Blur, un regreso con renovaciones
Damon Albarn se ha pasado los últimos años reconstruyéndose a sí mismo. Buscándose. El inglesito peleador que presentaba batallas de poco gusto frente a sus rivales Oasis, a mediados de los noventa, se fue transformando. O reencontrándose con aquel que comenzó una banda en 1989, una de las muchas herederas del sonido Stone Roses. Entonces se llamaban Seymour -homenaje, tal vez, al personaje de Salinger- antes de que el sello discográfico les sugiriera un cambio de nombres y, de la lista provista por EMI, eligieran Blur.
Buscaron su sonido -allá, en las bandas de guitarra de su tierra-, al que agregaron letras levemente refinadas. El éxito de "Parklife" (álbum y canción, esta última con el tan mod gesto de incluir un recitado de Phil Daniels, el actor de "Quadrophenia"). Era tiempo de guitarras. Con Oasis, compitiendo por el trono y, poco detrás, Pulp, Supergrass y otras.
Por eso, para todos los seguidores de Blur y, aún más, para todos aquellos interesados en el rock inglés, el futuro de la banda pareció definitivamente borronearse con la noticia de que Graham Coxon había decidido evaporarse, justo cuando comenzaban a grabar su séptimo álbum. No sólo por guitarrista, sino porque entre él y Albarn se creaba permanentemente una tensión, una batalla creativa que parecía ser el motor de lo mejor de la banda.
Pero Blur -o Albarn-, tras la deserción, decidió que se podía seguir adelante. Y aquí está el resultado, "Think Tank", su nuevo álbum que los muestra en un nuevo momento.
El cantante, seguramente, venía envalentonado. Lo suficiente al menos para no rehusar el desafío. En el largo intervalo de cuatro años entre "13" y este nuevo trabajo, Blur sólo había presentado un nuevo tema, "Music is my Radar", en el compilado "Best of Blur". Pero Albarn no había estado quieto. Su inquietud ya estaba en ebullición apenas lanzado "13". En una entrevista con LA NACION, realizada en Londres con motivo del lanzamiento de ese disco, el cantante se interesó más por hablar de música latinoamericana, especialmente cubana, y de literatura de la región que de rock inglés. Hasta recomendó ir a escuchar música al Barbican. "Haya lo que haya siempre es bueno", aconsejó, respecto del centro de artes londinense donde la música clásica contemporánea convive con la world music y otras expresiones artísticas nunca demasiado comerciales.
De Gorillaz a Mali
En 2001, lanzó Gorillaz, el proyecto de hip hop danceable y electrónico, en el que, además, él y los músicos que lo acompañaban se habían desdibujado para transformarse en figuras de cómic. Así, sin rostros, a pura música y cartoon, se convirtieron en un verdadero éxito. Poco después viajó a Mali y, con humildad, registró las sesiones junto a músicos de ese país africano en las que nunca fue protagonista y, con un sello que creó junto a los dueños de una pequeña disquería, editó en 2001 el álbum "Mali Music".
Sin embargo, luego de estas dos incursiones musicales, a la hora de ponerse a grabar "Think Tank" no se decidió ni por un engendro multiétnico ni por la orientación dance pop. Eligió combinar, mezclar todo y dar de nuevo, en función de la banda. Una banda que nunca desdeñó el dance -basta escuchar "Girls and boys", de 1994- aquí busca más la construcción de estados, de climas. Salieron tras los rastros de una electrónica inteligente, más artística y ambiciosa. Se deconstruyeron, se fracturaron, e inventaron una nueva combinación, que no es lineal pero sin llegar a la ruptura casi total a lo Radiohead.
En el disco, lo que no predomina son las canciones ligeras, las melodías armoniosas de otros tiempos.
¿Guitarras?, poco aparecen. Aquí y allá, sin pretensiones. El bajo es el que toma protagonismo en algunos temas y los teclados agregan matices a canciones en general melancólicas, en la que la voz de Albarn es una y muchas. Sólo quedó en esta placa un tema con Coxon, "Battery in Your Leg", que cierra el álbum y en el que no se luce como para justificar ninguna nostalgia.
El tema que abre, "Ambulance", es un claro ejemplo del quiebre. En cambio, "Out of Time" es una balada melancólica en la que suma unas cuerdas con sonido moro, aportadas por la Orquesta Regional du Marrakesh y una letra que comienza preguntándose "dónde está la canción de amor que nos libere" y sigue con un "últimamente estuviste tan ocupado que no encontraste el tiempo para abrir tu mente y ver que el mundo gira, amablemente, fuera de tiempo".
Norman Cook, más conocido como Fatboy Slim, se sumó como productor en un tramo de la grabación -aquel que hicieron en Marruecos y que fue la gota que rebasó el vaso de Coxon que, asegura, no fue correctamente avisado- y puso su mirada electrónica en dos temas, "Crazy Beat", con algo de Gorillas, y "Gene by Gene", que recuerda a los Clash pero que remata, innecesariamente, con una pretendida experimentación maquínica.
En "Good Song" se luce el groove provisto por la base del bajista Alex James y el baterista Dave Rowntree al que suman un sintético loop de guitarra, así como en "Brothers and Sisters", un aire funk que recuerda a "Boys and Girls".
"Sweet Song", que comienza con un pianito minúsculo, sencillo sobre el que se va construyendo una triste y dulce canción de amor ("Soy un alma oscurecida, todas nuestras vidas están en la TV; apagala y tratá de dormir. La gente está tan sola").
Ambiente nocturno
Queda todavía el melancólico "On the Way to this Club", con un clima de ambiente nocturno, soledad y humo; la visita al punk rock casi ramonero pero con comienzo levemente arábigo de "We´ve Got a File on You", el hip hop a lo Gorillaz de "Moroccan Peoples Revolutionary Bowls; el saxo de Mike Smith aquí y allá y que destaca en "Jets", donde hace contraste con el marcado groove. Y la voz demorada, enlentecida de "Caravan", a la que suma arreglos con aire oriental y la melancolía definitiva de un borroneado tarareo.
Si no hay guitarras, tampoco hay demasiadas declaraciones de principios. A pesar de que Albarn había anticipado que el álbum sería "sobre política y amor" y de su activa participación en los movimientos antibélicos. Hay sí algunos atisbos en las letras, comentarios, al título del disco (think tank denominó la oposición a la dudosa estrategia y conteo de votos que llevó a Bush al poder) y el duro arte de tapa, a cargo del colectivo artístico bansky.
Think Tank
Blur
Ambulance, Out Of Time, Crazy Beat, Good Song , On The Way To The Club, Brothers And Sisters, Caravan, We´ve Got A File On You, Moroccan Peoples Revolutionary Bowls Club, Sweet Song Jets (EMI).
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