Adiós a Zsa Zsa Gabor, la primera "celebridad" moderna: famosa por ser famosa
Su atractiva figura se paseó por más de medio centenar de títulos en el cine, la TV y en el teatro, pero la actriz húngara convirtió a su propia vida en su mejor logro artístico; murió ayer, a los 99 años
Extravagante, vanidosa, devota de los diamantes y de los millonarios, Zsa Zsa Gabor fue por encima de todo una extraordinaria vendedora de su propia imagen. En el apogeo de su indiscutible belleza y también cuando sus encantos empezaban a apagarse, la estrella de origen húngaro siempre se las ingenió para no abandonar las primeras planas de la prensa del corazón a fuerza de escándalos, de algún nuevo matrimonio (llegó a casarse nueve veces) o de sus características y glamorosas apariciones en reuniones mundanas de la alta sociedad de Beverly Hills.
Su atractiva figura se paseó por más de medio centenar de títulos en el cine, la TV y en el teatro, pero el sueño que abrigó desde que llegó a Hollywood de convertirse “en la mejor actriz del mundo” se perdió entre una mayoría de trabajos poco estimables. Con el tiempo, era convocada cada vez más sólo para hacer de sí misma o parodiar su imagen pública, lejos de algunas pocas apariciones lejanas que presagiaban un futuro finalmente frustrado.
El destino de Zsa Zsa estaba en otra parte, más cercana al glamour de los desfiles, las presentaciones, los estrenos y las reuniones sociales que a la actividad escénica propiamente dicha. Si hasta podría decirse que la mejor actuación de la segunda de las tres hermanas Gabor (tres años menor que Magda y dos mayor que Eva, la recordada protagonista de la serie Granjero último modelo) ocurrió en 1990, cuando terminó encarcelada después de haber abofeteado a un agente de tránsito que la detuvo por una infracción de tránsito mientras manejaba su Rolls Royce convertible color crema valuado en 215.000 dólares por Beverly Hills. Cuando arribó a la corte con un vestido estampado, un collar de diamantes y aros de esmeralda y diamantes, Zsa Zsa contraatacó acusando al policía de haber abusado física y verbalmente de ella.
Esa clase de respuestas eran habituales cada vez que la estrella se metía de cabeza en algún escándalo. Cuando tenía 73 años, en una aparición televisiva que compartió con el músico Bob Geldof dijo muy suelta de cuerpo que en 1960 Frank Sinatra la había violado. “Evidentemente, Zsa Zsa está empezando de nuevo a abrir demasiado la boca”, respondió en ese momento La Voz.
Sinatra fue uno de los muchos nombres famosos que los rumores involucraron sentimentalmente con Zsa Zsa Gabor. Pero en vez de trascendidos sentimentales, ella prefería coleccionar maridos.
El primero fue el diplomático turco Burhan Belge, al que desposó en 1937, un año después de haber ganado el más importante concurso de belleza de su país. Se divorció en 1941 y un año después reincidió en un matrimonio que duró cinco años con el magnate hotelero Conrad Hilton. Más tarde dijo que se había unido a él sólo por dinero, pero ambos tuvieron una hija, Francesca.
A la lista de esposos de Zsa Zsa Gabor se agregaron más tarde el actor George Sanders (a quien reconoció como el gran amor de su vida), el empresario Herbert Hutner, el petrolero texano Joshua Cosden, Jr. (apenas 18 meses), el millonario Jack Ryan, que además era vecino suyo en Beverly Hills y Michael O’Hara. Tuvo otro matrimonio anulado con Felipe de Alba, una historia de amor que nunca llegó al casamiento con el playboy Porfirio Robirosa y un vínculo final con el noble alemán Frederick von Anhalt, de resultas del cual se convirtió en princesa de Sajonia a partir de 1986.
Nacida en Budapest el 6 de febrero de 1917 con el nombre de Sari en un hogar de holgada posición económica (su padre era joyero) fue criada junto a sus hermanas en el ambiente más distinguido. Se educó en Suiza, fue estrella del Folies Bergere parisino y se trasladó a Hollywood siguiendo los pasos de su hermana Eva, pero fueron menos sus apariciones recordadas en el cine (Por primera vez, junto a Mario Lanza; Arrivederci Baby, con Tony Curtis; Amores de un canalla, con George Sanders, y El enemigo público, con Fernandel, están entre ellas) que su permanente apego al escándalo.
Muchos recuerdan cuando, ya famosa, tuvo que interrumpir abruptamente una visita a Hungría porque una gran casa de moda de Budapest la había acusado de deberle plata. Ella respondió acusando a las autoridades del país –que entonces estaba bajo la órbita soviética– de querer apoderarse de la herencia familiar. También fue multada una vez en Inglaterra por introducir al país un perro en forma ilegal y por interrumpir un show en Filadelfia porque había un grupo de lisiados en la primera fila.
Por lo demás, tuvo entre sus amigos a Paul Getty, Aristóteles Onassis, Henry Kissinger y Bob Hope. Una vez recibió una fotografía autografiada del presidente Richard Nixon con la leyenda “Soy su mayor fan”. De ojos azules y labios delicados, dedicaba horas enteras al tratamiento de su cabello, auténticamente rubio.
En 2002, al chocar el auto en el que viajaba con un poste de alumbrado en West Hollywood, la ya anciana Zsa Zsa quedó primero en coma y luego, postrada, permaneció alojada entre una habitación de lujo en la casa de retiro para figuras del cine y la TV de Woodland Hills y su mansión de Bel Air, siempre al cuidado de su noveno marido.
Por entonces quedaban sólo en la memoria y en el recuerdo aquéllos tiempos glamorosos en los que soltaba frases filosas como “Yo no odio a las mujeres, excepto cuando desean a mis hombres” y se autodefinía irónicamente como “la primera hippie” porque rechazaba la hipocresía. Con todo, en sus últimos años se dio el lujo de responderle a un periodista que le preguntó a quemarropa cuál era su edad: “Caballero, no vine aquí para ser insultada”.
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