Suu Kyi pierde brillo internacional
MADRID.- Casi tres décadas ha tardado Aung San Suu Kyi, símbolo de la defensa de la democracia en Asia, en llegar al poder en Myanmar. Pero han bastado pocos meses para que la actual canciller, considerada la líder de facto del primer gobierno birmano salido de las urnas en marzo, tenga que hacer frente a los sinsabores de la realpolitik.
Suu Kyi es objeto de las críticas por la lentitud en los cambios para avanzar hacia una democracia real y por la forma con la que se gestionan los conflictos étnicos.
El reproche más visible llegó la semana pasada, cuando un grupo de 23 activistas, entre ellos media docena de premios Nobel de la Paz, le recriminaron la inacción del gobierno frente a la "limpieza étnica y los crímenes contra la humanidad" que está sufriendo la minoría musulmana rohingya a manos del ejército.
La dirigente sugirió hace unos meses dejar de utilizar el término rohingya o bengalí a la hora de referirse a este grupo para, según ella, facilitar una "solución pacífica y sensible a los problemas del país". Pero para muchos este gesto muestra que Suu Kyi se ha alineado con la línea dura del nacionalismo budista, que considera que los rohingyas deben seguir siendo tratados como ilegales.
El gobierno de Suu Kyi niega las acusaciones de las ONG, al tiempo que ha prohibido la entrada en la zona a los periodistas u observadores de los derechos humanos. El lustre de la dama se ha apagado a los ojos de la comunidad internacional.
Ana Salvá
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