El Tribunal Constitucional le cierra todos los caminos al independentismo catalán
Un fallo anuló la consulta soberanista del gobierno regional en noviembre pasado
MADRID.- Otra puerta se cerró ayer para el independentismo catalán. El Tribunal Constitucional (TC) de España anuló la consulta soberanista que ejecutó el 9 de noviembre el gobierno regional de Artur Mas y consideró también ilegal la norma autonómica que se había usado para convocarla.
El fallo unánime no tiene consecuencias prácticas porque aquella votación careció de efectos jurídicos reales. Pese a que el propio TC le había ordenado suspenderla de manera provisional, Mas la mantuvo como una demostración de fuerza del proyecto separatista. Según las cifras oficiales, participaron 2,2 millones de ciudadanos (un tercio de los que podían hacerlo) y el 80% votó a favor de la independencia.
Pero el mensaje que envían los jueces de la máxima instancia judicial del Estado es que no autorizarán ninguna vía legal que ponga en juego la integridad de España, en sintonía con lo que defienden el gobierno de Mariano Rajoy y los principales partidos de la oposición nacional.
"Según nos dicen, no se puede encontrar un camino intermedio. Sólo quieren que claudiquemos -respondió ayer Mas al conocer el fallo-. Nos dejan un único camino para el pueblo de Cataluña, que son las elecciones."
El gobierno catalán ya convocó a unos comicios regionales para el 27 de septiembre, a los que pretende darles carácter plebiscitario. Mas anunció que si los partidos independentistas consiguen una mayoría clara el próximo gobierno avanzará en la construcción de un nuevo Estado dentro de la Unión Europea (UE).
El bloque nacionalista atraviesa un momento de debilidad después de tres años de imparable fervor. La consulta del 9-N, aunque fue masiva, dejó frustración en la porción de la población que esperaba algún resultado concreto, desnudó las diferencias entre los partidos que promueven la independencia y dejó dudas acerca de si realmente existe una mayoría que quiera romper con España.
El propio centro de estudios de opinión del gobierno catalán difundió a fin de año una encuesta en la que el no a la secesión superaba al sí por primera vez en mucho tiempo (45,3% a 44,5%).
A Mas le causa un daño brutal el caso de corrupción que involucra a su mentor político y presidente de la Generalitat durante 23 años, Jordi Pujol, investigado junto con toda su familia por un fraude fiscal millonario.
Y fracasó en su intentó de unificar en un solo frente soberanista a su partido, Convergència i Unió (CiU), y a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), cuyo líder, Oriol Junqueras, encabeza las encuestas de intención de voto.
Esas tensiones lo obligaron a postergar hasta septiembre las elecciones plebiscitarias que, según llegó a anunciar, pretendía concretar en marzo.
El ímpetu de Podemos también influye en el escenario catalán. El partido radical, que conduce Pablo Iglesias, empezó a captar buena parte del voto de indignación ante la crisis que engordó en los últimos años las filas independentistas. Iglesias propone que los catalanes puedan decidir su futuro en un plebiscito, pero les ofrece también "cambiar España" para que quieran quedarse.
Esa opción es la que cerró el TC. Los jueces recordaron que la "competencia exclusiva" para autorizar consultas populares por vía del referéndum es competencia exclusiva del Estado y que no puede someterse a consideración la unidad territorial del país. Cualquier otra cosa requeriría una reforma constitucional.
Una marcha con piedras en el camino
Consulta soberanista
El 9 de noviembre el gobierno de Artur Mas intentó realizar un referéndum, que finalmente se transformó en una consulta independentista
Resultados polémicos
La concurrencia a las urnas no fue contundente, apenas un tercio de los que podían hacerlo
Comicios plebiscitarios
Mas convocó a comicios regionales para el 27 de septiembre, que pretende convertir en plebiscitarios.