Un golpe de Morsi a una democracia que recién nacía
EL CAIRO-La crisis desatada por el presidente Mohammed Morsi con su intento de encuadrar la transición política egipcia en sus propios términos erosionó la confianza de esa nación en su incipiente democracia y amenaza con complicar la ya de por sí nada envidiable tarea del gobierno.
Su esfuerzo por impulsar una Constitución que no se condice con los deseos de vastos sectores de la sociedad, incluida la minoría cristiana, debilitó la posibilidad de generar los consensos necesarios para enfrentar los desafíos por venir, como el saneamiento de una economía al borde la quiebra.
Después de haber prometido ser el presidente de todos, Morsi ahora es acusado de anteponer los intereses de su grupo, la Hermandad Musulmana, en detrimento de otros, que aseguran que sus aspiraciones no se ven reflejadas en el anteproyecto de Constitución que será objeto de un referendo el 15 de diciembre.
Del otro lado, la desconfianza de los islamistas hacia sus opositores laicos no ha hecho más que acentuarse, como resultado del caos generado por los intentos de Morsi de apurar la etapa final de la transición del régimen de Hosni Mubarak.
Mientras los más extremistas se oponen de plano a la idea misma de democracia, los islamistas dicen que sus rivales no respetan las reglas del juego, que los llevó a ocupar la conducción del país tras ganar en elecciones libres y justas.
Quienes ansían ver a Egipto recuperarse de dos años de inestabilidad temen que un baño de sangre termine con toda esperanza de que Morsi consiga la cooperación necesaria para gobernar sin sobresaltos y llevar a cabo las reformas imprescindibles para el país.
La polarización podría incluso obturar los planes de la Hermandad Musulmana de forjar una alianza electoral con los liberales de cara a las próximas elecciones parlamentarias.
La imagen de gobierno inclusivo que Morsi le intentó imprimir ?a su administración ha sido una de las primeras víctimas de esta crisis, que hizo eclosión el 22 ?de noviembre, con la publicación de un decreto que ampliaba los ?poderes del presidente y protegía sus decisiones del escrutinio ?del poder judicial.
Un cristiano y una mujer fueron dos de los primeros funcionarios de su gobierno en renunciar, tan sorprendidos por el decreto como la mayoría de los egipcios. A pesar del inmediato foco de violencia, Morsi no dio muestras de echarse atrás y aprovechó para ningunear a sus críticos. "Yo veo más allá que ellos", dijo a la revista Time.
Mientras siguen las especulaciones sobre las razones de su ?decisión, los egipcios que siempre desconfiaron de la Hermandad han llegado a la conclusión de que Morsi gobierna el país de acuerdo con las órdenes que le imparte ?su grupo.
Economía en espera
En respuesta, los islamistas acusan a sus adversarios de haber rechazado desde el principio todos los gestos de acercamiento hechos por Morsi. La visión que tienen los islamistas de sus opositores se ha ido desdibujando a lo largo de la crisis. Los miembros de la Hermandad ahora llaman a sus adversarios "feloul", o sea "resabios", una manera peyorativa de sugerir su lealtad a Mubarak.
"El efecto secundario más lamentable de lo ocurrido estas últimas dos semanas es el enrarecimiento del clima político, y me temo que esa atmósfera tóxica se prolongará más allá de la crisis actual", dijo Elijah Zarwan, miembro del Consejo Europeo de Relaciones Internacionales.
"El próximo gobierno tendrá que actuar con rapidez para enfrentar problemas muy diversos, y necesitará ayuda. Con el clima político actual, difícil que alguien vaya a querer cooperar", agregó.
Esa cooperación de fuerzas estaría en inmejorables condiciones de aplicar políticas destinadas a frenar el aplastante déficit presupuestario y a evitar una crisis en la balanza de pagos. Según estimaciones de un economista, desde la caída de Mubarak, Egipto ha perdido entre 70.000 y 80.000 millones de dólares en producción económica.
Encabeza la lista de deberes económicos la aplicación de medidas para recortar el subsidio a los combustibles, uno de los mayores agujeros en las arcas del Estado. Tocar esos subsidios será un tema urticante en un país en donde ricos y pobres se han acostumbrado al combustible barato.
Además de la economía, Morsi necesita ampliar su base de apoyo para enfrentar otros problemas, incluido el poder judicial, que hasta sus adversarios concuerdan que debe ser renovado.
Pero con un país divido y polarizado, difícilmente logre reunir el consenso que necesita para poner en marcha esos cambios.
El eje de la crisis
El proyecto de la nueva Constitución divide a los egipcios
- El conflicto
La crisis, que comenzó luego de que Morsi se atribuyera superpoderes, se agudizó con el anuncio del referéndum sobre la nueva Constitución
- Tiempo récord
Fue redactada y aprobada en tiempo récord por los islamistas, aliados de Morsi
- Sesgo islamista
Según sus críticos, tiene un marcado sesgo islamista, ya que permite que los clérigos musulmanes puedan supervisar las leyes
- Menos libertades
Además, restringe los derechos de las mujeres, de las minorías y las libertades civiles en general
Traducción de Jaime Arrambide
Edmund Blair y Tom Perry
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