Cuando ni las brujas de Halloween pueden anticipar quién ganará
SANTA MONICA, California.- Sheila asegura que lee en la borra del café pasados tormentosos, presentes inestables y futuros venturosos, pero tiene que consultar la bola mágica si de las elecciones se trata. Lleva el pelo negro tirante, aros plateados más grandes que sus ojos oscuros, túnica blanca, collares de piedras exóticas y sandalias despojadas con las cuales, confiesa, se siente descalza. "La libertad es poder mover los dedos de los pies", dice a La Nación . ¿Lin Yutang? "Acertaste", sonríe.
Es el preludio de la Noche de Brujas (Halloween) en la cual George W. Bush y Al Gore llaman a los espíritus con tal de ganar las elecciones, dentro de una semana, mientras los chicos, disfrazados de Drácula, de Frankenstein o de muertos vivos, llaman hoy a la puerta con tal de recibir golosinas. En cierto modo, con un discurso para cada ocasión, ambos candidatos también dicen: treat or trick (trato o truco), pero, en su caso, esperan votos.
Y los votos, al parecer, comienzan a ser más esquivos para Gore que para Bush. Sobre todo, en California, en donde las encuestas han dado un vuelco casi decisivo. De ahí que ellos, y luego Bill Clinton, desembarquen esta semana en un Estado que consideran clave: de él surgirán 54 de los 538 miembros del Colegio Electoral. De ellos, 270 determinarán la identidad del próximo presidente de los Estados Unidos.
En California, la séptima economía del mundo, pesa, más que todo, el voto latino. Las dos candidatas al Senado son de ese origen: Loretta Sánchez (demócrata) y Gloria Matta Tuchman (republicana).
Bush, atento a ello, improvisa español con acento de película doblada: "Les estoy pidiendo su voto y les estoy pidiendo su ayuda". Y su sobrino y tocayo George, en un aviso televisivo bilingüe titulado "El sueño americano es para tí", dice: "George W. Bush viene de Texas, en donde la diversidad cultural es algo que vivimos con orgullo diariamente. Y ese orgullo latino también es parte de la familia Bush. Es parte de su sangre. Es por eso que él sabe que, como latinos, contribuimos mucho para hacer este país cada día más grande. Y merecemos reformas que digan claramente ésta es nuestra nación. Esta es nuestra casa".
Empeño en el empate
De la décima casa, algo así como el restablecimiento de los valores, habla Sheila, ahora compenetrada en el tarot, en una sesión en la calle Promenade mientras procura precisar quién ganará el martes próximo. La única pista es que los astros, al parecer, serán más favorables para Gore, nativo de Aries, que para Bush, nativo de Cáncer.
La bola mágica, en definitiva, está empañada. O empeñada en que el virtual empate sea algo así como el rasgo de estas elecciones. En la caza de las minorías, sean los negros, sean los latinos, reparan ahora los candidatos con tal de afianzarse, pero, al mismo tiempo, corren el riesgo de descuidar sus propias bases. Es lo que advierte Gore en California, donde el desprecio a los inmigrantes del ex gobernador Pete Wilson, republicano, daba por sentado que la victoria iba a ser fácil.
Pero no. Hasta el espíritu de Seattle, con sus protestas contra la globalización, actúa en contra de él. Espíritu encarnado en el candidato por el Partido Verde, Ralph Nader, dueño de un cinco por ciento de la intención de voto en las encuestas con el cual, lejos de ganar la presidencia, calificaría para obtener fondos en las próximas elecciones, al estilo Ross Perot, pero, en el Colegio Electoral, terminaría beneficiando a Bush.
"No me gustan las bolas de cristal nubladas", dijo Dawn Clark Netsch, ex candidato demócrata a la gobernación de Illinois. No se refería a Halloween, sino a encuestas en las cuales Bush marcha al frente por diferencias que rondan entre los siete puntos (49 por ciento contra 42, según Gallup/CNN/USA Today) y uno (47 contra 46 por ciento, según ABC News).
En Santa Mónica y otras ciudades del país, más consustanciadas con Halloween que con las elecciones, desfilarán monstruos por las calles. Serán de los festejos de esta noche en vísperas del Día de los Muertos que celebran los mexicanos. Entre las máscaras en venta brillan en los escaparates los rostros desencajados de Gore y de Bush.
Habrá que ver de qué se disfrazan ellos mismos, apelando al voto de la comunidad latina (con mayoría mexicana) mientras Sheila confiesa que la borra desnuda el alma de quien ha bebido el café, pero, con la bola de cristal y con el tarot, no acierta entre uno y el otro. O, como muchos norteamericanos, no termina de decidirse.