Con espíritu clase B
Sexo, violencia y sangre a borbotones. En torno de estos tres elementos el director Matías Szulanski estructuró el film Pendeja, payasa y gorda, que se estrenó el jueves. La trama, por momentos algo enredada, tiene como eje central a una mujer que contrata a dos muchachas para que busquen un cuerpo que contiene los riñones que le salvarían la vida a su hermano. Ambas comenzarán así a cometer una serie de truculentos asesinatos en medio de un clima en el que imperan la traición, la envidia y los deseos de sus protagonistas de cumplir una misión por demás atrevida. En este entramado no están exentos el humor negro ni algunas escenas de dudoso gusto, aunque el director, confeso admirador de Roger Corman, expresó que su intención es entretener al espectador sobre la base de una historia que en nuestro cine aún nadie tuvo las agallas de hacer. Un elenco encabezado por Mirta Wons, Flor Benítez y Ana Devin aporta su entusiasmo a este film atípico que se balancea entre lo terrorífico y lo divertido. En definitiva, los espectadores tendrán la última palabra al juzgar tan atrevido emprendimiento.

