Una mujer en busca del hombre perdido
Sandra Gugliotta y Ana Celentano, directora y protagonista de Las vidas posibles , hablan de este thriller psicológico
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En Nacido y criado , de Pablo Trapero, un hombre feliz, víctima de un drama familiar, se refugia en el bello pero a la vez duro paisaje patagónico. En El otro , de Ariel Rotter, conocida hace un año, el tema estaba centrado en un vendedor de seguros a punto de ser padre que se multiplicaba en otros nombres, apellidos y profesiones de lugar en lugar, lejos del propio. En Las vidas posibles , la segunda película de Sandra Gugliotta (la primera fue Un día de suerte , en 2005), que pasado mañana estrenarán El Angel Films y 16mm, Carla (Ana Celentano), sale en busca de su marido (Germán Palacios), quien desaparece en uno de sus tantos viajes de negocios por el interior del país.
Desesperada, ella misma saldrá a la ruta en su búsqueda, lejos, en el Sur, donde apenas se recortan algunas casas, unas pocas siluetas, de días y noches infinitas. Pero ¿lo encuentra en realidad o intenta recuperar lo perdido en alguien, con otro nombre y vida, que se le parece, y mucho?
"Lo curioso también es que las tres películas fueron filmadas al mismo tiempo", confiesa Gugliotta en diálogo con LA NACION. "Mi proyecto data de 2003, más o menos al mismo tiempo que el de Rotter, incluso vos -le dice a Ana Celentano- ibas a trabajar con él A mí también me parece que hay algo en el aire que tiene que ver con el tema de la identidad", asegura. "No son cosas que se hayan hablado -aclara-, pero me parece que tanto la de Rotter como la mía están contando algo que está presente en nuestro imaginario. En Las vidas hay una trama con enigma y suspenso, que es lo que a mí me interesaba como búsqueda, un thriller psicológico donde el tema de la identidad fuese una excusa para sostener un misterio. En el relato hay una reconstrucción del espacio y del tiempo, que me parece que tiene que ver con su tiempo emocional, un tiempo que no tiene que ver con el real: a las personas que uno quiso las seguirá queriendo siempre", asegura. La frase promocional elegida es "El nunca se fue, él nunca volvió". Nos gustó a todos: alguien desaparece pero en realidad nunca se fue y, de hecho, no volverá. Es como una imagen detenida en ese momento. La película cierra con el final del recorrido de su protagonista por el tema de la pérdida", explica.
"Cuando uno pierde a alguien que quiere sigue teniendo la sensación de que quien se fue sigue presente", asegura Celentano, quien en 2007 fue una de las protagonistas de El pasado , de Héctor Babenco.
Mirada femenina
A diferencia de las anteriores películas que encararon esta cuestión de la identidad, en ésta la mirada está puesta en una mujer. "El personaje de Germán termina siendo protagonista por ausencia, como objeto del deseo", dice la cineasta. "En un momento podés creer que la película se trata sobre un hombre que está abandonando a dos mujeres al mismo tiempo, que todo es como un juego -interviene Celentano-. La película juega con que todo lo que ocurre desde el momento en que ella sale en busca de su esposo esté en su cabeza, más allá de la realidad. No es una película de suspenso convencional, en el sentido de que la trama policial está sirviendo de nexo entre otros temas", completa la directora, que viene de participar con su obra en los festivales de Locarno (donde abrió la muestra oficial), en el Pavillon Cinémas du Sud de Cannes, en las noches especiales del Bafici, en el Festival de Bangkok, en la sección informativa del de Huelva y, finalmente, en la selección oficial de La Habana.
"Uno va haciendo determinadas elecciones: como actor necesitás tomar alguna decisión y que tu personaje vaya en un sentido; en otros momentos hay una decisión concreta del director y la exigencia de la historia del personaje de atravesar un terreno mucho más poético, donde puede prevalecer la ambigüedad, transitar por el borde", dice Celentano. Para la actriz, cuya imagen y carisma recuerda -y mucho- a las de la nueva ola francesa, "lo más difícil, precisamente, es transitar ese personaje por un borde de ambigüedad, donde no tenés que poner toda la carne en el asador sino ir guardando cosas porque no es cuestión de contar todo. Hay lugares grises donde el personaje se mueve con el objetivo de ampliar las posibilidades de interpretación al espectador", analiza la intérprete, a lo que la directora acota, con una sonrisa: "La historia requería un estilo de actuación específico, el necesario para un clima cortazariano que todos, empezando por mí, fuimos descubriendo a medida que filmábamos".
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