Un sistema cuesta abajo, ante la indiferencia y la insatisfacción de la gente
Predemocracia y posdemocracia. Desconfianza y felicidad. Pan físico y hambre digital. Economía algorítmica e inequidad ancestral. Activismo e indiferencia. América Latina aparece como tierra de inmensos contrastes en el momento exacto cuando las nuevas tecnologías impactan fuertemente sobre todos los aspectos de la integración regional. Cuando la voz de los latinoamericanos se expresa acerca de la calidad de la democracia, los niveles de deterioro no son nuevos, pero se profundizan como tendencia. A los efectos de entenderlos mejor, la Encuesta Latinobarómetro 2018 permite descubrir hallazgos para un amplio repensar de las políticas públicas. No hay un único factor excluyente que explique relaciones de causalidad, pero sí hay un universo de percepciones que resulta preciso indagar.
El tobogán del desinterés
En 2018, el apoyo a la democracia en la región registra el menor valor desde 2001; en cambio, la indiferencia registra su mayor valor en la serie. Solo el 48% dice preferir la democracia a cualquier otra forma de gobierno -igual valor que en 2001-. El apoyo viene cayendo en forma continua desde 2010 (61% de apoyo); una caída que se dio en mayor o menor medida en todos los países de la región.
- Solo el 24% está satisfecho con el funcionamiento de la democracia en su país.
- En 2018, 77% de los latinoamericanos opina que su país está estancado (49%) o en retroceso (28%). Esto se compara con un valor de 58% en 2010. Es el guarismo más bajo del último cuarto de siglo.
- La caída no se debe a un aumento del apoyo explícito al autoritarismo -la proporción que justifica el autoritarismo en algunas circunstancias es la misma que en 2010 (15%)-, sino a un aumento de la indiferencia, con el 28% de los latinoamericanos que considera que es lo mismo un régimen democrático que uno no democrático, en comparación con el 16% en 2010.
La caída social
- La insatisfacción con la democracia está estrechamente ligada con el sentimiento de los latinoamericanos respecto del porvenir de la economía y de su situación personal-familiar: el 83% de las personas que cree que la economía del país o su propia situación personal va a estar peor el año que viene está insatisfecho con la democracia.
- El 63% de las personas con educación superior apoya la democracia. El apoyo es de tan solo el 40% entre personas con educación básica. Oscila entre el 30% para las personas con nivel socioeconómico muy bajo y el 54% para los que tienen nivel socioeconómico muy alto.
- A su vez, las personas que perciben un aumento en la corrupción en el último año y las que están muy preocupadas de ser víctimas de un delito también están, en promedio, más insatisfechas con la democracia, el 76% y el 77%, respectivamente.
La red de redes
La disrupción digital está entre nosotros. La penetración del smartphone (47%) es mayor que la del agua caliente por cañería (36%). El 32% de los latinoamericanos que sufre falta de alimentación tiene smartphone; en los jóvenes de 18 a 25 años esto aumenta al 44%. El 80% de los que tienen a menudo una sola comida al día posee celular. Si se trata de tecnología móvil menos sofisticada, los datos son igualmente abrumadores: el 89% de los adultos tiene teléfono celular, solo superado por el 91% que cuenta con agua potable y el 96% que hace una comida al día. En otras palabras, casi nadie deja de tener un teléfono celular en la región. El apoyo a la democracia es consistentemente más alto entre los usuarios de redes sociales, cualquiera sea la red que utilicen.
- El apoyo de los usuarios de redes sociales a la democracia varía entre el 48% y el 67%, dependiendo de la red utilizada, en comparación con un apoyo promedio del 48%.
- Esto podría indicar un carácter democratizador de la socialización por internet. Por ejemplo, el apoyo a la democracia es del 52% entre los mayores de 61 años, pero alcanza el 77% entre los mayores de 61 años que usan Twitter.
Pese a todo, América Latina es una de las regiones más felices de la Tierra. El 73% declara estar satisfecho con su vida, lo que es un punto menos que en 2017 y cuatro menos que en 2015.
Un claroscuro más para un apasionante análisis que requiere profundización multidisciplinaria para descubrir la frontera irredenta del nuevo desarrollo regional. Quien quiera oír que oiga.
El autor es director de Intal-BID
Gustavo Béliz
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