Una decisión que deja a los kurdos entre la espada y la pared
BEIRUT.- La retirada estadounidense del nordeste de Siria deja expuestos a los grupos kurdos a una posible nueva operación de Turquía y los obliga a cooperar con el régimen de Damasco, explican los expertos del conflicto, después de que Trump sorprendiera anteayer con el anuncio de la retirada de todos los soldados estadounidenses de Siria y proclamara la derrota de Estado Islámico (EI).
El anuncio del presidente estadounidense fue recibido con consternación por sus aliados británicos y franceses, aunque muy probablemente los más perjudicados serán las milicias kurdas presentes en el norte de Siria.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan ya había anunciado el 12 de diciembre pasado que iniciará una nueva operación militar contra los combatientes kurdos de las Unidades de Protección Popular (YPG).
Turquía califica de "terrorista" el YPG y lo considera el brazo sirio del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), un grupo confrontado con el ejército turco desde 1984 y que es considerado como "terrorista" por Turquía, pero también por Estados Unidos y la Unión Europea.
"Si esta decisión es de verdad aplicada, dejará vía libre a Turquía para que inicie sus operaciones contra los kurdos y entonces dará inicio una guerra sangrienta", explica Mutlu Civiroglu, experto en la situación de los kurdos.
Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una coalición árabe-kurda formada esencialmente por las milicias del YPG, advirtieron que una operación de Turquía debilitaría las operaciones contra EI y también podría afectar y beneficiar la situación de los jihadistas occidentales encarcelados en el norte de Siria.
Ankara ve con muy malos ojos la emancipación de los kurdos en Siria, donde gracias a la guerra establecieron una región "federal", conocida como Rojava, que representa el 30% del territorio del país. Dada la tensión creciente en la frontera entre Turquía y Siria, Washington había instalado a principios de diciembre puestos de observación para evitar confrontaciones entre el ejército turco y el YPG, pese a la oposición de Ankara.
El anuncio de Trump tuvo no obstante lugar el mismo día en que Washington autorizó la venta a Turquía de su sistema antimisiles Patriot, en una operación valuada en 3500 millones de dólares.
"Esta decisión (la retirada estadounidense) supone un freno para las aspiraciones kurdas en el norte de Siria, pero los kurdos ya estaban preparados para esto y por eso habían iniciado conversaciones con Siria", considera Joshua Landis, especialista en el conflicto sirio.
Dirigentes kurdos participaron el verano último en Damasco de una primera ronda de contactos con el régimen sirio para discutir sobre el futuro del norte del país. El régimen de Bashar al-Assad perdió el control de esa zona en 2012.
Según Landis, las fuerzas estadounidenses no pueden seguir en Siria eternamente, ya que "están rodeadas de enemigos que quieren que abandonen el país".
Sin embargo, "no deben retirarse todas al mismo tiempo. Antes Washington tendría que negociar un acuerdo favorable para los kurdos (...) con garantías de las autoridades rusas y sirias", añade el experto.
Según Joost Hiltermann, del International Crisis Group, la administración estadounidense tendría que "negociar un acuerdo que restablezca la soberanía siria (en el norte del país), pero que al mismo tiempo garantice cierto nivel de autonomía a los kurdos e impida el retorno de EI".
Una retirada precipitada de las tropas estadounidenses dejaría a los kurdos más expuestos que nunca, advierte Hiltermann.
"Si la decisión es aplicada de forma precipitada, dejará a los combatientes del FDS en una situación muy precaria", asegura.
"Tanto Turquía como Siria quieren eliminar al YPG como actor militar", explica el especialista.
Mientras tanto, los kurdos que se manifestaron ayer en Ras Al-Ain, cerca de la frontera con Turquía, veían la retirada estadounidense como un abandono.
"Se trata de una gran traición para el pueblo de Rojava", lamentó Khaled Uso, un manifestante de 45 años.
Valérie Leroux
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