Edelstein, de estreno en Basilea
BASILEA, Suiza.- ¡Huapango! fue el efusivo título que la Basel Sinfonietta le dio al concierto que ofreció el lunes último en Muziksaal, la principal sala de conciertos sinfónicos de esta ciudad. La función estuvo enteramente dedicada a la interpretación de obras de compositores latinoamericanos e incluyó el estreno de Cristal argento , una obra comisionada por la propia orquesta al compositor argentino Oscar Edelstein. La más joven e innovadora de las orquestas sinfónicas de una ciudad que respira música de la mejor calidad hizo una apuesta fuerte, inteligente y exitosa. Desde esta ciudad suiza, América latina podría reducirse a una imagen de estereotipado exotismo. Por el contrario, como bien señaló el programador de la Sinfonietta, Thomas Nideker: "Quisimos hacer un concierto con música latinoamericana con una dramaturgia propia, partiendo de una superficie brillante hacia un sentido más profundo".
Efectivamente, el concierto se inició casi como una broma sobre el máximo "lugar común" de lo que puede representar nuestro continente. Lo latino les dio pie a romper el protocolo del concierto clásico. La orquesta completa se integró a una especie de mambo sinfónico que, con el ingreso del director, el venezolano José Luis Gómez, se coronó con ¡cuatro bailarinas ataviadas con trajes típicos del carnaval carioca! Luego llegaron las obras propiamente dichas. En el comienzo fueron aquellas que abiertamente combinan ritmos típicos de diferentes países con el formato sinfónico. Así, pasaron Huapango y el Danzón N° 2 de Arturo Márquez. Del tono festivo, el primer viraje de la noche se produjo con una de las dos obras de Heitor Villa-Lobos incluidas, el Concierto para armónica y orquesta . Esta pieza, interpretada con maravillosa serenidad por la armoniquista austríaca Maria Wolfsberger, cerró la primera parte casi con un clima de intimidad e introversión.
Luego fue el turno de Cristal argento , una monumental creación de Edelstein. Para el público presente significó un claro cambio de lenguaje, asociado a una estética mucho más actual. En verdad se trata de una obra que, siendo un paso notable en la obra del compositor entrerriano, muestra una traslación a la orquesta de muchas de las ideas que estuvo desarrollando con su Ensamble Nacional del Sur, con el que trabaja en la Universidad Nacional de Quilmes desde hace 15 años. Estas ideas tenían, claramente, una aspiración orquestal. De este modo, contar con una agrupación como la Basel Sinfonietta le permitió dar rienda suelta a ellas de un modo espectacular. La obra propone una serie de trabajos con grandes bloques sonoros que atraviesan los diferentes grupos de la orquesta y, según el director Gómez, le recordaron a las obras de Ligeti. Sólo que en Edelstein la actividad rítmica y espacial es mucho más "agitada". También hay numerosos pasajes en los que la orquesta multiplica voces y tiempos, en un eco de Charles Ives. Ligeti y Ives, Europa y América como referentes reunidos desde el sur del continente. A toda esta riqueza de colores orquestales se le sumó el uso de procesamiento electrónico en vivo de la propia orquesta.
Un cálido aplauso del público, y la adhesión entusiasta de la propia orquesta y el director, coronó con éxito la apuesta de la Basel Sinfonietta y del propio Edelstein.
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