Lagos enfrentará en las urnas una dura prueba
SANTIAGO, Chile.- Con la directa participación del presidente Ricardo Lagos y del líder derechista Joaquín Lavín, empeñado en mantenerse como opción presidencial dentro de cuatro años, está llegando a su término la campaña electoral con miras a la elección parlamentaria del domingo 16.
Con el propósito de contrarrestar la campaña derechista de negar logros y avances a su gobierno, Lagos saltó al ruedo en la franja diaria de propaganda electoral televisiva, mientras intenta, además, contrarrestar el alto perfil que ha tenido durante la campaña el alcalde Lavín, a quien derrotó estrechamente en la segunda vuelta electoral de las elecciones que lo llevaron a La Moneda.
Lavín, por su parte, busca convencer a los electores de que el país necesita "un cambio", slogan adoptado por su partido, la Unión Demócrata Independiente, y de que es necesario un Congreso con mayoría derechista, aunque de nada le serviría a él y a su sector por cuanto el próximo mandatario se elegirá sólo en diciembre de 2005 junto a un nuevo Congreso.
En la elección del siguiente domingo se renovará la totalidad de la Cámara de Diputados de 120 miembros y 18 de los 36 senadores electos. Otros 11 son senadores designados o vitalicios, entre ellos Augusto Pinochet.
Hasta ahora la campaña ha transcurrido en general en tranquilidad, aunque un propagandista murió en una disputa entre dos candidatos derechistas.
Lagos y su coalición de centroizquierda buscan obtener un Congreso que les permita aprobar las reformas constitucionales que desde el retorno a la democracia, en 1990, el oficialismo no ha logrado por la persistente oposición derechista.
Las encuestas previas no pronostican mayores novedades. El gobierno, pese al alto desempleo que afecta a más de medio millón de chilenos, mantendría el dominio de la Cámara baja, y en el Senado, donde por el desafuero de Pinochet y de otro senador derechista cuenta con una mayoría de un voto, no habría tampoco alteraciones sustanciales.
Pinochet, ausente
La figura de Pinochet ha estado prácticamente ausente de la campaña. El senil ex dictador permanece recluido en su finca costera, desinteresado de la política y de los problemas mundanos, mientras sus antiguos partidarios derechistas siguen distanciándose de él.
El nuevo líder derechista, Joaquín Lavín, ha recorrido el país pidiendo apoyo para los candidatos de la alianza opositora. Su discurso desde que incursiona en el terreno presidencial es de que hay que mirar al futuro y de que Pinochet es pasado. Su partido demanda un Congreso para Lavín, lo que ha servido para que el gobierno y los principales dirigentes oficialistas se mofen y pretendan desacreditarlo.
Lavín aprovecha las circunstancias adversas que ha debido enfrentar Lagos para sostener que "en estos dos años no se han cumplido las promesas electorales: se mantienen el desempleo y la delincuencia".
El oficialismo pretende en esta elección obtener un 48% del electorado, el mismo porcentaje que obtuvo Lagos en la primera vuelta de hace dos años. La alianza derechista conseguiría un 42 por ciento.
Quizás el principal adversario del oficialismo sea el nivel de desempleo, que alcanza al 9,7% de la población laboral. La lenta recuperación económica del país, tras la recesión de 1999, ha conspirado contra el gobierno de Lagos, que desde el inicio de su período de seis años, en marzo del 2000, ha tenido que enfrentarse al problema del juzgamiento de Pinochet y a las repercusiones por el informe de las fuerzas armadas sobre el destino de los detenidos desaparecidos.
La apatía, sobre todo de los sectores jóvenes, será otro factor importante que se hará sentir y que se estima afecta preferentemente al oficialismo. La apatía ha hecho sentir su peso en los últimos actos electorales. A la alta abstención que se prevé se suma el desinterés por participar en la elección, que quedó reflejado en la disminución de los electores. Los 8 millones de ciudadanos habilitados para sufragar son algo menos de los inscriptos para la elección presidencial de hace ocho años.
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