Sofisticación y entretenimiento sólido

Música en espera (Argentina/2009). Dirección: Hernán Goldfrid. Con Diego Peretti, Natalia Oreiro, Norma Aleandro, Pilar Gamboa, Rafael Spregelburd, Atilio Pozzobón, Carlos Bermejo, María Ucedo y Rafael Ferro. Guión: Patricio Vega y Julieta Steinberg. Fotografía: Lucio Bonelli. Música: Guillermo Guareschi. Edición: Alejandro Brodersohn y Luis Barros. Dirección de arte: María Eugenia Sueiro. Sonido: Jésica Suárez. Producción de Diego Dubcovsky y Daniel Burman para Cine.Ar presentada por Distribution Company. Duración: 100 minutos. Apta para todo público.
Nuestra opinión: muy buena

Tras el éxito de No sos vos, soy yo , ¿Quién dice que es fácil? , Un novio para mi mujer y, en menor medida, de Motivos para no enamorarse , la producción nacional sigue apostando por la comedia romántica, un género que no sólo le está dando buenos dividendos económicos sino también una hasta hace poco impensada proyección artística.

Música en espera surge como un logrado nuevo exponente de esta tendencia, a partir de un guión funcional con situaciones ingeniosas y una infrecuente capacidad para el diálogo punzante (y el remate humorístico), una narración con mucho timing que va más allá de los esquematismos de una digna sitcom televisiva, una pareja con química (incluido el "Rey Midas" de la comedia local como Diego Peretti), buenos intérpretes para los atractivos personajes secundarios y un acabado técnico muy cuidado.

Si alguien está buscando una comedia romántica audaz, experimental o rupturista no la va a encontrar en esta opera prima de Hernán Goldfrid coescrita por Patricio Vega (ambos colaboradores cercanos de Damián Szifron en elogiados proyectos televisivos como Los simuladores y Hermanos y detectives ), pero Música en espera asegura 100 minutos de sólido entretenimiento y hasta una sofisticación (con citas cinéfilas incluidas a clásicos de Alfred Hitchcock y Brian DePalma) que no son habituales dentro de lo que -de forma bastante despectiva- suele denominarse como comedia de enredos.

La trama tiene como protagonistas a Ezequiel (Peretti), un compositor de música para cine que atraviesa un bloqueo creativo mientras se le acorta cada vez más el plazo para entregar la banda sonora para la nueva película de un insufrible y presuntuoso director; y Paula (Natalia Oreiro), la subgerente de un banco que está en el tramo final de su embarazo, pero que no se ha animado a contarle a su madre (Norma Aleandro), quien está a punto de regresar de España para acompañarla en el parto, que su pareja en realidad no existe y que pretende ser una madre soltera. El azar hace que ambas almas en pena entrecrucen sus caminos: Ezequiel -endeudado por un crédito hipotecario- llama al banco y cree encontrar en la música en espera de un interno telefónico la melodía inspiradora que tanto estaba buscando; y Paula aprovechará la presencia de él en su oficina para hacerle creer a su madre que se trata del futuro padre del niño. A partir de ese planteo inicial, se produce una sucesión de casualidades, infortunios, torpezas, malosentendidos, aventuras, traiciones y duelos físicos y verbales que Goldfrid narra con la sagacidad de un veterano y con el espíritu de la clásica screwball-comed y de los Preston Sturges, los Ernst Lubitsch y los Howard Hawks.

Si bien el énfasis está puesto en las penurias y en la redención de la pareja protagónica, Goldfrid y sus guionistas se permiten desarrollar con inteligencia a cada uno de los personajes secundarios: desde el ex socio y colega de Ezequiel (Rafael Ferro) hasta la desprejuiciada compañera de trabajo de Paula (Pilar Gamboa), pasando por el cineasta intelectual que interpreta Rafael Spregelburd o el hilarante remisero que encarna Atilio Pozzobón. Algunos podrán pensar que se tratan de hallazgos menores de la película, pero en definitiva son una muestra más de que la comunión entre buenos directores, guionistas, técnicos y actores permite redondear productos con claras aspiraciones masivas sin por eso descuidar o resentir el resultado final.