Hollywood se mueve entre la apatía y la sofisticación

Después de respirar aliviada al comprobar que la temida huelga de guionistas quedó atrás y nada alterará la normalidad de la fiesta con la que el Oscar celebrará sus primeros 80 años, Hollywood afronta la víspera de su máxima fiesta con la única aspiración de que mañana por la noche el glamoroso desfile de estrellas y su eterno atractivo consigan, al menos por unas horas, romper una apatía que parece haber marcado buena parte del camino previo a una ceremonia siempre muy esperada en todo el mundo.

En las últimas horas, buena parte de los analistas más curtidos en estas cuestiones han hecho saber que es imposible concebir una fiesta como la que organiza la Academia de Hollywood sin que medie un espacio importante para la sorpresa. En este caso, la posibilidad de un batacazo (como el que dejó al descubierto, dos años atrás, el triunfo de Vidas cruzadas ) se llama La joven vida de Juno , el único de los cinco títulos nominados a la mejor película que superó en la taquilla norteamericana los 100 millones de dólares.

A la vez, la celebrada película de Jason Reitman sobre una adolescente embarazada es la única que aporta cierta frescura a un panorama dominado por relatos oscuros, lúgubres y densos, circunstancia que para muchos no hace más que corroborar cómo el cine -aun a través de su costado más ligero e industrial, representado por Hollywood- refleja en las candidaturas de este año cierto pesimismo general respecto del estado del mundo.

En esta dirección, los observadores más atentos y rigurosos ratificaban ayer lo que se viene diciendo desde hace bastante tiempo: que la violenta y densa Sin lugar para los débiles -la única de las cinco nominadas a mejor película todavía no estrenada en la Argentina- aventaja en posibilidades a sus competidoras ( Petróleo sangriento , Michael Clayton , Expiación, deseo y pecado , y La joven vida de Juno ), aunque en esta última se guardan esperanzas de un giro de última hora, como ocurrió un año atrás con Pequeña Miss Sunshine . También se dice en Hollywood que, así como 2007 marcó la reivindicación de Martin Scorsese, éste es el año de los hermanos Coen, que acumulan galardones previos a razón de uno o dos por semana.

Por el lado de los actores, mientras algunos (Denzel Washington, Hilary Swank) se mezclan con el conductor Jon Stewart para los ensayos de la ceremonia en el teatro Kodak, con la multitud de turistas y curiosos que se acercan al lugar, en pleno Hollywood Boulevard, alguien tan atento a la actualidad de su país como George Clooney acaba de decir que será mañana como Hillary Clinton porque prevé que perderá ante Daniel Day-Lewis ( Petróleo sangriento ). Curiosamente, el protagonista de Michael Clayton respalda en la actual carrera a la Casa Blanca al rival de Clinton, Barack Obama. En tanto, la actriz Pilar Bardem vuela hoy de Madrid a Los Angeles para estar junto a su hijo Javier, a quien nada parece poder arrebatarle el premio a mejor actor de reparto por Sin lugar para los débiles . "A Javier le han dado todos los premios; sólo falta rematar la faena", dijo.

Y entre las actrices, sólo Marion Cotillard ( La vie en Rose ) parece entre las protagonistas en condiciones de enfrentar a la amplia favorita, Julie Christie ( Lejos de ella ). Las apuestas corroboran esta realidad e indican también que entre las actrices de reparto la puja es mucho más reñida, con Cate Blanchett, Amy Ryan y Tilda Swinton peleando casi mano a mano.

Fuera de las candidaturas -sobre las que ya se pronunciaron los 5829 miembros de la Academia, con resultados que hoy sólo conocen los socios de la auditoría PriceWaterhouseCoopers Brat Oltmanns y Rick Rosas- todas esas estrellas rivalizarán en la alfombra roja y dentro del teatro por ganar otro premio muy codiciado, el de los expertos en moda, elegancia y glamour. Y aunque este año Vanity Fair decidió cancelar su tradicional y esperada fiesta, todos estarán pendientes de ver quién, por ejemplo, será capaz de superar lo que hizo en 2007 Helen Mirren, reina del Oscar por el film homónimo y por lucir ante todos una pulsera de diamantes valuada en cuatro millones de dólares.