Bush, a la defensiva ante las críticas
La prensa consideró que no respondió bien a la catástrofe; la crisis se suma a las dificultades en Irak
WASHINGTON (AFP).- La devastación que provocó el huracán Katrina sorprendió al gobierno norteamericano y puso a la defensiva al presidente George W. Bush, quien ayer -en medio de una ola de críticas de la prensa estadounidense por su manejo de la crisis- reclamó que esta catástrofe natural no fuera convertida en un asunto de politiquería.
La Casa Blanca anunció que Bush se desplazará hoy a la zona de la catástrofe, cuatro días después del paso de Katrina por Louisiana, Mississippi y Alabama, cuando el mandatario se limitó hasta ahora a poner un fin anticipado a sus vacaciones en su rancho de Texas y a sobrevolar las zonas inundadas del sur de Estados Unidos.
El presidente también anunció que encargará a su padre, el ex presidente George Bush, y a su predecesor, Bill Clinton, que se pongan al frente de la campaña para recaudar fondos en beneficio de los damnificados y que coordinen las tareas de socorro privadas, como ya lo hicieron tras el tsunami del 26 de diciembre último en el sudeste asiático.
Más aún, el propio presidente Bush se comprometió a entregar una "importante contribución" a las víctimas, según se informó en Washington, y se reunió con el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, para evaluar el posible impacto económico del huracán.
Este paquete de anuncios de la Casa Blanca intenta, aparentemente, detener la avalancha de críticas que llovieron sobre Bush en los últimos días.
"Nada en la actitud del presidente, que [el miércoles] parecía despreocupado hasta la indiferencia, indicaba que comprendía la profundidad de la crisis", opinó en su edición de ayer el diario The New York Times, en un editorial titulado "A la espera de un líder", que comenzó con una frase lapidaria: "Bush dio ayer el peor discurso de su vida...".
Y el diario USA Today reprochó a la Casa Blanca su "reacción aparentemente improvisada" al día siguiente del huracán. "El presidente ordenó una importante respuesta, pero a pesar de ello, se mantiene la sensación de que la ayuda a las víctimas de Katrina está llegando demasiado tarde."
Del tsunami al Katrina
Ya criticada por haber tardado en reaccionar ante el tsunami de diciembre último, la Casa Blanca intentó defenderse. "El presidente quería desplazarse al lugar lo antes posible", afirmó el vocero, Scott McClellan. "No fuimos antes porque no queríamos obstaculizar los esfuerzos sobre el terreno", explicó.
El propio Bush respondió a las críticas en una entrevista con la cadena de televisión ABC. "Espero que la gente no haga politiquería en este período", dijo. Y luego añadió: "Esta es una situación de emergencia nacional. Lo que necesitamos, como país, es unirnos para resolver los problemas, y no hacer politiquería. Tendremos todo el tiempo [más adelante] para la política".
Para Bush, que según las más recientes encuestas se encuentra en el nivel más bajo de popularidad (el 53 por ciento desaprueba su gestión), Katrina podría ser una oportunidad para demostrar que es un buen líder en tiempos de crisis. Sobre todo cuando persisten las dificultades en Irak y ya la mayoría de los norteamericanos están en desacuerdo con el manejo de la situación en ese país.
Justamente, el intento de mostrar liderazgo parece más difícil en estos momentos de guerra, cuando miles de los militares que normalmente son empleados en este tipo de crisis -los de la Guardia Nacional- se encuentran desplegados en Irak.
"Oportunidad o desastre para un Bush ya golpeado", resumió en un título el diario Los Angeles Times.
Bush aseguró, sin embargo, que 22.000 hombres de la Guardia Nacional habían sido movilizados para ayudar a mitigar la catástrofe causada por Katrina, y que no excluía movilizar a un número superior.
"Quisiera insistir sobre el hecho de que las operaciones de socorro continúan en pleno desarrollo", afirmó el secretario de Seguridad Interior, Michael Chertoff, al reconocer que los socorristas enfrentan enormes dificultades.
Junto al ministro de Justicia, Alberto Gonzales, Chertoff defendió la respuesta de la Casa Blanca frente a lo que el presidente Bush calificó como "una de las peores catástrofes naturales de la historia del país".
Incluso Bush padre salió en defensa de su hijo. "No quiero sentarme aquí y dejar de defender al gobierno, que, desde mi punto de vista, ha dado los pasos correctos", dijo. Y añadió: "Está enfrentando problemas que nadie podía prever: la ruptura de los diques y la crítica situación edilicia del estadio Superdome de Nueva Orleáns. No se pudo prever eso".
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