Detrás del nuevo rostro moderado, el poder real sigue intacto
TEHERÁN- Éste es el momento de Hassan Rohani. Flamante estrella en la Asamblea General de la ONU, el nuevo presidente iraní está ocupadísimo concediendo entrevistas a públicos selectos. Y ayer, cuando se paró en el estrado para hablarle al mundo, lo hizo como leal representante del líder supremo de Irán, autoridad definitiva que está detrás de la seductora ofensiva diplomática del país en los últimos días.
Desde su elección, Rohani no ocultó su deseo de llegar a un acuerdo con Occidente por el programa nuclear iraní ni dejó de mostrar que puede hacerlo de manera tan ostensible porque cuenta, al menos por ahora, con el apoyo de un hombre: el ayatollah Ali Khamenei.
"Rohani sólo puede intentar mantener conversaciones directas porque el líder supremo está de acuerdo. De lo contrario no estaría ahora en Nueva York", dijo Hamid-Reza Taraghi, uno de los pocos integrantes de su círculo íntimo autorizados a interpretar ante la opinión pública los sermones y discursos del líder supremo. "El presidente y su equipo sólo dialogan por sus órdenes expresas."
Hombre astuto y enigmático, Khamenei, de 74 años, es quien le dio autoridad a Rohani para buscar un acuerdo con Estados Unidos, y con la misma facilidad podría retirarle ese apoyo.
Khamenei se ve a sí mismo como una especie de referí del complejo sistema político de Irán, que respalda o cuestiona a los políticos que él mismo unge para conducir al país, muchas veces en direcciones marcadamente distintas.
El 1997, por ejemplo, bendijo la candidatura reformista de Mohammed Khatami, que flexibilizó algunas restricciones sociales y dio más libertad de prensa. Pero Khamenei también permitió que los extremistas socavaran la presidencia de Khatami, y en 2005 señaló a Mahmoud Ahmadinejad, un nacionalista de línea dura que se dedicó a antagonizar con Occidente durante gran parte de sus ocho años en el gobierno.
Este año, Khamenei se sumó al impulso diplomático de Rohani, con palabras a veces ambiguas, aunque de todos modos conciliadoras, como al hablar de "heroica flexibilidad". Pero para muchos iraníes la gran incógnita es cuánto espacio le dará a la diplomacia antes de tirarle del mantel a Rohani.
Los expertos dicen que desde el punto de vista de Khamenei resulta perfectamente lógico mantenerse al margen y permitir que Rohani lleve adelante conversaciones con el principal adversario de su país.
"Khamenei tiene todas las de ganar", dijo Mojtaba Moussavi, un comentarista político iraní.
Según explicó, si las conversaciones llevan a la reducción o eliminación de las sanciones económicas internacionales que perjudican a la economía de Irán, Khamenei se adjudicaría el crédito de haber aprobado la nueva estrategia negociadora. Pero si las negociaciones fracasan, Khamenei también podría adjudicarse el crédito.
"En este caso, recibiría elogios por haber demostrado la animadversión de Occidente para con Irán", dijo Moussavi.
Los expertos dicen que a Khamenei, líder supremo desde 1989, le interesa probar la flexibilidad de Estados Unidos a la hora de negociar el programa nuclear, que según Teherán sólo tiene fines pacíficos y que según Occidente es una fachada para desarrollar armas nucleares.
"El líder supremo está dándole una oportunidad a Estados Unidos de cambiar su postura, aunque duda de que eso vaya a ocurrir alguna vez", dijo Taraghi, que recalcó que Khamenei "le permitió" a Rohani explorar esas posibilidades.
Sin embargo, cuando Rohani vaya de oficina en oficina en la ONU, lo hará con un mandato limitado, que el líder supremo restringió a la cuestión nuclear y, tal vez, al problema de Siria, según allegados a Khamenei. Más allá de toda la atención que recibe la nueva actitud moderada de Irán, en los círculos del poder de Teherán se dice que el líder supremo jamás cederá en sus presupuestos básicos.
"No tenemos intenciones de cambiar -dijo Taraghi-. Nuestra ideología seguirá siendo la misma, incluso después de las posibles conversaciones." Con eso quiso decir que Irán nunca reconocerá al Estado de Israel ni dejará de apoyar a los grupos palestinos que luchan contra "la entidad sionista". En cuanto al tema nuclear, implica nada menos que una aceptación plena de lo que Irán diga que está "bien" dentro de un programa nuclear que está bajo su control. Y el apoyo iraní al gobierno de Siria seguirá, al igual que su postura general de confrontación hacia Occidente.
Traducción de Jaime Arrambide