Informar sobre el presidente: ya nada volverá a ser igual
WASHINGTON.- La presidencia no es un reality, pero en su primer día completo en el cargo, Donald Trump dejó en claro que sigue obsesionado con ser "una máquina de hacer rating", como se jactó de ser una vez.
Le importa tanto como para haber enviado a su secretario de Prensa, Sean Spicer, a mentirles descaradamente a los medios en su primera conferencia de prensa.
"Fue la mayor audiencia que haya presenciado alguna vez una asunción. Tanto en persona como alrededor del mundo", dijo Spicer, y le sumó una reprimenda por los extendidos informes que difieren de su afirmación carente de toda evidencia: "Estos intentos de desmerecer el entusiasmo de la asunción son vergonzosos y mentirosos".
Los analistas de multitudes estiman que la audiencia a la asunción de Trump fue mucho menor al millón de personas que se adjudicó el presidente, y también mucho menor que el tamaño de la manifestación de mujeres del día siguiente, a la que Trump apenas se refirió. Y los fotógrafos mostraron lado a lado las fotos comparativas entre la magra asistencia a la asunción de Trump y el récord registrado por Obama en su primera asunción en 2009.
Ari Fleischer, ex secretario de Prensa de George W. Bush, entendió el extraño parte de noticias del sábado como lo que era: "Fue una declaración de algo que le mandó decir el presidente. Y cuando es así, uno sabe que el presidente está mirando", expresó Fleischer.
Los medios dominantes, incluido The Washington Post, dejaron claramente en evidencia la falsedad de las cifras sobre el tamaño de la multitud. El diario The New York Times clavó el titular "afirmaciones falsas" y muchos periodistas presentes desafiaron de inmediato la aseveración de Spicer, aunque no pudieron decírselo en la cara, ya que el funcionario no contestó preguntas.
La cadena CNN sabiamente prefirió no transmitir el parte de prensa completo, sino editarlo y mostrar algunas partes en contexto. Fox News lo transmitió en toda su gloria y con su infalible estilo infomercial.
Después, algunos periodistas sonaban pasmados por lo que habían visto. "Asombroso", exclamó Jim Acosta, de CNN. "Se me cayó la mandíbula", fue la reacción de Glenn Thrust, de The New York Times. La reacción es comprensible. La Casa Blanca debe transmitir al menos una apariencia de verdad medianamente razonable, especialmente en su segundo día de gobierno.
Pero nada de esto debería sorprendernos. Cualquier periodista o ciudadano común que se sorprenda de las falsedades de los nuevos habitantes del Salón Oval no estuvieron prestando atención. El concepto fue reforzado por la asesora de Trump, Kellyanne Conway, que el domingo dijo en el programa Meet the press que Spicer estaba suministrando "hechos alternativos" a los informados por los medios.
La palabra oficial siempre es importante, pero no debería ser el foco de atención de los medios si lo que pretenden es decir la verdad sobre el nuevo gobierno.
Los informes de noticias de la Casa Blanca son "periodismo con acceso" en el que las declaraciones oficiales -logradas por cercanía con la fuente- son tomadas al pie de la letra y transmitidas sin respiro como noticias. Pero ya no es más así. Eso murió. La declaración de Spicer debe ser tomada por lo que es: comentarios hechos sobre el ataúd durante el entierro del periodismo con acceso.
Como dijo Jessica Huseman, de ProPublica: "Los periodistas no obtendrán respuestas de Spicer. Las respuestas las encontraremos hurgando, ensuciándonos las manos. Así que todos hagamos eso". Tiene razón.
Más allá de este parte de noticias para el recuerdo, hay un elemento más profundo. El sábado se hizo más evidente que nunca que Trump ha decidido convertir a los medios de comunicación de Estados Unidos en sus mayores enemigos. En su primera visita oficial a la CIA, el flamante presidente volvió a fustigar a los medios, como lo hizo durante su campaña, en la que hizo una lista negra de organizaciones de noticias y calificó a los periodistas de "escoria".
Los periodistas no deberían caer en la trampa de tratar a Trump como su enemigo. Sin olvidar nunca que su misión es contar la verdad y hacer que los funcionarios respondan por sus actos, los periodistas deben indagar, prestarles atención a las acciones que a los tuits sensacionalistas o las mentiras de los partes de prensa, sin renunciar al derecho de denunciar esas falsedades cuando aparecen.
Los periodistas deberían responder haciendo su trabajo con responsabilidad, ecuanimidad y sin miedo, en favor del bien común. En la habitación siempre tiene que haber algún adulto. Acabamos de enterarnos quién no lo será.
Sean Spicer
Director de Comunicación
Experiencia profesional
Tiene 45 años y nació en Barrington, Rhode Island. Trabajó en Relaciones Públicas en Endeavor Global Strategies
Comenzó a trabajar como director de comunicaciones del Comité Nacional Republicano (RNC) en 2011 y en 2015 se convirtió en estratega. Fue vocero de George W. Bush en asuntos de comercio
Traducción de Jaime Arrambide
Margaret Sullivan
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