Crisis: Facebook, de mina de oro a amenaza para las democracias
La red era vista como una herramienta de movilización, pero el escándalo por el manejo de información de usuarios cambió la percepción sobre su poder
WASHINGTON.- Hace unos años, cuando miles de personas le dieron vida a la "primavera árabe" en Medio Oriente, las redes parecían un poder más de la democracia: una herramienta para movilizar ciudadanos, amplificar voces silenciadas y tumbar dictaduras. Algunos bautizaron esa revuelta la "revolución Facebook".
Pero los tiempos cambiaron. Ahora, Facebook es vista, cada vez por más voces, como una amenaza para las democracias. Una plataforma que, además de conectar gente, monetiza cada "me gusta", desparrama desinformación, puede fomentar la polarización y ser usada para torcer la mente de los votantes. La misma vara les cabe a otras redes como Twitter o YouTube. Pero Facebook, de lejos la más popular del planeta, quedó envuelta en su peor crisis tras la revelación de que los datos de 50 millones de personas fueron usados por Cambridge Analytica en campañas políticas, entre ellas, las de Donald Trump y el Brexit.
"Una democracia funcional depende del flujo de información confiable y verificable. Facebook es una fuente única y agregada, ejecutada por un algoritmo en una caja negra sobre el cual no hay visibilidad ni control", afirmó Gennie Gebhart, de la Electronic Frontier Foundation, una organización que aspira a promover las libertades civiles en Internet.
"Si el escándalo de Cambridge Analytica mostró algo es que las plataformas como Facebook pueden ser usadas para abusar de la información del usuario y manipular su atención. Sin una transparencia y responsabilidad significativamente mayores, no podemos confiar en que manejen nuestros datos privados, o nos brinden información confiable", agregó Gebhart. El lado oscuro de Internet.
Tras varios días de silencio, Mark Zuckerberg, cofundador y CEO de Facebook, y su lugarteniente, Sheryl Sandberg, intentaron contener la hemorragia de credibilidad y confianza con una ronda de entrevistas. Pidieron disculpas, y dejaron una novedad saliente: ambos se mostraron permeables a discutir regulaciones a la empresa.
"No estoy seguro de que no deberíamos ser regulados", dijo Zuckerberg en una de sus entrevistas, con la CNN. "La tecnología es una tendencia cada vez más importante en el mundo, y en realidad creo que la pregunta es cuál es la regulación correcta, más que si debe ser regulada o no", completó.
Sandberg reforzó esa idea en otro ida y vuelta con una periodista de la cadena CNBC: "Estamos abiertos a regulaciones. Trabajamos con legisladores por todo el mundo", afirmó.
Es el debate que asoma. Y en el centro de la discusión aparece el modelo de negocios de estas empresas, para muchos, el corazón del problema. Facebok, Google, Twitter y otras plataformas ganan dinero con publicidad. Tim Wu, profesor de la Universidad Columbia, dijo que las redes dependen de este modelo "puro" que busca amasar datos de los usuarios "y vender todo lo que puedan de nuestro tiempo y atención a otras personas".
"Eso solo lleva en direcciones muy oscuras", afirmó Wu en una entrevista con PBS.
Wu propone una alternativa: pagar por el servicio. "Creo que debemos comenzar a patrocinar los servicios basados en suscripciones. Creo que [las empresas] deben comenzar a reconsiderar estos modelos de negocios, porque realmente alcanzaron un nivel intolerable para la sociedad norteamericana. Y está empezando a amenazar la democracia estadounidense, y otros valores que apreciamos", puntualizó.
Ed Markey, un senador demócrata, también puso la lupa sobre el "conflicto" que enfrentan las compañías tecnológicas al obtener ganancias "monetizando la información". Abogó, por ejemplo, por colocar penalidades a las empresas que no protejan la privacidad. Recordó que British Petroleum pagó una multa por la explosión de la plataforma petrolera Deepwater Horizon que provocó un derrame de crudo en el Golfo de México.
"Esto es muy serio, va derecho al corazón de la privacidad de los norteamericanos y de la democracia en nuestro país", apuntó.
Hubo quienes optaron por una opción radical: abandonar Facebook. En Twitter, despuntó la etiqueta #DeleteFacebook (Borrá Facebook). Zuckerberg reconoció que la crisis había provocado un "problema de confianza", pero minimizó la sangría de usuarios. Anunció medidas para reforzar la seguridad y la privacidad de los usuarios, pero, a su vez, confirmó que mantendrá el acceso a su plataforma para otras compañías, aunque ahora con mayores restricciones y controles.
Zuckerberg, renuente al principio a aceptar la injerencia rusa en las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos, en 2016, reconoció que existen "malos actores" que pueden abusar de Facebook. Pero, a su vez, defendió los aportes que ha hecho la red a la política y el activismo.
Otras propuestas de ataque al problema tiene un perfil más holístico. Un grupo de ingenieros criados en Silicon Valley promueve un "Diseño Humano" para la tecnología que guíe estándares, regulaciones y modelos de negocios. Liderados por Tristan Harris, apodado por la revista The Atlantic como "lo más cercano que Silicon Valley tiene a una conciencia", buscan alterar todo el ecosistema. Advierten que la tecnología -y la adicción a servicios diseñados para captar la atención- está erosionando no solo la democracia, sino, también, la salud mental, las relaciones sociales y a los chicos.
Entre las ideas que difundió el grupo aparecen algunas bastante extendidas ya, como eliminar los "bots", o una mayor transparencia con los algoritmos y el uso de Inteligencia Artificial (IA). También abogan por limitar la "explotación comercial" de los usuarios, y proponen ir más allá y revisar el poder de monopolio de Facebook y Google.
El cambio, indican, debe venir de la gente. "Al obtener ganancias con el problema, las plataformas no cambiarán por sí mismas", advierten.