Armas, Truman Capote y una masacre imaginaria: “Pumped Up Kicks”, el hit de Foster The People que no es lo que parece
Una noche de noviembre de 2006, más de 30 mil personas en Buenos Aires fueron felices saltando y cantando a los gritos un tema que habla sobre el insoportable dolor que nos causa el amor cuando agoniza. New Order daba el último show de su historia con Peter Hook en sus filas y cerraba su set con "Love Will Tear Us Apart" de Joy Division, canción que su ex compañero Ian Curtis compuso inspirándose en el desmoronamiento de su matrimonio y en otros tantos demonios suyos. Poco después Curtis se suicidó; el título de este tema está escrito en su tumba, a modo de epitafio. Pero nada de eso importó en aquel festival en el Club Ciudad: si el amor nos va a destrozar, habremos de "primerearlo" bailando.
El mismo desfasaje entre mensaje y reacción se da en todo el mundo cada vez que Foster the People toca su canción insignia: "Pumped Up Kicks", el single con el que se presentaron al mundo, incluido en el disco Torches, de 2011. El oído descuidado se deja atrapar por cuatro minutos exactos de pop contagioso que parece hecho para que el público millennial se sienta lindo (no por nada Mark Foster, cerebro de la banda, solía trabajar como compositor de jingles para una productora); pero quien entienda inglés y preste la debida atención se encontrará con un estribillo que repite "todos los otros chicos con zapatillas caras, mejor que corran más rápido que mi arma". Así las cosas, siempre que Foster the People esté de gira, en algún lugar del planeta hay una multitud agitándose y subiendo stories al son de una masacre imaginaria.
"'Pumped Up Kicks' es sobre un chico que, básicamente, se está volviendo loco y busca venganza. Es un paria. Siento que la juventud en nuestra cultura se está volviendo más y más aislada. Es una especie de epidemia", explicó Foster alguna vez. La historia se cuenta en primera persona, desde la perspectiva del posible asesino en masa: "En vez de escribir sobre las víctimas de una tragedia, quise meterme en la mente del victimario, como Truman Capote lo hizo en A sangre fría. Realmente me gusta entrar en la cabeza de otras personas e intentar caminar en sus zapatos".
Una particularidad de la letra es que no contiene violencia real: todo lo que pasa, pasa en la fantasía de un adolescente que planea su venganza contra la sociedad que lo margina. "Quería meterme en la cabeza de un chico aislado y psicótico. Es una canción que le dice 'fuck you' a los hipsters, de alguna forma... Pero también es una canción que los hipsters van a querer bailar", aseguró Foster.
El choque entre la música alegre y el mensaje profundo (que no es apología ni se regodea en el morbo, si no más bien es una invitación a la reflexión y a la empatía) es cien por ciento intencional: "Me gusta contar un tipo de historia con las letras distintas de la que la música está expresando, porque le agrega otra capa a la historia general. La escribí a una cuadra de la playa y creo que eso tuvo alguna influencia en el sonido", dijo Foster.
Una crítica de clase
Más allá de la invitación a la reflexión sobre el acceso a las armas en Estados Unidos (en 2019 hubo 434 ataques masivos a tiros en el país del norte), la canción esconde una crítica de clase.
Las "pumped up kicks" del título son un modelo de zapatillas de basquet que creó Reebok a fines de los 80 para competir con las Air Jordan de Nike. El calzado tenía una especie de inflador en la lengüeta, y la idea era que, en el momento en el que el feliz poseedor de un par necesitara un "extra", podía bombear algunas veces y hacerlas crecer.
En 1991, Dee Brown de los Boston Celtics ganó el campeonato de volcadas del Juego de las Estrellas de la NBA usando estas zapatillas, inflándolas justo antes de competir. A partir de eso, las "Pump" se volvieron símbolo de status: sólo los más pudientes podían lucirlas, y el resto apenas soñaba con ellas. El protagonista de "Pumped Up Kicks" lo deja en claro: él, por ser pobre, es de los que no tienen las Pump, y eso lo condena al ostracismo; los que sí las tienen, deberán usarlas para correr más rápido que sus balas.
Aunque "Pumped Up Kicks" fue el single debut su banda, no fue el primer hit de la carrera de Foster. En 2010, cuando todavía trabajaba para la productora Mophonics, compuso una canción que se usó para promocionar Muscle Milk, un batido proteínico para después del ejercicio. El tema, llamado "Spring Break It Down", tuvo un video que en su momento se volvió viral y potenció las ventas del producto.
Foster sabe cómo construir un éxito: "Pumped Up Kicks" repite su estribillo ocho veces, cuatro de ellas al final. Repetir el coro de un tema es común en el pop con aspiraciones comerciales, pero ocho es un número alto incluso dentro de este género. "Si hubiera sabido que el tema sonaría tanto, le hubiera sacado algunos estribillos y lo haría mover más rápido. En el final es coro, coro, coro, coro... Me vuelve loco escuchar ese estúpido coro otra vez", dijo el autor. Vaya si sonó: al día de hoy tiene 725 millones de reproducciones en Spotify y 595 millones más en YouTube.
Con todo, la canción funciona a muchos niveles: hace bailar a miles de personas en todo el planeta día tras día, pero también impulsa el debate sobre la incómoda cuestión del uso de armas en los Estados Unidos. Eso, para Foster, es motivo de orgullo: "Siento que forzó al público a tener una conversación, no sólo sobre la regulación de las armas, sino sobre el arte en sí mismo. Dónde está la línea, qué debe ser editado. Siendo que, en términos de empujar los límites de la cultura e instar a la gente a tener estas conversaciones, fue un tema muy saludable".
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