.UU. e incluso se habla de su proyección política, pero en el Reino Unido la ven diferente
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LONDRES.- Cuando el príncipe Harry y su esposa Meghan acudieron recientemente a una gala de beneficencia para veteranos en la ciudad de Nueva York, el príncipe sonriente y condecorado declaró que “estaba viviendo el sueño americano”. Quizá eso sea aún más cierto en el caso de Meghan quien, desde que dejó Reino Unido el año pasado, se ha reinventado como filántropa, empresaria multimedia y defensora de los derechos de licencia familiar.
Sin embargo, incluso mientras conquistaban Manhattan, Meghan se vio afectada por la antigua vida de la pareja en Londres. Tuvo que disculparse por las declaraciones erróneas que hizo en una demanda contra el tabloide británico The Mail on Sunday, la cual emprendió porque el medio violó su privacidad al publicar una carta que ella le había enviado a su padre.
Meghan dijo que la memoria le había fallado. Pero los tabloides, que han estado en guerra con la pareja desde antes de que abandonaran Reino Unido para mudarse al sur de California, no tardaron en hacer comentarios al respecto. “Señorita olvidadiza”, decía la leyenda publicada en The Sun sobre una caricatura poco favorecedora de Meghan extraída de “Little Miss”, una serie de libros infantiles ingleses.
Pocas veces el contraste entre la vida presente y la pasada de Meghan ha sido tan marcado. Nueve meses después de que ella y Harry concedieran una sensacional entrevista a Oprah Winfrey en la que Meghan acusó a la familia real de tratarla de manera insensible y racista, ha resurgido en Estados Unidos como una mezcla formidable de celebridad de primera categoría, empresaria, inversora y activista social. Algunos especulan acerca de un posible futuro en la política.
En el Reino Unido, sin embargo, Meghan sigue siendo una figura polarizante. Algunos la admiran, especialmente los jóvenes, por haberle dado un soplo de aire fresco a la vetusta Casa de Windsor, pero otros la vilipendian, sobre todo la prensa sensacionalista, que cita aquel error como prueba de un patrón más amplio de duplicidad y comportamiento manipulador.
“La mayoría de las personas están hartas de ellos”, comentó Penny Junor, historiadora de la realeza. “Dijeron que querían privacidad, pero nunca dejaron de buscar atención. Y ahora, tantos meses después, hemos descubierto que mintió en el tribunal, o que no se acordó bien de los hechos”.
Éxito
Nada de esto importa mucho en Estados Unidos, reconoció Junor. Si acaso, las imágenes del “antes y después” de la semana pasada han reivindicado la decisión de la pareja de separarse del reino.
Harry y Meghan han logrado controlar su imagen con mucha más eficacia en Estados Unidos que en los medios británicos, dominados por los tabloides. Ella se ha insertado en el debate político estadounidense de una manera que habría sido inconcebible en Reino Unido, donde los miembros de la familia real evitan participar en la política.
“En este país toleramos el éxito, pero no lo celebramos”, dijo Junor. “En Estados Unidos, glorifican el éxito”.
Meghan, también conocida como la duquesa de Sussex, habló de esa diferencia en una entrevista con The New York Times el martes, aunque la enmarcó en el contexto de un sesgo por género más que cultural. En una conversación con Andrew Ross Sorkin en la cumbre en línea de DealBook, Meghan dijo que la palabra ambición era una “provocación” cuando se refería a las mujeres.
“¿Cómo hemos permitido que eso suceda en nuestra cultura?”, se preguntó Meghan. “No tiene nada de malo hablar del éxito de una mujer, o su ambición, o su destreza con el dinero”.
Desde que se instalaron en una amplia casa de estilo mediterráneo en Montecito, California, Meghan y Harry han firmado acuerdos lucrativos de programación con Netflix y Spotify; lanzaron una organización filantrópica y de concientización, Archewell, y se convirtieron en socios de una firma de gestión de activos, Ethic, que invierte en empresas consideradas socialmente responsables.
Meghan habló sobre su estilo de gestión, pasando por alto la alta rotación de personal y los reportes, que ha negado, de que intimidaba a sus ayudantes cuando ella y Harry vivían en el Palacio de Kensington.
Los duques y la política
Ambos han llamado la atención en Gran Bretaña al vadear en la política estadounidense. Hace poco, Harry dijo en una conferencia de tecnología que le había advertido al director ejecutivo de Twitter, Jack Dorsey que “su plataforma estaba permitiendo que se organice un golpe de Estado”, en un correo electrónico el día antes de que una turba atacara el Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero.
Meghan ha estado llamando a senadores -entre ellos a Susan Collins, republicana por Maine- para interceder a favor de la licencia familiar paga, que muchos demócratas quieren incluir en el proyecto de ley de red de seguridad social del presidente Joe Biden, que está pendiente de aprobación. Los diarios británicos se mofaron del hecho de que se identificó con los legisladores como “la duquesa de Sussex”.
“No lo veo como un asunto político”, dijo Meghan sobre su campaña. “La licencia parental paga, desde mi perspectiva, simplemente es un asunto humanitario”.
La duquesa no dejó del todo atrás al Reino Unido. Durante su entrevista, usó un broche de amapola roja, una costumbre otoñal común en Reino Unido para conmemorar a los soldados caídos. Cuando se le preguntó por su disputa legal, Meghan evitó dar detalles, excepto para señalar que había ganado una sentencia contra The Mail.
“Solo estoy defendiendo lo que es correcto”, dijo.
El problema es que Meghan admitió que se equivocó al decirle al tribunal que no había cooperado con los autores de un libro halagador sobre la pareja. Su exsecretario de comunicaciones, Jason Knauf, entregó correos electrónicos que muestran que ella le proporcionó algunas ideas para que él a su vez se las diera a los autores, Omid Scobie y Carolyn Durand, incluyendo detalles sobre la ruptura de su relación con su padre, Thomas Markle.
“Pido disculpas al tribunal por el hecho de no haber recordado estos intercambios en su momento”, dijo Meghan en una declaración como testigo. “Desde luego que no tenía deseo o intención alguna de engañar al acusado o al tribunal”.
Una vocera de la duquesa no quiso hacer más comentarios.
Todo esto es algo periférico en un caso que gira en torno a si The Mail on Sunday invadió su privacidad al publicar la carta privada a su padre. The Mail, que obtuvo la carta, argumenta que Meghan, como figura pública, no debería haber esperado que fuera confidencial.
No está claro cómo afectará su testimonio al caso en general: Associated Newspapers, la empresa editora de The Mail, está apelando después de que Meghan ganara un juicio sumario en febrero.
Sin embargo, las revelaciones pintan un retrato de una duquesa que no era en absoluto ingenua sobre su imagen pública en los turbulentos meses posteriores a su boda con Harry en mayo de 2018.
Knauf dijo que la duquesa le había enviado un borrador de la carta a su padre para que él la revisara, con la anotación: “Obviamente, todo lo que he redactado es con el entendimiento de que podría filtrarse, así que he sido meticulosa en la elección de las palabras”.
Según él, Meghan incluso preguntó si dirigirse a Markle como “papi” sería una buena estrategia de relaciones públicas.
“Teniendo en cuenta que siempre lo he llamado papi”, escribió, “tal vez tenga sentido empezar la carta así (a pesar de que él no es tan paternal), y en el desafortunado caso de que se filtrase, tocaría fibras sensibles”.
Por Mark Landler
The New York Times
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