EL ENCANTO, Honduras (AP).- “¿Cuántos de sus pacientes sufren de depresión?” La doctora hondureña Claudia Lazo repite seis veces la misma palabra: “Todos, todos, todos, todos, todos, todos”.

Los pacientes a los que atiende en su modesto centro de salud rural sufren de solastalgia: ansiedad, dolor y pena provocadas por la pérdida de su paisaje (la destrucción de su entorno). Viven, pero su lugar en el mundo -casas, relaciones humanas, cultivos, cultura- ya no existen. Han perdido su hogar físico y su bienestar mental.

La noche del 24 de noviembre de 2020, su comunidad, La Reina, desapareció de la faz de la tierra. Esta historia es parte de una serie, Después del Diluvio, producida con apoyo del Pulitzer Center on Crisis Reporting.

Localizada al oeste de Honduras, la aldea donde vivían poco más de 1000 personas, casi todas campesinas, quedó sepultada por un derrumbe provocado por una combinación trágica de deforestación y el azote de dos fuertes huracanes en apenas tres semanas.

Dilma Murillo, de 63 años, sentada sobre una roca con una flor de Izote en el sitio de su casa destruida por un deslizamiento de tierra provocado por los huracanes Eta e Iota en el pueblo de La Reina, Honduras. La noche del 24 de noviembre de 2020 la aldea fue borrada de la faz de la tierra.
Dilma Murillo, de 63 años, sentada sobre una roca con una flor de Izote en el sitio de su casa destruida por un deslizamiento de tierra provocado por los huracanes Eta e Iota en el pueblo de La Reina, Honduras. La noche del 24 de noviembre de 2020 la aldea fue borrada de la faz de la tierra. Rodrigo Abd - AP
Elvia Gutiérrez, 46 años; su hijo, Jonathan Portillo, de 6 años; y su esposo, Santos Portillo, de 50 años, posan para un retrato en el sitio donde su casa fue destruida por un deslizamiento de tierra provocado por los huracanes Eta e Iota en el pueblo de La Reina, Honduras "El patio era hermoso..." dice Jonathan, "nadie podrá vivir aquí nunca más", dice su padre
Elvia Gutiérrez, 46 años; su hijo, Jonathan Portillo, de 6 años; y su esposo, Santos Portillo, de 50 años, posan para un retrato en el sitio donde su casa fue destruida por un deslizamiento de tierra provocado por los huracanes Eta e Iota en el pueblo de La Reina, Honduras "El patio era hermoso..." dice Jonathan, "nadie podrá vivir aquí nunca más", dice su padreRodrigo Abd - AP
Julio Villanueva Melgar, de 70 años, posa entre los restos de su casa destruida por un deslizamiento de tierra provocado por los huracanes Eta e Iota. A lo largo de las décadas, formó una familia. y se ganaba la vida en La Reina. Pero ahora se siente como si lo hubieran arrojado a un universo nuevo y más hostil: "Uno se vuelve loco, desorientado. ... Ya no encajas"
Julio Villanueva Melgar, de 70 años, posa entre los restos de su casa destruida por un deslizamiento de tierra provocado por los huracanes Eta e Iota. A lo largo de las décadas, formó una familia. y se ganaba la vida en La Reina. Pero ahora se siente como si lo hubieran arrojado a un universo nuevo y más hostil: "Uno se vuelve loco, desorientado. ... Ya no encajas"Rodrigo Abd - AP
Orlando Perdomo, de 56 años, en su casa dañada por un deslizamiento de tierra provocado por los huracanes Eta e Iota, en el pueblo de La Reina, Honduras. "Cuando se abrieron las primeras grietas en la tierra después del Huracán Mitch en 1998, mi padre dijo que no viviría para verlo, pero que veríamos desaparecer el pueblo, y que el futuro traería la muerte", recuerda Perdomo
Orlando Perdomo, de 56 años, en su casa dañada por un deslizamiento de tierra provocado por los huracanes Eta e Iota, en el pueblo de La Reina, Honduras. "Cuando se abrieron las primeras grietas en la tierra después del Huracán Mitch en 1998, mi padre dijo que no viviría para verlo, pero que veríamos desaparecer el pueblo, y que el futuro traería la muerte", recuerda PerdomoRodrigo Abd - AP
Eleuterio Esquivel, 51, posa con su esposa, Elsa Mejía, 40, y sus gemelos, Ibis y Noel. La Reina era el hogar de unas 1000 personas, el pueblo en el oeste de Honduras fue azotado por dos poderosos huracanes en tres semanas, desastres naturales agravados por la deforestación local y el cambio climático. El pueblo fue sepultado por un deslizamiento de tierra
Eleuterio Esquivel, 51, posa con su esposa, Elsa Mejía, 40, y sus gemelos, Ibis y Noel. La Reina era el hogar de unas 1000 personas, el pueblo en el oeste de Honduras fue azotado por dos poderosos huracanes en tres semanas, desastres naturales agravados por la deforestación local y el cambio climático. El pueblo fue sepultado por un deslizamiento de tierraRodrigo Abd - AP
Marian Castron, 23; Maria Castron, 25; Jenny Castron, de 19 años, y Omar Castron, de 50, visitan su casa devastada por un deslizamiento de tierra."Planeamos regresar, pero será imposible ", dice Omar
Marian Castron, 23; Maria Castron, 25; Jenny Castron, de 19 años, y Omar Castron, de 50, visitan su casa devastada por un deslizamiento de tierra."Planeamos regresar, pero será imposible ", dice OmarRodrigo Abd - AP
Elmer Ramírez, de 22 años, se sienta el sitio de su casa destruida por un deslizamiento de tierra provocado por los huracanes Eta e Iota en el pueblo de La Reina, Honduras. "Tomamos la decisión de que mi esposa se vaya a los Estados Unidos... ojalá pueda encontrarla en un futuro cercano en Miami. Nuestro plan es ser capaces de construirnos una casa. Nadie se va pensando en quedarse en los Estados Unidos porque nuestra tierra está aquí"
Elmer Ramírez, de 22 años, se sienta el sitio de su casa destruida por un deslizamiento de tierra provocado por los huracanes Eta e Iota en el pueblo de La Reina, Honduras. "Tomamos la decisión de que mi esposa se vaya a los Estados Unidos... ojalá pueda encontrarla en un futuro cercano en Miami. Nuestro plan es ser capaces de construirnos una casa. Nadie se va pensando en quedarse en los Estados Unidos porque nuestra tierra está aquí" Rodrigo Abd - AP
Alejandro Mejía, de 80 años, y su esposa, Petrona Caballero, de 80, posan para un retrato en el sitio de su casa destruida por un deslizamiento de tierra. Han estado viviendo juntos en La Reina durante 48 años. Mejía construyó su propia casa. "Hice una caja de madera. Le eché barro con agujas de pino y la dejé secar al sol durante seis días, protegiéndola de la lluvia". Caballero dice: "En la propia casa uno descansa los pensamientos... siento una herida, una aflicción en el pecho. De ahora en adelante sufriremos"
Alejandro Mejía, de 80 años, y su esposa, Petrona Caballero, de 80, posan para un retrato en el sitio de su casa destruida por un deslizamiento de tierra. Han estado viviendo juntos en La Reina durante 48 años. Mejía construyó su propia casa. "Hice una caja de madera. Le eché barro con agujas de pino y la dejé secar al sol durante seis días, protegiéndola de la lluvia". Caballero dice: "En la propia casa uno descansa los pensamientos... siento una herida, una aflicción en el pecho. De ahora en adelante sufriremos"Rodrigo Abd - AP
Las gemelas Dulce Alejandra Mejía, y Genesis Mejía, de 12 años, posan sobre el techo de la casa de su vecino devastada por los huracanes en el poblado de La Reina. Sus padres viven en España
Las gemelas Dulce Alejandra Mejía, y Genesis Mejía, de 12 años, posan sobre el techo de la casa de su vecino devastada por los huracanes en el poblado de La Reina. Sus padres viven en EspañaRodrigo Abd - AP
Melvin Alonso, 14; Guillermo Alonso, 54; Elvin Alonso, 6 meses; María Orellana, 52; Génesis Alonso, 6; Yenny Alonso, 16; Areli Alonso, 22, y Orlin Alonso, 25, posan para una foto en el sitio donde su casa fue destruida por un deslizamiento de tierra provocado por los huracanes Eta e Iota en la aldea de La Reina, Honduras "Nos sentimos muy tristes porque no tenemos hogar, pero lo importante es que toda la familia está viva" dice Guillermo
Melvin Alonso, 14; Guillermo Alonso, 54; Elvin Alonso, 6 meses; María Orellana, 52; Génesis Alonso, 6; Yenny Alonso, 16; Areli Alonso, 22, y Orlin Alonso, 25, posan para una foto en el sitio donde su casa fue destruida por un deslizamiento de tierra provocado por los huracanes Eta e Iota en la aldea de La Reina, Honduras "Nos sentimos muy tristes porque no tenemos hogar, pero lo importante es que toda la familia está viva" dice GuillermoRodrigo Abd - AP
Glenda Herrera, de 34 años en el lugar dónde se derrumbó su casa, "Esa noche bajamos corriendo y vimos cómo el cerro estaba cayendo, pero nunca imaginé que lo destruiría todo "
Glenda Herrera, de 34 años en el lugar dónde se derrumbó su casa, "Esa noche bajamos corriendo y vimos cómo el cerro estaba cayendo, pero nunca imaginé que lo destruiría todo "Rodrigo Abd - AP

Fotos: Rodrigo Abd/AP

Edición Fotográfica: Enrique Villegas

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