Hannibal, el eterno perturbador
1 minuto de lectura'
"Dragón rojo" ("Red dragon", Estados Unidos/2002). Dirección: Brett Ratner. Con Anthony Hopkins, Edward Norton, Ralph Fiennes, Harvey Keitel, Emily Watson, Mary-Louise Parker y Philip Seymour Hoffman. Guión: Ted Tally, basado en el libro de Thomas Harris. Fotografía: Dante Spinotti. Edición: Mark Helfrich. Música: Danny Elfman. Diseño de producción: Kristi Zea. Producción de Dino De Laurentiis presentada por UIP. Duración: 124 minutos. Para mayores de 16 años con reservas.
Nuestra opinión: buena
Que Hollywood es una maquinaria que exprime hasta la última gota del jugo que puede quedar en fórmulas que han sido exitosas no es, a estas alturas, una gran novedad. Pero, en este sentido, "Dragón rojo" sí aparece como un proyecto prototípico de esta era de escasa creatividad y originalidad: no sólo estamos ante la precuela de "El silencio de los inocentes" y de "Hannibal", es decir, una historia anterior basada en la novela que Thomas Harris publicó en 1981, donde por primera vez aparecía -en un personaje secundario- el asesino serial/caníbal/psiquiatra Lecter, sino que además se trata de una remake, ya que ese mismo best seller había sido adaptado en 1986 por Michael Mann en la bastante más lograda "Manhunter" ("Cazador de hombres").
Sin embargo, el veterano productor Dino De Laurentiis decidió aprovechar la popularidad del personaje interpretado por Anthony Hopkins (en la primera versión había trabajado Brian Cox) y volver a filmar esa historia incluso con el mismo director de fotografía, el italiano Dante Spinotti. El realizador contratado esta vez fue Brett Ratner, cuyos antecedentes no demasiado alentadores eran "Hombre de familia" y la saga de "Rush Hour-Una pareja peligrosa", mientras que el guionista sí aparecía como una verdadera garantía: Ted Tally, el mismo que ganó el Oscar por su transposición de "El silencio de los inocentes".
En medio de esta operación de reciclaje y lavado de cara, "Dragón rojo" surge como un producto sólido y solvente, pero al mismo tiempo algo previsible, acartonado y superficial. En la comparación, resulta una evolución frente a la mediocridad de "Hannibal", que dirigió Ridley Scott, pero queda a enorme distancia del impacto que generó hace más de una década Jonathan Demme con "El silencio de los inocentes", un film que -para bien o para mal- revivió y reinventó el subgénero de los asesinos seriales devenidos genios del crimen y apóstoles del mal. Lejos del preciosismo descriptivo, la profundidad psicológica y la elegancia narrativa del libro de Harris (y de la versión cinematográfica de Mann), "Dragón rojo" es una síntesis bastante simplificadora de los conflictos trabajados en la novela. De todas maneras, Tally se las ingenia para agregar un tragicómico prólogo en el que Hannibal concurre a un concierto de música clásica con el argentino Lalo Schiffrin como director de orquesta. Inmediatamente, uno de los músicos desaparece de forma misteriosa y acto seguido se muestra al refinado psiquiatra como anfitrión de una distinguidísima cena. Quienes conocen al personaje sabrán qué (quién) forma parte del menú.
La caracterización de Hopkins es la de un psicópata premeditadamente caricaturesco: su Hannibal Lecter es ya una figura mítica que integra la historia del séptimo arte y, por eso, cada una de sus escasas y grandilocuentes apariciones en pantalla (que resultan más graciosas que escalofriantes) debe combinar impacto, glamour y majestuosidad.
Un agente "especial"
Pero el verdadero protagonista y eje de este relato no es Lecter (Hopkins parece ganarse cada vez más su creciente cachet en menos minutos, siguiendo el camino de Marlon Brando), sino el Will Graham que interpreta con bastante más esmero Edward Norton. El actor de "El club de la pelea" encarna a un ex agente del FBI con una capacidad especial para descifrar y hasta "sentir" el accionar de los asesinos seriales. Tras capturar al mismísimo Hannibal Lecter y salvarse milagrosamente de una herida casi mortal que éste le asestó, optó por un retiro prematuro y una tranquila existencia en Florida junto con su esposa e hijo.
Pero las matanzas rituales de dos familias numerosas obligan al veterano detective Jack Crawford (Harvey Keitel) a convocar nuevamente a Graham y apelar a la extraña relación de amor-odio entre éste y Lecter para que el ahora encarcelado psiquiatra-psicópata oficie como una suerte de consultor en el caso. Por supuesto, Hannibal tiene unos cuantos ases guardados y sabrá jugarlos en el momento oportuno.
El guión de Tally profundiza más que la novela en la relación entre Francis Dolarhyde (Ralph Fiennes), un asesino esquizofrénico con mucho del Norman Bates de "Piscosis", que se inspira en la mitología china y actúa obsesionado por una pintura del célebre poeta místico William Blake, y Reba McClane (Emily Watson), una empleada ciega que conmoverá el enfermizo universo cerrado de este continuador de Lecter. Pero quien más se luce en una pequeño pero hilarante personaje es el talentoso Philip Seymour Hoffman, como un periodista que sigue los casos policiales más sórdidos para un diario sensacionalista.
En una película sin los esperables excesos propios del cine gore (la sangre, las vísceras, las mordidas se muestran más a través de pruebas forenses que en imágenes explícitas), lo más importante pasa a ser la construcción de las atmósferas oscuras y opresivas, así como el trabajo sobre la sugestión del espectador. En este sentido, la estilizada fotografía de Spinotti, dominada por colores saturados, resulta una ayuda invalorable para Ratner.
Película sobre la paranoia íntima (Graham debe poner en juego lo mejor de sí mismo para entrar en contacto con su peor parte humana) que sintoniza además con el sentimiento de amenaza permanente que invade hoy a la familia tipo contemporánea, "Dragón rojo" resulta -a pesar de sus simplificaciones y de su algo extensa duración- un entretenimiento eficaz y lo suficientemente inteligente como para provocar en el espectador esa inquietud nerviosa que genera el hecho de enfrentarse a algunos de los miedos y miserias más representativos de estos tiempos.
La antesala de un éxito
Durante muchos años, el viernes era el día reservado a las críticas cinematográficas. Luego, y hasta la actualidad, se acostumbra publicarlas los jueves, que es cuando se producen los estrenos. Sin embargo, la reciente y cada vez más frecuente modalidad que vienen tomando algunas distribuidoras al testear masivamente sus títulos más ambiciosos en funciones de preestreno exige una corrección parcial de la norma para servir mejor y más rápidamente a los lectores.
Durante el fin de semana que acaba de pasar -pero también hoy y el miércoles- miles de personas tienen la oportunidad de ver "Dragón rojo", donde Anthony Hopkins vuelve a encarnar al "voraz" Hannibal Lecter, sin necesidad de esperar al estreno oficial del próximo jueves.
En coincidencia, pues, con el estado público que ha tomado este film exhibido a sala llena en 26 cines capitalinos y del Gran Buenos Aires, LA NACION publica hoy la crítica respectiva.

