Horizonte lleno de Flores

Bobby Flores no para de moverse y de cambiar. Hace poco más de un mes estrenó un nuevo programa en FM Horizonte. El nocturno "Algo con palmeras" se transformó en el vespertino "40 flores y ningún balcón", que va de lunes a viernes, de 13 a 17.

"Pensé que me iba a quedar todo el año a la noche, pero por una decisión empresarial pasé a la tarde. Me gusta, pero es totalmente distinto. A la tarde tenés que tener un discurso más corto, más certero, en spots, porque a los que les hablás están en pleno tráfico, en alguna máquina o intentando venderle algo a alguien. En cambio, a la noche te podés delirar en un monólogo de diez minutos, porque los que están del otro lado están dispuestos a escuchar", cuenta Flores en el recreo que encuentra entre tema y tema de su nuevo programa.

Se define como "bien de FM", por lo que en su espacio prima la música: "Que yo hable en la radio es un accidente, mis comienzos fueron como musicalizador y esencialmente lo sigo siendo".

Pero Flores habla, y mucho, y al igual que la música que elige personalmente para cada programa, su habla es áspera, pero también agradable.

Voz de película

Después de 20 años en el medio, su tono y su forma de hablar se han convertido prácticamente en un sello distintivo. Tanto es así que el director de cine Eduardo Mignogna lo eligió para que sea la "voz de la radio" que se escucha al principio y al final de su última película, "Sol de otoño": "Mignogna buscaba una voz representativa de la ciudad y estaba en la duda de elegirme a mí o a Víctor Hugo Morales. Fue impresionante abrir y cerrar semejante obra".

Esta no fue ni la primera ni la última vez que Bobby le quitó exclusividad a su incondicional amor por la radio. El cine lo tiene de nuevo en sus planes, pero esta vez como uno de los actores de "24 horas", la película de Luis Barone que protagonizan Rubén Rada y Julieta Ortega y que se estrenará en los próximos meses.

"Dejar de corregir"

También hizo algunas grabaciones "en off" para el programa "Señoras y señores" y hoy su principal preocupación es terminar su tercer libro: "Como decía Borges _y no me quiero poner a su altura_, uno publica para dejar de corregir. Bueno, yo quiero dejar de corregir".

Pero a pesar de tanto vaivén, "lo más fuerte de todo es la radio y esto lo tengo claro desde siempre; a pesar de haber trabajado en muchos lugares, nunca dejé la radio. Creo que es el lugar donde uno se puede desarrollar más artísticamente. La tele está muy atada a la dictadura decadente del rating. Realmente, no podría desarrollarme en otro ámbito que no fuera el de la radio. Aunque supongo que con todas las porquerías que hay en la tele, podría hacer algo bueno", dice Bobby, que no tiene televisor, pero que ve algo de vez en cuando "por ahí".

Más de la mitad de su carrera la desarrolló en la FM Rock & Pop, pero en agosto último se mudó a Horizonte.

-Eras un clásico de esa radio, ¿por qué te fuiste?

-Porque acá me ofrecían un espacio en blanco y allá me tenía que amoldar a un montón de cosas que ya estaban predispuestas.

-¿Hubo pelea?

-Para nada, Daniel (Grinbank) es uno de mis mejores amigos, y es el padrino de mi hija.

-¿No te dio un poco de miedo cambiarte a una emisora más chica?

-No, yo trabajaba en radio antes de que apareciera la Rock & Pop, y si pude generar algo en un lado, bien lo puedo generar en otro. Además aquí me permiten inmiscuirme libremente en caminos donde ellos no lo hacen.

Mucho más que nuevos proyectos lo unen a la FM de El Mundo. Fue allí donde empezó su aventura con la radio: "Abel, el señor que está en la puerta, me vio entrar aquí cuando tenía 17 años. Empecé limpiando discos. Después aprendí todo lo que sé viendo trabajar a Héctor Larrea".

A esta altura de su vida, no sabe si entrar en la radio fue la causa o la consecuencia de su vocación: "Yo andaba buscando trabajo. Si hubiera entrado en una farmacia, quién sabe qué estaría haciendo ahora".

Pero se hace difícil imaginarlo vestido de blanco, detrás de un mostrador. Conociéndolo, aunque sea un poco, es inevitable pensar que se las hubiera arreglado para llegar _de una o de otra manera_ a un micrófono o a una enorme consola de sonido, rodeado por miles de discos.