Dos solitarios que intentan descubrir sus secretos
Sólidos trabajos de la pareja central de Las vidas posibles
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Las vidas posibles (Argentina-Alemania/2007). Dirección y guión: Sandra Gugliotta. Con Germán Palacios, Ana Celentano, Guillermo Arengo, Natalia Oreiro, Osmar Núñez, Marina Glezer y otros. Fotografía: Lucio Bonelli. Música: Sebastián Escofet. Presentada por Primer Plano. Hablada en español. Duración: 80 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: buena
El imponente paisaje de la Patagonia es el principal marco geográfico de esta historia que se fija en las ambigüedades de sus personajes centrales, un matrimonio feliz al que parece no faltarle nada en su vida cotidiana. Sin embargo, Luciano, el marido, geólogo de profesión, deberá realizar unos trabajos en el Sur y allí desaparece repentinamente. Carla, su mujer, no comprende esta actitud insólita del ser amado y decide trasladarse hacia aquellos remotos lugares en busca de ese hombre que se convirtió en un ser fantasmal en su existencia.
Cuando llega a un pequeño pueblo halla a alguien que se parece a Luciano, pero que lleva otra vida. Tiene otra esposa, es agente inmobiliario y, además, finge no conocerla. ¿Qué hay detrás de ese ser enigmático que se borró de la existencia de Carla? Ella comenzará, entonces, una búsqueda desesperada. Preguntará por su marido a los lugareños, recorrerá los sitios que éste frecuenta y tomará contacto cada vez más con ese Luciano que parece haberse olvidado de su pasado para convertir su tránsito en un nuevo camino. Sandra Gugliotta, que ya había dado sólidas pruebas de aptitud en Un día de suerte , su primer largometraje, logra aquí imponer su imaginación en una historia en la que el pasado y el presente se asocian para tratar de descubrir esos secretos en los que su marido, ahora un desconocido para ella, se transformó en otra persona, alejada de aquellos días felices que vivieron juntos.
Sin duda, esta trama debe seguirse como una especie de investigación en torno de esa pareja que, en medio de diversos avatares, se dispone a reconstruir aquellos tiempos idos en medio de un clima de misterio y de extrañeza. El relato habla de esperanzas y de dolor y se centra en la ambigüedad que envuelve a ese hombre para el que la memoria se transformó en olvido. El film gira así alrededor de los caprichos del amor y en esa extraña dualidad hace de sus personajes seres deseosos de vivir otra forma de existencia.
Germán Palacios logra imponer su prestancia a un personaje de nada fácil textura, en tanto que Ana Celentano demuestra su sólido oficio actoral en un papel que supo manejar con calidez y ternura. Natalia Oreiro acompaña con corrección a la pareja central, y el resto del elenco aporta credibilidad a sus breves partes. La fotografía, impecable en su propósito de recrear los bellos paisajes patagónicos, y la música, de tenue ritmo, sostienen este entramado al que Sandra Gugliotta, como directora y guionista, supo imponer ese clima en el que dos almas solitarias tratarán de volver a unir sus destinos.
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