El Brasil de Haddad: déficit de credibilidad y un regreso a las recetas conocidas del PT
Se espera que un eventual gobierno suyo tenga fuerte resistencia desde el comienzo; pretende revertir algunas de las medidas de Temer
RÍO DE JANEIRO.- Con el recuerdo aún fresco de cómo terminó el último gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), en medio de la peor recesión de la historia de Brasil, salpicado por acusaciones de corrupción y con la destitución de Dilma Rousseff, un eventual gobierno de Fernando Haddad enfrentará desde el inicio un déficit grande de credibilidad.
Para Haddad, que reemplazó en la fórmula petista al encarcelado expresidente Luiz Inacio Lula da Silva y prometió "hacer a Brasil feliz de nuevo", la tarea principal será garantizar la estabilidad política y recobrar el crecimiento del país con la generación de empleos. Podrá contar con la ayuda de otros partidos de izquierda en su relación con el Congreso para impulsar su agenda, pero tanto en el ámbito legislativo como en las calles se espera que la oposición de derecha sea dura. Resta saber qué actitud tendrán las fuerzas de centro que en 2016 apostaron en contra de Dilma y quedaron luego desgastadas por ello.
"En lo económico, Haddad buscará viabilizar nuevas inversiones públicas, tendrá como eje el mercado interno para impulsar el aumento del consumo y la creación de puestos de trabajo. En el Congreso, hará todo lo posible para revertir las reformas establecidas durante el gobierno de Michel Temer: el congelamiento del gasto público y la flexibilización laboral", pronosticó la economista Leda Paulani, profesora de la Universidad de San Pablo, que cree que no evitará el gran tema de la necesaria reforma previsional, pero que buscará preservar el actual régimen público.
Haddad ya ha adelantado que pretende poner fin a la ola de privatizaciones y volver a imponer la participación de Petrobras en proyectos de explotación en aguas profundas (Presal). Asimismo, indicó que implementará medidas contra la evasión fiscal, con la idea de eliminar impuestos sobre los ingresos para los sectores más pobres y elevarlos para las parcelas más ricas de la población; quiere también una reforma tributaria gradual para reemplazar varias tasas con un impuesto al valor agregado.
Una cuestión polémica para su gestión será cómo se llevará adelante la lucha contra la corrupción. En público, el candidato ha defendido el refuerzo de mecanismos de transparencia, prevención y criminalización de la corrupción, pero varias figuras petistas están en la cárcel justamente por recibir sobornos, como el propio Lula. Haddad ha dicho que no se puede criminalizar la política y que la Justicia no puede ser partidaria, y a la vez ha asegurado que no indultará a Lula. Sin embargo, el tema será una fuente constante de conflictos en el interior de su partido y de cara a la sociedad.
"La posible liberación de Lula será un asunto de gran impacto al menos en el primer año y que puede llegar a provocar una gran agitación social, con potencial de protestas e indignación contra el gobierno", destacó el analista Andrei Roman, director de la consultora Atlas Político.
En el ámbito social, Haddad apoya el debate para la despenalización de las drogas y también del aborto (aunque ha resaltado que él personalmente está en contra). Prometió ampliar el exitoso programa Bolsa Familia para asistencia de los más pobres y adoptar un plan de emergencia para la creación de empleos. Defiende una política de "seguridad pública ciudadana" con base en iniciativas sociales y no en la militarización de la problemática; se opone firmemente a la libre portación de armas. Así como hizo cuando estuvo al frente del Ministerio de Educación durante la gestión de Lula, reforzará la lucha contra la discriminación racial y la homofobia. En materia de medio ambiente, anunció que pretende llegar a una tasa cero de deforestación para 2022 sin reducir la producción agropecuaria, mediante un uso más eficiente de las tierras, y propuso medidas para contener el calentamiento global.
En cuanto a las relaciones exteriores, se puede esperar que un gobierno de Haddad refuerce las relaciones con el Mercosur, que sirva de mediador con el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela y que pretenda retomar el protagonismo internacional de Brasil.
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