Suu Kyi, del sacrificio a las puertas del poder
RANGÚN
En las últimas elecciones libres de Myanmar, Aung Sang Suu Kyi estaba en arresto domiciliario, pero 25 años después esta líder opositora sueña con una victoria histórica.
Diputada de 70 años, vestida con el rojo de su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), atrae a las masas en las remotas regiones al norte de Rangún. El rojo también es el color que vestía ayer cuando votó en una escuela del centro de Rangún, aclamada por una multitud de partidarios al grito de "victoria".
Suu Kyi sueña con ver Myanmar alejarse definitivamente del período de la junta, que dejó el país en ruinas, oprimió a la población durante décadas y la puso durante 15 años en arresto domiciliario.
"[En caso de victoria], dirigiré el gobierno y estaré por encima del presidente" escogido por los parlamentarios, advirtió Suu Kyi el jueves, desafiando así las leyes impuestas por la junta. En virtud de la Constitución, la líder opositora no puede convertirse en presidenta, ya que un artículo bloquea el acceso a este cargo a las personas con hijos de nacionalidad extranjera. Ella tiene dos hijos británicos.
"Esta elección es una gran oportunidad de cambio para nuestro país. El tipo de oportunidad que sólo llega una o dos veces en la historia", confesó algunos días antes la premio Nobel de la Paz.
Para los birmanos que sufrieron la crudeza de la vida bajo una junta que aisló al país del mundo, Suu Kyi encarna aún hoy "sus esperanzas de un regreso a la democracia", estima Phil Robertson, representante de Human Rights Watch en Asia.
"Nuestro país sólo puede cambiar si ella nos dirige", explica Myint Myint Kyi, una funcionaria jubilada durante un mitin de Suu Kyi.
Myanmar ha experimentado grandes cambios desde la apertura en 2011, pero "dos grandes factores no han cambiado: el aura carismática de Suu Kyi y la influencia de la elite militar", explica el politólogo Nicholas Farrelly. "Para muchos electores, ella es la figura de la lucha contra el autoritarismo. Ellos imaginan que el destino democrático interrumpido en los años 90 está al alcance de la mano", añade.
Su llegada al Parlamento en 2012 durante las elecciones legislativas parciales ha empañado, sin embargo, su reputación de símbolo de los derechos humanos, especialmente en el extranjero. De carácter pragmático, Suu Kyi evita pronunciarse sobre la suerte de los rohingyas, una minoría musulmana perseguida en Myanmar.En el seno de su partido, algunos le reprochan también su autoritarismo y el poco espacio dejado a los jóvenes.
La entrada en política de Suu Kyi no estaba programada. Tras la muerte de su padre, el general Aung San, héroe de la independencia asesinado en 1947 cuando ella tenía dos años, la primera parte de su vida la pasó en el exilio, primero en India y después en Gran Bretaña.
Allí llevó una vida de ama de casa modelo, esposa de un profesor universitario especialista del Tibet en Oxford y madre de dos pequeños.
Pero en 1988, cuando viaja a Myanmar para estar junto a su madre, llega en pleno levantamiento contra la junta, cuya represión se convirtió en un baño de sangre, y decide implicarse en el destino de su país. "No podía, como hija de mi padre, mantenerme indiferente a todo lo que pasaba", dice durante su primer discurso, en la pagoda de Shwedagon en 1988. En ese momento nace el símbolo Suu Kyi.
Aunque la junta la autoriza a formar la LND, rápidamente es arrestada. A distancia, asiste a la victoria de su partido en las elecciones de 1990, cuyos resultados la junta no reconoció. Así pasan los años encerrada en su casa al borde de un lago en Rangún, donde recibe la visita de pocas personas, como de sus dos hijos que viven en Inglaterra con su padre, que murió de cáncer sin que su esposa pudiera visitarlo por temor a no poder regresar a Myanmar.
En 2010, Suu Kyi es liberada tras 15 años de arresto domiciliario, durante los cuales mostró siempre una firme determinación que podría llevar ahora a su partido a gobernar Birmania.
Hla-Hla Htay
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