La atracción de los opuestos
"Tiempo de valientes" (Argentina/2005). Guión y dirección: Damián Szifron. Con Diego Peretti, Luis Luque, Oscar Ferreiro, Gabriela Izcovich, Martín Adjemián, Tony Lestingi y Daniel Valenzuela. Fotografía: Lucio Bonelli. Música: Guillermo Guareschi. Edición: Alberto Ponce. Dirección de arte: Jorge Ferrari y Juan Mario Roust. Sonido: Fernando Soldevila. Producción de Shok Films presentada por 20th Century Fox de Argentina. Duración: 112 minutos. Apta para mayores de 13 años con reservas.
Nuestra opinión: muy buena
Con apenas 30 años, luego del Martín Fierro de Oro y del rating descomunal de "Los simuladores", y de probar suerte con una arriesgada opera prima como "El fondo del mar", Damián Szifron amplifica en "Tiempo de valientes" su interés por los géneros populares: en este caso, una mixtura de comedia y de policial, con escalas en el thriller psicológico y en el cine de acción e incluso con algunos guiños al western-spaghetti de Sergio Leone.
A contramano de la inmensa mayoría de sus colegas generacionales, que apuestan por un cine de raigambre más "autoral", intelectual e intimista, con la nouvelle-vague francesa como principal referencia, Szifron encuentra sus modelos en el cine norteamericano. Así, "Tiempo de valientes" no es otra cosa que una "buddy-movie", término con que se conoce en Hollywood a las historias protagonizadas por dos improbables compinches decididamente opuestos entre sí, pero con una impronta social y humorística reconociblemente porteña.
"Tiempo de valientes" -que bien podría definirse como una cruza entre "Arma mortal" y "Analízame"- se centra en las desventuras afectivas, laborales y existenciales de un psicoanalista y de un detective: dos seres anónimos, por momentos mediocres, que producto de una catarata de sucesos extraordinarios terminan convertidos en involuntarios héroes que luchan contra un sistema corrupto.
Mariano Silverstein (Diego Peretti) es un psicólogo que, tras ser condenado por un accidente automovilístico, solicita una probation. El juez le asigna, entonces, un trabajo comunitario: ser el acompañante terapéutico de Alfredo Díaz (Luis Luque), un inspector de la Policía Federal atormentado por la infidelidad de su esposa.
Como en toda buena comedia, las cosas empezarán a invertirse y el pragmático y contenedor profesional pronto se convertirá en un ser tanto o más vulnerable e inseguro que su paciente. Silverstein, muy a su pesar, se adentrará de lleno en el submundo de las fuerzas de seguridad y concretará un rígido y acelerado entrenamiento en materia policial.
Entre el humor judío, el gag físico y la velocidad de la screwball-comedy, un atrevido manejo del absurdo y de la paranoia que remite, por ejemplo, al Martin Scorsese de "Después de hora" o al Francis Ford Coppola de "La conversación", y con su ya habitual categoría para la construcción de una trama sostenida por el suspenso (hay aquí mucho del Alfred Hitchcock de "El hombre que sabía demasiado" y de "Notorious-Tuyo es mi corazón"), Szifron elabora un entretenimiento superficial, es cierto, pero muy eficaz.
Película diáfana y sencilla, con una mirada por momentos inocente del mundo en el que nadie -salvo, claro, nuestros dos antihéroes- parece cumplir con sus roles y sus responsabilidades, "Tiempo de valientes" resulta inteligente en su mirada disparatada de una coyuntura muy reconocible y delirante en su construcción de una realidad que -en los términos aquí planteados- parece difícilmente creíble.
Impecable en todos sus rubros técnicos (otra muestra del enorme profesionalismo de varios jóvenes incorporados hace poco tiempo a la industria del cine), "Tiempo de valientes" encuentra en Peretti y Luque a dos intérpretes ideales para sacar provecho de las contradicciones iniciales y de las coincidencias posteriores, a partir de códigos implícitos de nobleza, lealtad, camaradería y amistad. Entre los personajes secundarios, en cambio, el resultado no es tan homogéneo: mientras Oscar Ferreiro construye un implacable y cerebral villano de fuste, con toda la sangre fría, el cinismo y la arrogancia de un jerarca de los servicios secretos, otros -como el comisario que interpreta Martín Adjemián- dan alguna que otra nota falsa y caen en una innecesaria sobreactuación.
Película destinada a ese segmento -para nada despreciable- de espectadores que disfrutan de entretenimientos pasatistas sin desmedidas exigencias intelectuales, "Tiempo de valientes" hace gala de un estándar visual y narrativo que no muchas veces el cine industrial ha podido alcanzar. Szifron, por su parte, combina referencias propias de la vieja y de la nueva cinefilia (el film es old-fashioned y moderno a la vez), apuesta siempre por el costado más lúdico de la narración clásica y trabaja los distintos matices, elementos, dimensiones de su material como una metáfora del propio lenguaje cinematográfico.
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