Pobres, inmigrantes y latinos: Corona, uno de los barrios más golpeados por el coronavirus en Nueva York
NUEVA YORK.- El código postal de un vecino de la ciudad de Nueva York es un factor determinante en la lucha contra el coronavirus. Los números que delatan la problemática: 11368, 11372 y 11373, los códigos postales de Corona, Jackson Heights y Elmhurst. Estos tres barrios de Queens concentran -al menos- 2800 infectados confirmados. Los datos relevados por las autoridades han demostrado que los pobres han recibido el golpe más duro en esta crisis sanitaria, y que los más afectados son los latinos y los afroamericanos.
Nueva York está instalada en el colectivo imaginario mundial como una ciudad de ensueño, llena de luces, teatros y vida nocturna. Histórica protagonista en decenas de películas, esta ciudad ha quedado ilustrada como un objeto de deseo donde sueños se hacen realidad. Sin embargo, la batalla contra este enemigo invisible pone luz sobre la otra cara de la Gran Manzana: las inequívocas diferencias sociales que sufren miles de personas a diario.
Hasta ahora, datos oficiales han señalado que el estado tiene un total de 196 mil infectados -104 mil corresponden a la ciudad-, y más de 10 mil fallecidos. En detalle, por millón de habitantes, Nueva York -como estado- tiene más de 10 mil casos. Sin embargo, en Queens y Bronx, dos de los distritos más pobres de la ciudad, los casos por millón de habitantes ascienden a más de 14 mil (el doble de infectados que la Comunidad de Madrid para citar un ejemplo).
El coronavirus abruma a los barrios más pobres donde la gran mayoría de los vecinos son inmigrantes, latinos y afroamericanos, quienes viven en comunidades de alta densidad, en lugares que rozan el hacinamiento. El surgimiento frenético de este virus pone en riesgo la salud de miles de personas que, en muchos casos, ni siquiera pueden comunicarse en inglés.
Queens: el epicentro de la batalla
Pocos lugares han sufrido tanto como Queens. Los barrios más afectados del distrito -Corona , Elmhurst y Jackson Heights, con más de un 25 por ciento de su población por debajo de la línea de la pobreza- son parte del corazón más pobre de la Ciudad, y se han se convertido en el ground zero del coronavirus en la Gran Manzana.
"Estamos en el epicentro del epicentro", dijo el concejal de la ciudad de Nueva York Francisco Moya a LA NACION. En una entrevista telefónica, el hijo de inmigrantes ecuatorianos reconoció el sufrimiento que los barrios más pobres han tenido que afrontar, especialmente en su distrito que, según contó, reúne a vecinos de más de 200 nacionalidades.
"Sólo el 16 por ciento de los trabajadores de esta zona pueden hacer lo que se llama teletrabajo; el resto son trabajadores esenciales, por lo que tienen que salir a la calle", detalló Moya, quien subrayó que ellos son quienes están al frente de esta batalla junto al personal médico en los hospitales.
La orden de trabajar desde casa aquí es un lujo al que la mayoría no puede acceder. Si bien en las calles la circulación ha bajado, el transporte público todavía está cargados por la fuerza trabajadora que a diario se enfrenta a contagios para llegar a fin de mes. Las líneas de metro 7, Q, M y E llegan cargadas a una Manhattan que ha sido puesta en un sueño por el coronavirus.
Un informe divulgado por el Fiscal Policy Institute ha revelado que más de la mitad de los trabajadores esenciales de Nueva York que se desempeñan en supermercados, restaurantes, lavanderías o en el sistema de transporte y salud son inmigrantes.
Los números en la Gran Manzana también han demostrado que -muy probablemente por el alto nivel de exposición y los hogares superpoblados- los latinos y los afroamericanos mueren -aproximadamente- al doble de la tasa de los caucásicos (blancos). En total, 62 por ciento de los fallecimientos en el estado de Nueva York pertenecen a dichos grupos de riesgo, quienes además presentaban en un 90 por ciento de los casos alguna enfermedad preexistente.
Sobre los sombríos datos, Anthony Fauci, el médico especialista en inmunología que se desempeña en el equipo de tareas de la Casa Blanca, indicó: "[Este virus] arroja una brillante luz sobre cuán inaceptable es la disparidad". "No es que se infecten con más frecuencia; es que cuando se infectan, sus afecciones médicas preexistentes los llevan a terminar en terapia intensiva, y finalmente les dan una tasa de mortalidad más alta", añadió.
Las condiciones habitacionales de estas comunidades son estremecedoras, y eso hace que la exposición al contagio sea mucho más alta de lo normal. Según el concejal Moya, en un mismo departamento con un sólo dormitorio pueden vivir hasta diez inmigrantes apiñados.
"[Los inmigrantes] son los que aseguran que cuando los vecinos van al supermercado, todos puedan encontrar stock; son quienes reparten pedidos en bicicletas; son quienes nos van a sacar de esta crisis", aseveró Moya, quien hace años trabaja en la función pública y lucha por políticas migratorias.
El lenguaje como barrera
En este trágico contexto para las comunidades más vulnerables en Nueva York, esta mañana el alcalde Bill de Blasio anunció el lanzamiento de una campaña mediática multilingual a fin de proporcionar información a los más afectados. La medida -que significa un desembolso de diez millones de dólares- llega semanas tarde, según Moya.
"Desde el comienzo de esta pandemia vengo pidiendo a las autoridades que extiendan los mensajes a todos. ¿Distanciamiento social? Los latinos no saben de eso; viven en casas multigeneracionales, no es común para ellos", sentenció.
Desde hace semanas, el Hospital Elmhurst se desangra al recibir cientos de pacientes diarios en un sistema de salud sobrepasado, donde muchos tienen problema para expresar qué es los que siente por la barrera idiomática. Pese al cauto optimismo anunciado por el gobernador Andrew Cuomo debido a la baja de hospitalizaciones, las 454 camas de este centro hospitalario se mantienen ocupadas, según pudo saber este medio por fuentes gubernamentales. Las autoridades afirman que todavía es muy pronto para decir si la tendencia se podrá mantener de manera sostenida.
Mientras, médicos y enfermeros se quiebran frente a las cámaras: el caudal de víctimas fatales al que se enfrentan a diario es brutal. La última semana fue la más negra en términos de mortandad: Nueva York vio morir a un promedio de 750 personas por día. Los servicios de entierros no dan abasto, y los vecinos de los barrios más sacudidos por el Covid-19 no tienen ingresos suficientes para pagar los velorios deseados. Se siente angustia y temor: neoyorquinos han perdidos amigos, familiares, seres queridos.
"Son postales de guerra", aseveró Moya, quien indicó que, pese a este terrible escenario, la gente es "muy resiliente, trabajadora y solidaria". "Nueva York saca lo mejor de las personas; es una ciudad que fue fundada por inmigrantes, y será sacada adelante por ellos", subrayó el concejal.
El trabajo, una necesidad esencial
La vitalidad de los comercios que aportan el ingrediente esencial a la impronta de Queens, cargada -principalmente- de energía latina en locales de comida autóctona y servicios de belleza han desaparecido de las calles. Grandes avenidas como Roosevelt y Broadway hoy amanecen y anochecen a oscuras y en silencio, a la espera de que esta pesadilla termine y puedan volver a lo que eran.
Street Vendor Project, una iniciativa que agrupa a vendedores ambulantes todavía lucha para que los trabajadores de las calles puedan llegar a fin de mes. Y es que, a pesar de la crisis, cientos de personas salen con sus puestos en busca de sobrevivir en tiempos de pérdidas de todo tipo.
En la esquina de la Calle Case, debajo de las vías del tren, con barbijo y guantes, una señora luce su puesto que reza el cartel de Doña Fela: a la venta tiene empanadas peruanas horneadas, de pollo y de carne. El temor a un posible contagio se ve sobrepasado por la necesidad de trabajar.
En las calles de un Queens que supo exprimir su diversidad con restaurantes de todo tipo y experiencias multiculturales, hoy se sufre el golpe de esta crisis que también toca de fondo lo económico. Miles de personas -muchos indocumentados- han perdido sus fuentes de ingresos por la falta de trabajo. Y como la gran mayoría no está registrado con número de seguridad social (Social Security Number), no pueden acceder al paquete de asistencia financiera lanzado por la Casa Blanca.
A nivel nacional, 16.6 millones de individuos (diez por ciento de la capacidad trabajadora de Estados Unidos)en las últimas tres semanas se han registrado para el seguro de desempleo. Y todo indica que la situación continuará por agravarse con el avance de esta crisis sanitaria y económica.
El chef español José Andrés Puerta -más conocido por José Andrés a secas-, que desde hace años vive en Estados Unidos y coordina decenas de restaurantes de alto nivel con su solidaria lucha en pos de mejorar la alimentación mundial, utilizó sus redes para denunciar la problemática en los barrios más vulnerables. En estos tiempos de crisis, se lo ha visto en la calle de los lugares más afectados para ayudar a los necesitados y generar conciencia.
"Esto es real, esto es gente que tiene hambre", dijo el cocinero frente a las cámaras al registrar eternas colas de gente en Corona en busca de un plato de comida. Y es que José Andrés busca enviar un mensaje a los representantes del Congreso estadounidense para que se trabaje en una ley que incluya los trabajadores inmigrantes indocumentados. "Miembros del Congreso: la comida no debería ser un problema, sino la solución. En la próxima ley, el alimento debe ser una prioridad", remarcó.
El distanciamiento social de dos metros, por ahora, pareciera ser la clave en esta guerra contra el enemigo invisible. Para los más vulnerables, la información llega semanas más tarde. Poco a poco, cientos de miles de personas recibirán instrucciones que por fin entenderán para comenzar a protegerse a ellos mismos y sus seres queridos.
"Los más pobres pagan el precio más alto", dijo el gobernador Cuomo hace unos días. Mientras los más acomodados pudieron escapar a lujosas zonas como los Hamptons en busca de refugio, los pobres e inmigrantes han quedado a la vera del destino. Ahora, las autoridades han prometido más testeos en las zonas más afectadas y más recursos para quienes menos tienen.
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